*Finlandia Op. 26; Las Oceánidas, Op. 73.
MAYO...
LOS POEMAS SINFÓNICOS DE SIBELIUS
*SINFONÍA Nº 1 EN MI MENOR, OP. 39.
*SINFONÍA Nº 2 EN RE MAYOR, OP. 43.
Los Poemas Sinfónicos de Johan Sibelius
esde el siglo XV y durante 400 años Finlandia formo parte de Suecia, en 1808 el territorio fue ocupado por Rusia con el Zar autodesignado como “Gran Duque de Finlandia”. Sin embargo, la región siguió gozando de un estatuto autónomo dentro del imperio Ruso, con su propia constitución, su parlamento, aduanas, su religión y un ejército independiente. Esto ayudo al surgimiento de cierta conciencia Nacionalista que fue cobrando mayor fuerza hacia fines del siglo XIX, hasta desembocar en la independencia finlandesa en 1917, coincidente con la revolución Bolchevique.
Con Johan Julius Christian Sibelius (8 de diciembre de 1865, Hämeenlinna [Gran Ducado de Finlandia], 20 de septiembre de 1957, Järvenpää [Finlandia]), la música Nacional de Finlandia alcanza todo el esplendor de una época. No es pequeño tributo a su persona, que en su país y en el mundo entero, el “estilo de música Nacional” sea identificado con su nombre. Y a despecho de ésto, el mismo factor que un hombre sin ayuda puede inventar o descubrir el sentido musical de su país. Aparte quizás de Kajanus, sus precursores como (Von Schantz, Collan e Ingelius) son desconocidos en el extranjero y muy raramente recordados en los Salones de Conciertos de su propia Nación. Sobre los diferentes estilos musicales de Sibelius, la influencia de estos compositores fue verdaderamente notable, pero como resultado de sus obras el joven Sibelius es heredero de una audiencia acondicionada a la "idea Nacional" en música y ansiosa de aplaudir los signos de un talento excepcional en esa dirección. Su aprendizaje fue vigilado con sumo interés y su consagración como compositor Nacional aclamada con entusiasmo.
Podríamos fechar su consagración con la Sinfonía Sinfonía coral Kullervo, Op. 7, completada en la primavera de 1892. Esta, era un vasto trabajo para orquesta, coros y solistas, basados en cantos del repertorio de las leyendas populares Nacionales conocido como el Kalevala. Su primera actuación fue acogida con ruidoso entusiasmo, de la que Nils-Eric Rigbom (su biógrafo más reciente) se siente partícipe "ser situado por el despertar Nacional y el patriotismo generado por otras causas". Las "otras causas" fueron la serie de desastrosas medidas tomadas per las autoridades imperiales rusas durante el año 1890, desde la rusificación del correo y sistema monetario finlandés durante la primera década del año 1890, hasta la confiscación y ataques a la prensa durante los finales de la citada década. De pronto, Sibelius se destaca como compositor "Nacional" durante esta época, cuando los sentimientos Nacionales iban creciendo más inquebrantables y fervientes.
Es notable que ni en Kullervo, ni en ningún otro de sus trabajos siguientes, inspirados en las leyendas Nacionales, trató de mantener su pedestal como compositor Nacional por las antiguas mañas tales como imitaciones a canciones folklóricas o danzas Nacionales orquestadas. Muy pocos sinfonistas han tenido éxito tratando el material folklórico con integridad. Sibelius siempre prefirió confiar en sus propias composiciones, crear con gran imaginación una melodía orquestal llena de colorido y sonoridad que sus compatriotas inmediatamente sentirían como suya. Un experto erudito, tan bien como la misma palabra de Sibelius, deniega la existencia de la más pequeña influencia de actuales melodías populares en sus partituras. Uno puede presumir quizá alguna pequeña raíz folklórica inconscientemente usada y no recordada pueda encajar en sus composiciones por la lógica del sonido. En cualquier caso después de su consagración como compositor Nacional en 1890, Sibelius escoge no revestir con canciones folklóricas la formación de sinfonías, entonces el camino a seguir necesariamente para ganar el ambiente Nacional tenía que ser personal, intuitivo y experimental. El desarrollo de su estilo personal, el sentido de sonoridad, que uno reconoce como específicamente de Sibelius, tiene que desarrollarse simultáneamente con el estilo Nacional. Es fácil deslizarse en una serie de cálidos, palpitantes misticismos que nos llevarían a una explicación de cómo estas cosas se producen, pero es mucho más simple hacer notar que en el caso de Sibelius, estas cosas ocurrieron realmente en honor a la verdad. Cualquier músico culto puede identificar a Sibelius por el sonido de su música, por su simplicidad como distintivo particular. Este mismo sonido es reconocido como netamente finlandés (sin podérsele llamar tonadas folklóricas) por sus compatriotas y por todos los críticos más importantes de su Nación y del mundo entero. Quizás puede ser generalmente, que cuanto más profundamente Nacional es el arte, más profundamente personal será para el hombre que lo crea. Justamente cuanto más hondamente el arte clava sus dardos dentro del conocimiento Nacional, toca más de cerca esas ideas humanas (tan difíciles de expresar) que las leyendas y el paisaje tienen para todos los hombres en todas las Naciones.
"En mis composiciones, jamás me he ceñido a ninguna escuela, ni identificado con ninguna tendencia, por difundida que esta fuera. Cuando se ha vivido tanto, y se han visto nacer, crecer y morir una orientación tras otra, uno se inclina a adoptar frente a ellas una posición menos rigurosa. Se busca lo que es bueno, donde se lo pueda hallar. Con ello se descubre a menudo que casi toda tendencia tiene algo de bueno, aunque en general se base en soluciones que uno no apruebe". Así se expresaba sobre su posición estética, una de las mentes más libres e independientes de toda la historia de la música, Johan Sibelius.
Obras Patrióticas y Naturales
Las diferencias hechas entre las leyendas y las piezas naturales, y las obras patrióticas reflejan ciertas distinciones reales que se observan en la música de Sibelius. Con él, todas las formas de expresión son personales y de la Nación. De todas formas entre tantas distinciones, clasificar éstas no es tan riguroso como conveniente. El Cisne De Tuonela, Op. 22, es parte de un círculo de leyendas y también una pieza natural. Se puede catalogar en cualquiera de sus categorías. Todas sus obras mayores son indiscutiblemente finlandesas en su sentido general, no obstante Las Oceánidas, Op. 73, como Sibelius señala, se refiere a Homero y no a Kalevala. Es completamente superficial opinar en este terreno, si esta obra es más o menos patriótica que una pieza como Finlandia. No obstante, Finlandia, Op. 26 Nº 7, es el más conocido de los trabajos patrióticos de Sibelius y el Preludio de la Tempestad, Op. 109 a, es un ejemplo de su música relativamente desconocido, ambas comparten en común, su origen como piezas de teatro. Durante 1899 se desenvuelve una campaña de libertad de prensa en Finlandia en respuesta a todas las medidas de restricción que las autoridades imperiales rusas impusieron sobre todos los periódicos finlandeses y suecos. Un número de obras benéficas teatrales fueron organizadas con doble motivo, asistencia financiera y soporte moral. Para una de estas obras benéficas, Sibelius contribuyó aportando: una obertura, varios preludios para introducir cada escena, algunas piezas que servían para acompañar las respectivas lecturas y un poema cantado final, ilustrando las glorias del pasado finlandés. Al año siguiente (1900) él redujo y seleccionó los mismos y lo tituló Finlandia. Esta obra tiene una gran variedad de nombres. Fue llamada algún tiempo Suomi, que es el nombre finlandés para "Finlandia"; en Alemania ha sido conocida como Vaterland y en Francia Le Patrie. Esta composición ha incurrido en bastantes desacuerdos oficiales, y en Riga, en 1904 un avanzado director, decidió interpretarla bajo el inocuo título de Impromptu. Es puramente una pieza patriótica y uno puede encontrar en el repertorio orquestal, sonidos broncos, estridentes y belicosos, como una obra de esta categoría tiene que ser normalmente. Tal vez Finlandia, el Op. 26 de Jean Sibelius, sea al fin y al cabo la obra más representativa de este compositor, en todo caso, el fervor Nacionalista despertado por esta música, era tan fuerte, que muy pronto fue prohibida por las autoridades rusas, que de este modo hicieron exactamente lo contrario a sus intereses políticos, pues a partir de esa prohibición, como era lógico, este poema sinfónico, paso a convertirse en un verdadero emblema.
En su forma particular, Preludio de la Tempestad, Op. 109 a, está tan propiamente clara e igual como sorprendente. Esta obra es mucho más tardía (Op. 109 a) y es un extracto de la música incidental que Sibelius escribió desde 1925-26 para una representación en Copenhague del drama de Shakespeare. Como demostración gráfica de la música teatral, su punto de vista es simple y tiende claramente a describir una tormenta. Las fórmulas que Sibelius usa son las convencionales para este tipo de música, aunque nunca llovieron de una orquesta tan seguidamente más torrentes de agua. La repiqueteante monotonía de este torrente, empapa el sonido y es tan efectivo a "tour de force" como uno encontraría en el rico repertorio de la música romántica de tormentas.
La idea para Cabalgata Nocturna y Amanecer, Op. 55, viene a Sibelius (así se lo escribió a su biógrafo Ekman), en 1901 durante un viaje a Roma. La idea tardó tiempo en madurar y adquirir forma, la obra data de 1909. Como uno puede imaginarse por el título, la obra se divide en dos partes, la primera real y la segunda evocativa. La furia del prólogo, la tenaz y jadeante persistencia de un ritmo galopante que se sucede per algunos cientos de compases antes de pararse completamente, representan La Cabalgata Nocturna, no solo con realismo (que es de poca importancia), con gran vigor y convicción. La parte del Amanecer es necesariamente una cuestión de carácter confeccionada a través de una yuxtaposición de instrumental, dinámicos planos y claves relacionadas. En estas obras Sibelius tiene la sensibilidad y destreza del verdadero romántico.
Las Oceánidas, Op. 73, fue comenzada en 1913, ante la invitación de un americano, Carlk Stoeckel, director del festival de Norfolk. Sibelius terminó su obra a tiempo para el festival que se celebró en Junio de 1914 y dirigió su estreno personalmente. Su estancia en los Estados unidos fue uno de los recuerdos más agradables de su vida. Las interviús con los periodistas, la graduación honoraria de la Universidad de Yale, el calor del público americano, el alto nivel de las producciones orquestales americanas y el "lujo de la clase alta" fue francamente delicioso e igualmente increíble. Referente a Las Oceánidas, es uno de los más fascinantes trabajos, solo por la extraña disparidad entre el sonido de la música y la vista de las notas sobre la página. A simple vista, la orquestación da la sensación de una colección de lunares esparcidos agradablemente. Al oído, la gama orquestal es rica y profunda. Motivos que parecen sólo borradores y trozos sueltos, durante la real representación son absorbidos dentro de un gracioso y ondulante engrandecimiento del sonido orquestal. Es "música de mar" experta, sensitiva y personal.
La siguiente obra Tapiola, Op. 112, hecha en 1925 es en muchos aspectos la más madura, hecha y maestra de todos los trabajos presentados aquí. El nombre deriva de Tapio, un antiguo dios de los bosques finlandeses. La versión española de los siguientes versos antepuestos a la partitura nos lo expresa: “Los oscuros bosques de las tierras del norte, se extienden inmensamente; Ancianos, misteriosos, cobijando salvajes sueños; Entre ellos habita el poderoso dios de los bosques; y los duendes que entrelazan en la oscuridad secretos mágicos”. Aquí, solo damos una orientación general sobre el origen de la inspiración del compositor, lo restante, está donde debiera de estar, en la música. Estructuralmente su trabajo es una obra maestra, tan austera intelectualmente como agradable al oído. Es un trabajo monotemático (o tan cercano que no existe diferencia) por los fragmentos motívicos que se identifican derivados de los últimos compases del comienzo. Este proceso de transformación se continúa tanto que la partitura parece muchas veces desdoblarse en sí misma, casi objetivamente. Hay una cualidad particularísima acerca de esta música, como si igual que los bosques que representa, no estuviera hecha por el hombre, sino, fuera un factor de la naturaleza. Tapiola es, incidentalmente, otra obra de Sibelius que sería encargada desde los Estados Unidos. Está dedicada a Walter Damrosch, que dirigió su estreno en la Sociedad Sinfónica de Nueva York el 26 de diciembre de 1926.
Abraham Veinus (Universidad de Siracusa)
Finlandia
Helsinki Philharmonic Orchestra
Finnish Radio Symphony Orchestra.
Sibelius Academy Choir with guests
Conductor: Jukka-Pekka Saraste