*Allegro moderato, ma con fuoco del Octeto Op. 20; Sinfonía para Cuerdas Nº 10.
Sinfonía para Cuerdas, Nº 10 y Nº 12
xisten manuscritos de las composiciones del joven prodigio desde su undécimo año (1820) en adelante. Se trata de canciones, sonatas y doce Sinfonías para cuerdas que datan de los años 1821-23.
Cada domingo se realizaban conciertos en la residencia de Mendelssohn. En ellos generalmente tocaban una pequeña orquesta y solistas a los que a menudo se unían Felix y Fanny. El niño escribió varias óperas en miniatura y sinfonías para estas ocasiones. De ellas nos han llegado doce sinfonías para cuerdas y una sinfonía en un movimiento, que no fueron publicadas en vida del compositor pues éste, severo autocrítico las consideró meros ejercicios de composición sin valor artístico. Ni siquiera figuraron entre las obras que fueron publicadas después de su muerte. Recién se conocieron en la segunda mitad del siglo pasado, en una edición completa de las composiciones mendelssohnianas, aunque cuatro de ellas habían sido interpretadas en público anteriormente.
Como las otras diez, las sinfonías incluidas en este artículo revelan el sorprendentemente precoz talento de Mendelssohn. Si bien se pueden encontrar en ellas influencias de Bach, Handel y los clásicos vieneses, ¿qué compositor novel no comenzó imitando? Aún así, estas piezas ya proclaman el estilo personal del futuro maestro. De cualquier manera, su frescura, vigor, concentración en los elementos esenciales las hace tan atrayentes ahora como lo fueron hace más de 180 años.
Aunque la denominación de sinfonías provino del propio compositor, esto puede originar confusiones: es sabido que escribió cinco sinfonías para gran orquesta y con número de opus. Pero escribió una versión alternativa para orquesta sinfónica de la Octava para cuerdas, eventualmente publicada como Sinfonía n° 12 en Do menor. Esta fue en realidad la decimotercera, escrita en 1824.
Octeto para cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 20
l Octeto para cuerdas es una de las más apreciadas de las obras camerísticas de su autor y varios críticos lo consideran superior a los cuartetos o las sonatas a dúo. Esta opinión es fácilmente comprensible ante el ardor juvenil, las hermosas melodías y la originalidad de su instrumentación. Hans von Bülow afirmó que Mendelssohn comenzó su carrera siendo genio y la finalizó siendo muy talentoso. La segunda parte de esta consideración es discutible, pero podemos estar totalmente de acuerdo con la primera.
Esta obra maestra fue escrita en 1825, después del viaje a París, en el gran parque de la residencia de los Mendelssohn, donde también fue concebida la obertura para Sueño de una noche de verano. El Octeto constituyó un regalo de cumpleaños que Felix ofreció a su amigo Eduard Rietz. Lo escribió para doble cuarteto de cuerdas pero ideó la obra en ocho partes, no como su contemporáneo Spohr, que creó sus "cuartetos dobles" para dos conjuntos separados.
El tema ascendente que inicia el primer movimiento, escrito en forma sonata, inmediatamente establece la extática energía de toda la obra. En el Andante, de tonalidades predominantemente claras, se perciben algunos momentos teñidos con colores más intensos. El Scherzo nos adelanta la presencia de las hadas y traviesos duendes del Sueño de una noche de verano, mientras que el final, Presto, con sus secciones alternadas de escritura contrapuntística y homofonía ilustra la forma en que Mendelssohn -quien más adelante sería el principal promotor del redescubrimiento de Bach- pudo imbuir su arte con el de su ilustre predecesor.
Paul Niederkorn
Octeto para cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 20.