*Molto Allegro con fuoco del Concierto Nº 1; Molto sostenuto del Concierto Nº 2.
Conciertos para piano y orquesta
u talento de ejecutante es tan grande como su genio musical, lo que es decir mucho… Creo firmemente que es uno de los más encumbrados talentos musicales de nuestros tiempos"…
El hombre a quien se prodigó esta alabanza, contenida en una carta escrita por Héctor Berlioz, es Felix Mendelssohn, figura tan celebrada por el público de su era cuando ejecutaba el piano, como cuando gustaba de sus composiciones musicales. Uno de los contemporáneos de Mendelssohn, el pianista y compositor Ferdinand Hiller, se extendió de esta suerte sobre el extraordinario efecto de sus cualidades pianísticas: "Tocaba el piano como una alondra remonta vuelo. Poseía gran destreza, seguridad, vigor, fluidez y una sonoridad suave y plena... pero cuando tocaba uno olvidaba estas cualidades; y hasta otras de naturaleza más espiritual que se llaman ardor, inspiración, ánima, inteligencia."
Los conceptos de Hiller no sólo resultan una apropiada descripción de las cualidades pianísticas de Mendelssohn, sino también una adecuada definición de las características que encierran muchas de las creaciones del músico para el piano. En sus páginas para dicho instrumento, la música de Mendelssohn a menudo se remonta y flota como "una alondra", y por cierto que tal música ostenta inspiración, inteligencia, firmeza y fluidez. El compositor escribió en una ocasión: "A veces tengo necesidad de una nueva pieza para tocar, y si de vez en cuando me viene a la mente algo realmente oportuno, ¿por qué habría de avergonzarme ponerlo por escrito?". ¿Por qué en verdad escribirlo?. Pues, es de mediato evidente que los brillantes e ingeniosos Conciertos de Mendelssohn están literalmente impregnados de joie de vivre y que tienen al mismo tiempo poca raison d'être más allá de su habilidad pura y del entretenimiento que brindan.
El musicógrafo Alfred Einstein ha dicho que Mendelssohn "es el romántico clasicista. El romántico es, en Mendelssohn, la mejor parte... Fue un maestro de la forma y sus composiciones instrumentales y vocales son, similarmente, obras maestras de refinamiento, levedad, claridad y control.” Este enfoque, en verdad, puede también detectarse en las páginas que recorren los dos Conciertos para piano.
Concierto Nº 1 en Sol menor, Op. 25
El Primer Concierto de Mendelssohn fue abocetado en Roma en noviembre de 1830 y concluido en Munich en 1831, cuando tenía el autor 22 años. Descripto por él como "algo creado con rapidez", tocó la parte solista en el estreno muniqués, en octubre de 1831. El acto fue prestigiado por la presencia del Rey de Baviera. "El Concierto fue recibido con tumultuosos y largos aplausos -escribió Mendelssohn- pero yo me comporté con modestia y no aparecí (a saludar)".
Ulteriormente, la obra conquistó considerable dosis de popularidad y fue elogiada nada menos que por Franz Liszt. Aunque actualmente es raro escuchar este Concierto, en su tiempo era inevitable que se lo frecuentara, dado sus caracteres. En Veladas con la Orquesta, Héctor Berlioz consignó esta sabrosa apreciación de un instrumento que había soportado infinidad de ejecuciones del Concierto de Mendelssohn: "Monsieur Erard llega; pero por más que lo intente, el piano, que está fuera de ánimo, no tiene intenciones de animarlo (a Erard). Manda buscar agua bendita y rocía el teclado con ella: en vano. Prueba de que no estaba embrujado, sino que es resultado natural de treinta ejecuciones de un mismo concierto. Agarran el instrumento y le quitan el teclado, que aún mueve (sus teclas) arriba y abajo, y lo arrojan al patio, cerca del depósito. Allí, Monsieur Erard, montando en furia, toma un hacha y lo golpea. ¿Creeréis que lo solucionó? Empeoró las cosas; cada pieza del teclado voló, saltó y rodó por su cuenta sobre los adoquines, metiéndose entre nuestras piernas, golpeando contra la pared, en todas direcciones, hasta que el cerrajero del depósito se apoderó del endiablado mecanismo y lo tiró al fuego para terminar con él... ¡Un instrumento tan bueno! Nos sentimos tronchados; pero, ¿qué podíamos nosotros hacer? No había modo de sujetarlo."
El Concierto en Sol menor, de Mendelssohn, contiene dos innovaciones notables: una, estriba en que las exposiciones clásicas del solo y la orquesta van combinadas; no hay un tutti extenso de apertura que brinde la exposición de todos los temas orquestales, preparando la entrada del piano. La otra innovación consiste en que los tres movimientos, carentes de cadenze, van unidos sin pausa, por fanfarrias rítmicas. El Molto allegro con fuoco es en forma de sonata moderadamente ortodoxa, con carácter un tanto dramático y de bravura. El Andante es una plácida y cantabile romanza, no demasiado distante de ciertas Canciones sin Palabras. El agitado finale (Molto allegro e vivace), que tiene por prefacio una introducción Presto, es positivamente weberiano por la penetrante brillantez de la escritura pianística.
Concierto Nº 2 en Re menor, Op. 40
Fue compuesto en el verano de 1837 para el Festival Británico en Birmingham. El autor ofreció personalmente el estreno, a mediados de septiembre de ese año. De una ejecución en Londres dada cinco años más tarde escribió: "Ayer noche toqué mí Concierto en Re menor y dirigí mi (obertura) Hébridas en la Filarmónica... El público estuvo tan tumultuoso esta vez, que me ensordeció. Creo que aplaudieron con sus palmas y dieron estampidas con sus pies por lo menos durante diez minutos luego del Concierto".
Estructural y estilísticamente, el Concierto Nº 2 es similar a su predecesor. Nuevamente estamos ante un exposición comprimida, con el segundo tema confiado inicialmente al piano, y no hay pausa entre los movimientos (sin embargo, no hay fanfarrias que oficien aquí de elemento separador). El vivaz finale es introducido por un energético ritornello.
Del punto de vista melódico, esta obra puede no ser tan inmediatamente conquistadora como lo es el Concierto Nº 1, aunque el segundo tema del movimiento inicial (que es la sencillez misma) resulta una de las más felices intervenciones de Mendelssohn, especialmente cuando va combinado con una elaborada figuración del piano. Dígase cuanto se diga, es muy bella la elaboración de este Concierto en Re menor, que ha sido injustamente relegado. Robert Schumann puso con precisión su dedo clínico: "La gente se preguntará ahora cómo se compara este Concierto con el Primero. Son semejantes y no son semejantes; semejantes porque fueron escritos por un maestro consumado; disimiles porque este fue escrito diez años después del otro. Aquí y allí tenemos vistas de Johann Sebastián Bach en la línea de armonía, melodía, forma, instrumentación, por otra parte, son enteramente Mendelssohn."
Phillip Ramey
Piano Concerto No. 1 – I. Molto allegro con fuoco.
Philharmonia Orchestra.
Anna-Maria Helsing.
Stephen Hough.