*Fragmento del "Allegro non troppo".

Quinteto en Fa menor, Op. 34, para piano y cuerdas

 

espués del Concierto Nº 1 para piano y orquesta, el Quinteto con piano es la segunda piedra miliar en la evolución de Brahms compositor. En ambos casos la obra fue concebida para un medio instrumental diferente (el Concierto, como sinfonía; el Quinteto, enteramente para cuerdas con intervención de segundo cello), después reelaborada, y destruida la primera versión. Las dos creaciones ocuparon al autor mucho más tiempo del habitual y continuaron preocupándolo después de completadas.

La versión original del Quinteto comenzó en la primavera de 1862. La forma definitiva quedó coronada en 1864, y en 1865 se estrenó, luego de una turbulenta sesión en la que Brahms en persona, el director Hermann Levi y el violinista Ferdinand David copiaron las partes para cuerdas, mientras el compositor utilizó un boceto a lápiz para la parte de piano. Entre las dos versiones existe una tercera, para dos pianos, que Brahms conservó y continuó gustando como realización alternativa de sus ideas musicales. Clara Schumann criticó la "monotonía" de esa versión intermedia, y esto pudiera haber decidido al autor a recrear la obra como Quinteto con piano. Por otra parte, cabe también la hipótesis de que Brahms hubiera comenzado ya la versión para cuerdas y piano al mismo tiempo que escribía aquella concebida como sonata a dos pianos.

¿Por qué tantas versiones? Daniel Gregory Masón, en su libro sobre la música camarística de Brahms, lo explicaba diciendo que se debe a la relativa diferencia del músico en cuanto al medio: "Venían primero a su mente las ideas musicales, y luego, en segundo término, la vestimenta instrumental". Esto es valedero hasta cierto punto, pero no es toda la verdad. Hasta aquella etapa, Brahms, que era consumado pianista, había creado sus páginas más importantes para dicho instrumento o bien con intervención del mismo. Ante todo, se sentía inseguro o -más bien dicho- falto de confianza cuando componía solamente para otros instrumentos. Tanto en su primer Concierto para piano como en este Quinteto, la primera realización (sin piano) fue reemplazada por otra que le dio cabida. Al concluir la versión original para quinteto de cuerdas, Brahms, aprensivo, lo envió a Joseph Joachim en busca de veredicto, y al no recibir la respuesta inmediatamente, escribió a su amigo una serie de cartas desesperadas y hasta histéricas, lo que es muy poco característico de su talento. Por consiguiente, no debe haberse sorprendido mayormente cuando el gran violinista le contestó finalmente opinando que, como quinteto de cuerdas, la obra no poseía "sólida atracción" (Klangreiz). No podía esto decirse de la versión definitiva, en la cual la escritura para todos y cada uno de los instrumentos es tan soberbia, que de un extremo a otro de la partitura la labor es individualmente audible aun cuando en forma combinada genere un sonido pleno y de particular intensidad.

El Quinteto con piano de Brahms, junto con los de Schumann y de Dvorák, forman el tríptico tradicional de creaciones para esa combinación instrumental (cuarteto de cuerdas y piano); combinación que, apresurémonos a señalarlo, está en la frontera misma entre la música de cámara propiamente dicha y la de orquesta o conjunto de cámara, no cultivada por los grandes maestros luego de iniciado el siglo 18 (El Quinteto "La Trucha", de Schubert, es un caso especial). El Quinteto de Brahms es una auténtica obra maestra, y la segunda razón por la que tuvo dificultades en decidir el medio instrumental adecuado -tal como ocurrió con el primer Concierto- es principalmente inherente a la novedad de la música en sí. Por primera vez revela el Quinteto aquello que, mirado retrospectivamente, podemos llamar la definitiva personalidad de Brahms. El romanticismo de su juventud está ahora apuntalado por inclinaciones clásicas por un lado, y también por su afortunado espíritu de experimentación en el ámbito de cada uno de los elementos musicales por. El progreso, después de los juveniles dos Cuartetos con piano -escritos poco antes- es inmenso. Es probable que la música de Schubert actuara de catálisis, porque estamos en la época en que Brahms se sentía más cercano al autor del Winterreise; además, son numerosos los rastros schubertianos en el Quinteto. La elección inicial de quinteto de cuerdas con segundo cello debe atribuirse a la influencia de Schubert. Escribe Brahms desde Viena, durante esa época, que cree "todavía vivo" al creador de la Inconclusa, que su devoción por el mismo es "muy seria" y no "apasionamiento fugaz". El tema principal del Finale se parece notablemente al que desliza Schubert en el "Grand Duo" para piano a cuatro manos. Fue esta una de las páginas predilectas de Brahms, al punto de solicitar a Joachim en una ocasión que la orquestara. Brahms, invariable y escrupulosamente honesto, reconoce la deuda de gratitud contraída tanto con el Quinteto para cuerdas Op. 163 como con el "Grand Dúo", con citas directas y deliberadas: el Scherzo (como lo percibió, antes que nadie, Sir Francis Tovey) se cierra con la misma cadencia, tan fuera de lo corriente, y en la misma tonalidad que el Finale del Quinteto Op. 163. Y al concluir la introducción al Finale de Brahms, el piano, y el primer violín haciendo eco reviven las primeras cuatro notas del tema de Schubert en el Finale del "Grand Duo". No cabe duda sobre el significado que quiso acordar Brahms: un "gracias" a Schubert.

Sin embargo, lo que asimiló Brahms de las obras maduras de su colega vienés no fue tanto el detalle estilístico como la idea de una forma en la cual las melodías extendidas -que con tanta facilidad pueden tener efecto centrífugo en la estructura- se ven balanceadas por una suerte de unidad temática a lo largo de la obra, a fin de restablecer el equilibrio. En el Quinteto Qp. 34, la introducción del Scherzo, por ejemplo, deriva del segundo tema del primer movimiento (Secuencia: Semicorchea Do Sostenido, seguida de la figura de corcheas Do Sostenido / Mi / La Sostenido / Mi / Fa Sostenido / Sol Sostenido / Fa Sostenido / Mi / Fa Sostenido / Sol Sostenido; que en el Scherzo, 6/8, conviértese en: La Bemol / Do / Mi Bemol / La Bemol / Do / Re / Mi Bemol, etc.).

El tema del Scherzo nace, además, del motivo utilizado en la sección de transición del primer movimiento, que precede al segundo tema. Hay también identidad temática entre el tema del Scherzo y su contraste, que no es sino aumentación en el modo Mayor. Esto se hace patente al aparecer posteriormente esa forma aumentada en modo Menor (compases 105-108).

El segundo grupo del movimiento de apertura está escrito en tonalidad remota de Do Sostenido Menor. El melódico segundo tiempo está en La Bemol Mayor; esto es, la relativa Mayor de Do Sostenido Menor (Mi Mayor). Este paralelismo con el primer movimiento es, con toda certidumbre, algo más que simple coincidencia. El apasionado Scherzo está concebido en Do Menor y su breve pasaje de "trío" en Do Mayor. El Finale se inaugura con una introducción lenta y grave. Este rasgo tiene precedentes, empezando con el del Quinteto en Sol Menor K. 516, de Mozart; y es por tanto destacable coincidencia que la Princesa alemana Anna von Hessen a la que dedicó Brahms las dos últimas versiones de su música (en su forma de Sonata para dúo de pianos y de Quinteto), le recompensara con el obsequio del autógrafo de dicha creación mozartiana. El segundo tema del Finale, tratado en forma señalablemente contrapuntista, es muy curioso, y demuestra cuánto había progresado Brahms en punto a experimentación melódica; porque, si se exceptúa un La Bemol ausente, constituye todo un desfile de tonos en el sentido schoenbergiano (aunque no lo mencione Schoenberg en su artículo).

Considerando la obra como entidad, es sorprendente comprobar lo inmenso que hay de logrado en ella. Ninguna de las dificultades de escritura que sabemos originó, se refleja en el producto final. Corona el Quinteto en Fa Menor no sólo una nueva época en la vida creadora de Brahms sino una nueva etapa en la música camarística. Y, lo que es más importante, la atracción directa de esta composición conmovedora y excitante crece día a día ante los amantes musicales.

Konrad Wolff

 

Piano Quintet in F Minor

Nikolay Lugansky, piano.

Vadim Repin, violin.

Nikita Boriso-Glebsky, violin.

Andrey Gridchuk, viola.

Pablo Ferrández, cello.

 

2018, Moscow Philharmonic Society.