AGOSTO...
ÓPERA EN TRES ACTOS: TOSCA
Ópera en tres actos: Tosca
n biógrafo de Puccini, Giuseppe Adami, asegura haber hallado el “primer germen” de Tosca en una esquela dirigida por el compositor a su editor Giulio Ricordi, durante el proceso creativo de La Bohème. Decía dicha misiva: “Al toque de mediodía, hoy, Elvira (la mujer del maestro) y yo partiremos hacia Florencia, donde esta noche representan La Tosca”. En aquel momento realizaba una extensa tournée por Italia, al frente de su compañía, la celebérrima Sarah Bernhardt, y Puccini no quería perderse tan feliz oportunidad. Sin embargo, abandonó la sala teatral desilusionado y contrariado. Tosca no le había gustado y sin la menor sospecha de que algún día se vería obligado a contradecirse decidió abandonar de plano la idea vagamente acariciada de llegar a convertir en ópera el siniestro drama de Sardou. Se lo dijo a Luigi Illica, que había esbozado un libreto, y se lo repitió a Ricordi, al finalizar la lectura de aquél.
Pasó el tiempo, y no obstante la primitiva y persistente aversión, su pensamiento tornaba una y otra vez a la desechada Tosca. Al reflexionar, se veía precisado a admitir que el asunto contenía algunos elementos que estaban lejos de disgustarle. Muy al contrario. Y tornó a Illica para decirle que habiendo vuelto a pensar en el tema, le daba la razón cuando le aseguraba que con el libro de Tosca podía llegar a escribirse una buena ópera.
Mas al punto surgió un obstáculo al parecer insuperable. A raíz del rechazo de Puccini, Ricordi había ofrecido el libro al compositor Alberto Franchetti, quien al punto accediera a ponerle música. Desilusión y apenas contenido furor de Puccini, y cálidas promesas de ayuda por parte de Illica. Juntos estudiaron un plan —no muy leal por cierto— para inducir a Franchetti a abandonar ese “pésimo asunto” de La Tosca. Y lograron pleno éxito, al parecer sin mucha fatiga, acaso porque en realidad el propósito de Franchetti no era todavía muy firme que digamos. El libreto retornó así, y esta vez para siempre, al triunfante Puccini.
La definitiva y habilísima labor de Illica había logrado condensar los cinco actos y seis cuadros de Sardou en tres únicos actos. Giacosa trabajó especialmente en la forma literaria del texto final.
En Chiatri, un villorrio situado entre Viareggio y Lucca, donde se había trasladado con toda la familia, Puccini comenzó al punto la composición de Tosca, terminada en septiembre de 1899, después de una interrupción impuesta por la necesidad de encontrarse en París, para poner en claro ciertos detalles de la adaptación operística, con Victorien Sardou. La última etapa del trabajo musical se cumplió en la residencia definitiva de Torre del Lago.
Con todo no fueron pocas las dificultades que fue preciso ir superando hasta el día de la primera representación. Por lo pronto, Giacosa escribía sus versos con la consabida y, para Puccini, exasperante lentitud; Sardou hubiese querido (sin mostrarse, a la verdad, demasiado insistente) que Tosca, al arrojarse desde lo alto del Castel Sant'Angelo luego de la muerte de Cavaradossi, hubiese caído —ni más ni menos— en las mismísimas aguas del Tíber, que en la realidad geográfica corren en diferente dirección; por último, cuando Ricordi tuvo el manuscrito en su poder, escribió a Puccini una extensa carta para expresarle la desilusión experimentada al leer el tercer acto, que consideraba equivocado de uno a otro extremo del spartito. Mas Puccini se defendió, y no quiso ceder. Como si todo ello no bastara, habiéndose trasladado a Roma para asistir a los ensayos, Ricordi puso a los críticos en un peligroso arranque, de patitas en la calle, y aquéllos amenazaron vengarse, coincidiendo tales augurios con las represalias que por simple rivalidad de facción, prometía también una belicosa cohorte de admiradores de Mascagni. Mas los obstáculos no impidieron a la ópera lograr su bautismo de fuego sin que se operaran tales represalias. La noche del 14 de enero de 1900, Tosca, quinta de las diez óperas (considerando el Trittico como una simple unidad) escritas por Puccini fue por fin representada en el Teatro Costanzi de Roma. Dirigió el espectáculo el célebre Leopoldo Mugnone y fueron intérpretes principales tres de los cantantes más aplaudidos de aquel tiempo: Hericlée Darclée (Floria Tosca), el tenor De Marchi (Mario) y Eugenio Giraldoni (Scarpia).
No fue un gran éxito, mas tampoco pudo considerarse un fracaso. Hoy se diría un succés d'estime recibido con cierta estupefacción, ya que por tratarse de una ópera de Puccini, ofrecía aspectos de una pretendida diversidad que sorprendían y disgustaban a los más.
Para determinar el desfavorable cotejo nada habían influido por cierto las dos primeras óperas del maestro —Le Villi y Edgar— ya entonces punto menos que olvidadas o ignoradas por la mayoría del público, y tampoco pudo incidir el recuerdo de Manon Lescaud, primera gran afirmación “pucciniana” porque aún siendo “distinta” en cuanto a temperatura “canora” e ímpetu “verístico” (aunque menos violento y acaso más sentido), presentaba con Tosca ciertas analogías.
Era pues una sola ópera la que había suministrado el field para el cotejo a la sazón desfavorable para Tosca. La sola mención del título bastará para comprender las razones: La Bohème. La cual, salta a la vista, vive en una muy diferente atmósfera tanto moral como psicológica y por supuesto musical (de donde se infiere una substancial diferenciación negada entonces a Puccini) y posee por lo tanto ritmo y medida muy diversos como era obvio que ocurriese.
La reacción contra la historia y la leyenda del melodrama ottocentesco por parte de la considerada “joven escuela italiana” a la cual pertenecía Puccini, se manifestó esencialmente por dos vías: la contemporaneidad de los temas y un verismo sin cortapisas, capaz de afirmar las exigencias de una vitalidad segura y hasta prepotente. A esta “poética” tampoco se sustrae por cierto La Bohème, aunque aparezca aderezada, conforme era natural, con otro criterio, para arribar así a otros resultados. Toques amables y delicados, un tono cordial y moderadamente humano. Pequeñas existencias de almas humildes, con modestos aunque límpidos ideales. Un ritmo infalible, un equilibrio constante, sostenido por geniales hallazgos que no trascienden del horizonte crepuscular. Un personaje en fin, Mimí, acaso el más popular de todos los creados por Puccini, que es por cierto el más frágil y esencialmente “pucciniano” de sus personajes femeninos (en cuyo sentido tal vez pueda comparársele únicamente el de Liu, de su ópera póstuma Turandot.
A este idilio burgués (en el mejor sentido de la palabra) opone Puccini el drama histórico de Tosca, trazado, además, con fuertes tintas. A los episodios de la diaria existencia de los simpáticos “bohemios” parisinos, siempre de la cuarta al pértigo, los históricos incidentes de la fugaz República Romana, en un mundo de personajes poderosos y corruptos, uno de los cuales quedará presto convertido en símbolo de la crueldad policíaca (el barón Scarpia, a quien los libretistas no ahorran por cierto los bajos calificativos), una temperamental cantante capaz de amar con auténtica desesperación (Floria Tosca), un artista, revolucionario y conspirador a ratos (Mario). La música de Puccini no hubiera logrado modificar el cañamazo de Sardou en sus esenciales características de gran guignol, sino, antes bien, conferirle una mayor potencia dramática, liberándolo de las más excesivas dilaciones del ritmo escénico que abundaban demasiado en el libro original. Como así ocurrió en la realidad de la ópera definitiva.
Mas eso no bastaba entonces para impedir que llegara a afirmarse que Puccini había seguido una línea equivocada que después del felicísimo acierto de La Bohème, había escogido un tema ajeno a su naturaleza de artista (y al decir tal, olvidaban por cierto el carácter asimismo pseudo histórico del primer gran triunfo de Puccini, logrado con Manon), dejándose seducir por la perspectiva de un éxito fácil.
Hoy está claro para nosotros que el “realismo” dramático de Tosca, el violento relieve de sus personajes, el tono general de la ópera constituyen un aspecto fundamental del conjunto del teatro “pucciniano”, en el cual se alternan el idilio con el dolor, en un clima escénico donde se funden de continuo la vena lírica y el “momento” dramático. Y Tosca es por cierto el ejemplo más impetuoso y aparente de esto último.
No pueden admitirse dudas acerca de la intuición teatral de aquel que puede sin la menor hesitación definirse como el último genuino músico teatral del arte italiano. Es más; la teatralidad de los elementos es de tal modo acentuada que hubiese llegado a ser hasta peligrosa para el éxito, de no estar sostenida por una invención melódica tan rica como robusta.
Tosca, y en modo especial la protagonista, siempre se nos aparece como sumergida en un clima asaz fabuloso o, por lo menos, alejado de la realidad evidente. Su fascinación, su presencia constante —hasta cuando no se la ve en la escena— parecen eludir una caracterización precisa. Los celos, el temor, el dolor, la determinación última de salvarse con el amante, hablan un lenguaje muy claro, y preciso a la vez que distante, como de mito poético.
Scarpia posee un relieve deliberadamente “pesante”, rico empero en sutiles matices psicológicos. Mario Cavaradossi, oscilando entre el ideal del arte en una casi “dannunziana” contemplación, el amor por Tosca y el odio por la tiranía, presenta las generosas incertidumbres de su carácter, expresadas con la mayor riqueza melódica de toda la ópera. Y es genial, sin duda, la articulación que ésta revela en todo momento, como no podía ser más feliz la ambientación de episodios y personajes. Baste recordar, a este propósito, el ejemplo del Te Deum y el comienzo del tercer acto, sugestiva pincelada paisajística este último. Todos los personajes, aun los menos importantes (como el del Sacristán, que es todo un capolavoro) han sido fijados por la mano del músico con la mayor seguridad de trazo. En cuanto al atuendo instrumental es tan sencillo y equilibrado como siempre, presto a incorporar todas las sabias conquistas expresivas de entonces más reciente data. Y está presente, además, esa armonía, inconfundiblemente “pucciniana” melodía, que también en Tosca es el alma del canto, y sobre el canto, a manera de cabal identificación melódica, Puccini basó como siempre su teatro con una intuición que bien podemos calificar de infalible.
Giuseppe Pugliese
Resumen argumental
Primer acto
En el interior de la Iglesia de San Andrés del Valle
La acción de esta ópera transcurre en Roma, durante junio de 1800. Y se inicia en el interior de la Iglesia de Sant'Andrea della Valle. Un hombre cuyos gestos revelan gran inquietud y en cuyo atuendo se manifiesta considerable descuido, acaba de irrumpir en la desierta nave. Es Angelotti, un importante prisionero político, que acababa de fugarse del Castillo del Santo Angel. Oculta en la base de la columna que sostiene la imagen de la Madonna, su hermana le ha dejado una llave con la cual podrá franquear la reja de la capilla familiar de los Attavanti —que se ve a la derecha del espectador— donde hallará los elementos necesarios para disfrazarse y completar su fuga iniciada al parecer con auspicioso éxito.
Apoyado contra el muro opuesto de la nave se levanta una suerte de andamio, sobre el cual advertimos un caballete de pintor, cubierto por una tela que oculta a las miradas del estado actual de su trabajo. El sacristán, un hombrecillo bullicioso y dinámico entra gruñendo, lo que en él parece costumbre, contra el exceso de tareas que le impone su ministerio. Se sorprende al advertir que el pintor no ha llegado todavía y observa de paso que aún están intactas las provisiones contenidas en la cesta de la merienda destinada a aquél. Es la hora del Angelus; el sacristán se arrodilla para pronunciar las palabras del ritual y aún no ha terminado cuando el pintor, Mario Cavaradossi, regresa dispuesto a reanudar sus tareas. Descorre el lienzo que recubre la tela inconclusa, donde está cobrando forma la figura de una María Magdalena con ojos azules y blondos cabellos. Para pintarla se ha servido de un modelo inesperado: cierta joven que durante los últimos días vino a orar con frecuencia al pie de la Madonna.
A punto de reanudar su trabajo, Mario compara con la imagen de su Magdalena, la efigie que representa la miniatura de un medallón que lleva consigo: es la faz de Tosca, la diva del momento en la escena lírica romana, hermosa y apasionada mujer cuyos ojos son tan negros como el azabache de sus cabellos. El contraste entre las respectivas bellezas de la morena amante y la blonda modelo desconocida, inspira a Cavaradossi una íntima reflexión, que bien poco tarda en asumir la forma de un bellísimo arioso, Recondita Armonia.
Cuando el sacristán abandona la nave del templo, sale Angelotti de su escondite. Tras un primer sobresalto al descubrir la figura del pintor, éste concluye por reconocer a su entrañable amigo, a quien saluda jubilosamente como “el Cónsul de la extinta república romana”. Mario ofrece al instante su ayuda al líder patriota, mas como a ambos los apremia una inesperada contingencia —el arribo de Tosca, quien no poco sorprendida por hallar la puerta cerrada, llama con creciente urgencia a su amante— éste apenas si tiene tiempo para acercarle la cesta de provisiones al famélico Angelotti, que vuelve a ocultarse en la capilla.
El rumor de las voces que no se le ha escapado del todo, y la fertilidad propia de su celosa imaginación, le hacen suponer a Tosca que Mario está allí con otra mujer. No sin esfuerzo consigue el joven persuadirla de lo contrario y tras de calmarla, ambos convienen en encontrarse esa noche en la villa que Cavaradossi posee en las afueras, tan pronto como la diva haya terminado su actuación en el teatro del Palacio Farnese, residencia romana de la Reina.
Libre el campo por segunda vez, reaparece Angelotti. Mario le sugiere buscar refugio en su villa, donde nadie pensará buscarle y donde en caso de peligro podrá ocultarse con la más absoluta seguridad en una cámara secreta a la cual se llega únicamente descendiendo por la cuerda del pozo abierto en el jardín. Angelotti le anuncia que su hermana, la marquesa Attavanti (a quien Cavaradossi identifica entonces con la bella joven cuya faz ha retratado) dejó para él un disfraz femenino, en el que no falta siquiera un velo y un abanico, oculto bajo el altar de la capilla familiar. Esta vez, la agitada conversación es interrumpida por el fragor de un cañonazo. La fuga ha sido descubierta. Ambos hombres escapan juntos rumbo a la Villa de Mario.
El estampido atrae al sacristán de retorno a la nave. Para él, el cañonazo confirma la esperada nueva de que el joven militar que comanda las tropas francesas, el odiado Bonaparte, ha sido derrotado al fin por las tropas aliadas. Clérigos, monaguillos, alumnos y cantores de la capilla de San Andrés acuden a su llamado, pero el júbilo colectivo debe cesar bruscamente al entrar Scarpia. La acción desemboca así en la fase decisiva del primer acto. El sacristán se entera por Scarpia que un importante prisionero ha buscado refugio en la iglesia al huir del Castel Sant'Angelo. Spoletta, hombre de confianza del barón, efectúa un rápido registro. La puerta de la capilla Attavanti está misteriosamente abierta. Scarpia retorna de su interior con un rastro impensado: un abanico en el cual reconoce el emblema familiar de los Attavanti. Y son las facciones de la marquesa las que reproduce el retrato que el pintor ha dejado descubierto al partir precipitadamente. Es evidente que la hermana del ex prisionero y la modelo del pintor son una misma persona. Para completar el cuadro el temido jefe de policía se informa al punto de la identidad del pintor (“¡Cavaradossi! ¡El amante de Tosca! ¡Un sospechoso!”) y de que el cesto de provisiones, intacto hasta momentos antes, según el atemorizado sacristán, está ahora vacío.
En este punto de la acción retorna Floria Tosca, forzada a alterar sus planes nocturnos, y ansiosa por informar cuanto antes a su amado. Scarpia inicia al instante su cerco psicológico. Luego de cumplimentarla con aire melífluo por su reconocida piedad, enciende sus sospechas con la exhibición del abanico, que dice haber hallado sobre la plataforma del artista, y que se convierte así en la prueba de la infidelidad de Mario. Yago de nuevo cuño, Scarpia logra hábilmente lo que se propone: Tosca es pronto presa de coléricos celos y Spoletta recibe orden de seguirla adonde quiera que vaya. Scarpia descuenta que por su intermedio descubrirán la pista del pintor, y a través de éste será fácil llegar a Angelotti. El acto marcha con celeridad hacia su fin. La iglesia se llena de fieles que concurren al Te Deum; mas Scarpia sigue ocupando el centro de la escena, y de la intriga, puesto que sobre el fondo de la música litúrgica, su voz pregusta el sabor de una doble victoria: la conquista de Tosca y la perdición de su amante. Tan tortuosos pensamientos no le impedirán arrodillarse para orar, mientras cae rápidamente el telón.
Tosca. Benoît Jacquot (Director).
Tre sbirri... Una carozza... Presto'' - Te Deum.
Ruggero Raimondi (Scarpia).
Segundo acto
El despacho de Scarpia en el Palacio Farnese
Scarpia cena frugalmente en su despacho. Una ventana se abre al gran salón inferior donde la reina de Nápoles ofrece una recepción en cuyo transcurso actuará la diva Floria Tosca, atractivo principal de la velada. Scarpia se muestra sumamente irritable, careciendo hasta el momento de noticias acerca de la cacería de sus prófugos. Se decide por fin a llamar a Tosca a quien envía una nota por intermedio de Sciarrone. “Vendrá —murmura— por amor a su Mario”.
Apenas ha salido el mensajero cuando regresa Spoletta. Angelotti no pudo ser hallado, pero los esbirros traen en cambio a Cavaradossi. Mario soporta con valor el apremiante interrogatorio, negando vehemente todas las acusaciones y presunciones de Scarpia. Tosca llega en ese momento y Mario alcanza a prevenirla en breve aparte para que se cuide de revelar nada de cuanto sabe. A una orden del barón trasladan a Cavaradossi a la contigua cámara de torturas. Y con Spoletta montando guardia en la puerta de comunicación, Scarpia reanuda el sedio de Tosca. Ante sus negativas el astuto y cruel barón le revela lo que está ocurriendo en el aposento vecino. Ella, empero, se mantiene firme, aunque los gritos de dolor que Cavaradossi no puede contener concluyen por destrozarle los nervios. Agotada ya por la prolongada angustia, la desdichada revela al inquisidor el paradero de Angelotti.
Cesada la tortura, Mario regresa, semidesvanecido, sostenido en vilo por los esbirros. Tosca trata de confortarlo y le asegura no haber dicho nada, pero la orden que el siniestro Scarpia imparte al punto en voz alta revela a Mario que el secreto ha sido traicionado por su amante, a la que maldice.
Mas Sciarrone llega a su vez con gran urgencia para informar a su jefe que Bonaparte, lejos de caer vencido, ha sido una vez más el vencedor. Mario exulta de alegría ante la nueva y predice con arrogancia el próximo fin de los déspotas que a Italia tienen esclavizada. La respuesta de Scarpia se reduce a anunciarle que el cadalso le aguarda (“Va! moribondo, il capestro t'aspetta...”). Scarpia ve llegado el momento de estrechar aun más el cerco, y recuerda cínicamente a Tosca que aún puede, si lo desea, salvar a Mario. ¿El precio? Apenas el sacrificio de la honra. Tosca reacciona con violencia: odio y asco; es todo cuanto siente por él. Scarpia, enardecido, la persigue alrededor del aposento. Un redoble de tambores interrumpe la repugnante persecución: Mario está llegando al lugar donde será ajusticiado dentro de una hora. Es en este momento cuando la diva canta su memorable lamento “Vissi d'arte”, doliente protesta por tan injusto castigo al cabo de una existencia dedicada al arte, a la música, a la piedad y a la generosidad.
Su batalla con Scarpia debe culminar en seguida. Spoletta regresa para informar a su jefe que Angelotti ha preferido el suicidio a entregarse con vida. Trae como testimonio del fin del patriota el puñal con que éste se eliminó. Tosca comprende que todo está perdido a menos que opte por el sacrificio que le exige aquel monstruo y asiente con un gesto cuyo sentido no escapa al malvado barón. Éste procede ahora a preparar la escena para el último paso de su aborrecible perfidia. Le explica que Mario no puede ser públicamente perdonado; será preciso pasar por un simulacro de ejecución. Como testimonio de su buena fe instruye a Spoletta: “Como hicimos con el conde Palmieri, ¿has comprendido?” Y Spoletta, que comprende demasiado bien, se retira para hacer ejecutar las presuntas órdenes. Antes de entregarse a las efusiones del sátiro, Tosca reclama todavía una última condición: Scarpia deberá extenderle ahora mismo un salvoconducto para que ella y su amante puedan salir libremente del Estado. Él accede, y mientras está absorbido en la tarea de extender dicho documento, la mano de Tosca, que se ha aproximado vacilante a la mesa para humedecer sus labios resecos con una gota de vino, tropieza con el puñal de Angelotti. Se apodera ansiosamente de él y lo mantiene oculto mientras Scarpia avanza apasionadamente hacia la codiciada mujer, en tren de reclamar su recompensa. Encuentra en cambio la afilada punta del puñal que Tosca le sepulta ferozmente en el pecho.
Scarpia se desploma herido de muerte barbotando una maldición. Unos instantes después su alma habrá abandonado ya el cuerpo, casi tan repelente como ella. Tosca se enjuaga las manos con el agua que contiene una botella, borrando los rastros de sangre. Frente al espejo recompone su tocado con trágica serenidad y de improviso recuerda el salvoconducto, que debe arrancar a la mano crispada del odiado cadáver. Todo parece concluido. “¡Ante él temblaba Roma entera!” exclama, y cuando va a salir de la estancia vuelve a detenerse, para encender dos candelas en la llama del candelabro que alumbró la trágica escena, y que deposita en seguida a ambos lados del cadáver. Por último, deja caer sobre el pecho exánime del extinto enemigo, un crucifijo descubierto sobre un mueble, y extendiendo una postrera mirada sobre la macabra escena se desliza fuera del aposento.
Tosca. Benoît Jacquot (Director).
Vissi d'arte, vissi d'amore.
Angela Gheorghiu (Tosca).
Tercer acto
En una terraza del Castillo del Santo Angel
Allí va a ser ejecutado Cavaradossi. El infortunado patriota formula a su carcelero un último ruego: que le conceda permiso —y el necesario recado— para escribir un adiós a la mujer que ama. Apenas ha escrito unas líneas; el recuerdo de Tosca lo agobia impulsándolo a entonar su nostálgico, al cabo dramático, adiós a la vida (E lucevan le stelle). Al concluir, abrumado por el dolor hunde su cabeza en el hueco de las manos. Así es como lo halla Tosca al llegar, instantes después, con la nerviosa alegría de un ángel libertador. Sin poder articular aún una sola palabra, ella le muestra el salvoconducto que obtuvo de Scarpia. Luego le cuenta la historia de todo lo ocurrido desde que Mario fuera llevado por los esbirros. Conmovido, Cavaradossi celebra su audacia y el coraje en una tierna arietta, O dolci mani, hasta que caen uno en brazos del otro en un rapto de felicidad ante la perspectiva de una liberación inminente.
Vuelto a la realidad, Tosca le explica la treta de la ejecución simulada, y recomendándole representar bien su parte hasta que se hayan marchado los soldados. “Como la Tosca en el teatro”, le asegura sonriente al amado al ir al encuentro del pelotón de fusilamiento. Suena la descarga, y Cavaradossi se desploma con espléndida naturalidad... muerto. “Ecco un artista!” —exclama Tosca, a quien no le resta sino esperar que Spoletta y los soldados hayan dejado desierta la terraza que iluminan ya los primeros fulgores del amanecer. Al advertir con alarma la prolongada inmovilidad de Mario, la mujer se aproxima con horrible presentimiento y al descubrir que ya no es más que un cadáver deja escapar un grito de horror, seguido por desesperados sollozos. El feroz Scarpia se ha vengado después de muerto.
Un rumor de voces anticipa el inminente regreso de Spoletta y los guardias. El asesinato del jefe de la policía romana ha sido ya descubierto. “Tendrás que pagar bien cara su vida” —grita el esbirro—. Tosca le responde: “Con la mía!” Y corriendo hasta el borde del parapeto se arroja al vacío.
Acercándose hasta el muro, los soldados contemplan sobrecogidos el espectáculo. Spoletta permanece en cambio pálido y desconcertado, mientras el telón cae rápidamente.
Tosca. Benoît Jacquot (Director).
Come è lunga l'attesta! - Presto, su! Mario!.
Roberto Alagna (Mario Cavaradossi), Angela Gheorghiu (Tosca).
Texto en español e italiano.
Personajes
MARIO CAVARADOSSI Pintor Tenor
FLORA TOSCA Cantante, Amante de Mario Soprano
EL BARÓN SCARPIA Jefe de Policía Barítono
CÉSAR ANGELOTTI Cónsul Republicano Bajo
SPOLETTA Policía Tenor
SCIARRONE Policía Bajo
SACRISTÁN
Sacristán
de San Andrea del Valle
Barítono
La acción se desarrolla en Roma, a principios del siglo XIX
ACTO PRIMERO
(La iglesia de San Andrés del Valle.
A la derecha, la capilla Attavanti.
A la izquierda, un andamio y, sobre
él, un gran cuadro cubierto por una
tela. Útiles varios de pintor. Una
cesta. Entra Angelotti con heridas,
temblando de miedo, casi corriendo.
Echa una rápida ojeada al entorno)
Escena Primera
ANGELOTTI
¡Ah! ¡Por fin! Aturdido de miedo,
veía policías en todas partes.
(Vuelve a mirar atentamente a su
alrededor, con más calma, para
reconocer el lugar Suspira con
alivio, al ver el pilar con la pila
del agua bendita y a la Virgen)
La pila...., el pilar....
"Al pie de la Señora"
me escribió mi hermana...
(Se acerca. Busca, a los pies de
la Virgen y, de ahí, retira con un
sofocado grito de alegría, una llave)
¡Aquí está la llave!...
¡Y, ahí, la capilla!
(Con gran precaución, abre
la cancela de la capilla Attavanti,
entra, vuelve a cerrar y
desaparece.)
Escena Segunda
EL SACRISTÁN
(va de aquí para allá tratando de
poner orden en la iglesia; lleva,
ntre las manos, un manojo de
pinceles. Habla en voz alta, como si
estuviese hablando con alguien)
¡Siempre lavando!
Cada pincel de éstos está más sucio
que la camisa de un pícaro.
Señor pintor.. ¡Caray!
(mira hacia el andamio, donde está el
cuadro y, viéndolo desierto, exclama,
sorprendido)
¡No hay nadie!...
Habría jurado que había vuelto
el caballero Cavaradossi.
(deja los pinceles, sube al andamio,
mira el interior de la cesta y, dice)
No; me equivoco:
la cesta esta intacta.
(Desciende del andamio. Suena el Ángelus.
El sacristán se arrodilla y reza, en voz
baja)
Angelus Domini nuntiavit Mariae,
et concepit de Spiritu Sancto.
Ecce ancilla Domini;
Fiat mihi secundum verbum tuum.;
Et Verbum caro factum est
Et habitavit in nobis...
Escena Tercera
CAVARADOSSI
(Entra por la puerta lateral
y ve al sacristán de rodillas)
¿Qué estás haciendo?
EL SACRISTÁN
(Levantándose)
Rezando el Ángelus.
(Cavaradossi sube por el andamio
y descubre el cuadro. Es una María
Magdalena con grandes ojos azules
y de preciosos cabellos dorados. El
pintor lo observa atentamente. El
sacristán, volviéndose hacia él, ve
el cuadro, descubierto, y profiere un
grito, maravillado)
EL SACRISTÁN
¡Santos cálices!
¡Su retrato!
CAVARADOSSI
(Volviéndose hacia el sacristán)
¿De quién?
EL SACRISTÁN
De aquella desconocida
que a rezar aquí venia....
(Con actitud afectada dirige la vista
a la Señora, de la que Angelotti
ha sacado la llave)
...tan devota... tan pía.
CAVARADOSSI
(Sonriendo)
Es cierto. Y era tan
ferviente en su rezo
que yo pinté, sin que me viera,
su bello semblante.
EL SACRISTÁN
(Para sí, escandalizado)
¡Fuera, Satanás! ¡Fuera!
CAVARADOSSI
(Al sacristán)
¡Dame los colores!
(El sacristán lo sigue. Cavaradossi
pinta con rapidez y, a menudo, se
detiene a remirar el propio trabajo;
el sacristán, va y viene, llevando una
palangana dentro de la cual sigue
lavando las pinceles. De repente,
Cavaradossi deja de pintar, se saca
del bolsillo un medallón que contiene
una miniatura y, sus ojos, empiezan a
ir del medallón, al cuadro)
¡Recóndita armonía
en bellezas diversas!
Es morena Flora,
la ardiente amante mía...
EL SACRISTÁN
(A media voz, refunfuñando)
¡Ríete con el diablo
y deja en paz a los santos...!
(Se aleja para coger agua
con el fin de limpiar los pinceles)
CAVARADOSSI
Y tú, beldad ignota,
coronada por rubios cabellos...
¡Tú, con tus ojos azules
y, Tosca, de ojos negros!
EL SACRISTÁN
(Volviendo del fondo y siempre
escandalizado)
¡Ríete con el diablo
y deja en paz a los santos...!
(Continúa lavando los pinceles)
CAVARADOSSI
El arte, en su misterio,
las diversas bellezas,
mezcla y confunde
mas, en el retrato de ella,
mi único pensamiento, eres tú,
¡Tosca: eres tú!
(Continúa pintando)
EL SACRISTÁN
(Para sí, en un aparte)
Estos colores que pretenden rivalizar
con los de la Señora
echan un hedor de infierno.
(Seca los pinceles lavados,
continúa refunfuñando)
¡Bromea con el diablo
y deja en paz a los santos...!
¡Pero, con esos perros ateos
enemigos del santísimo Gobierno,
no hay que meter baza!...
(Coloca la palangana bajo el
andamio y los pinceles en un
vaso, cerca del pintor)
¡Ríete con el diablo
y deja en paz a los santos...!
(mirando a Cavaradossi)
¡Son todos unos irreverentes!
Hagamos, la señal de la cruz.
(A Cavaradossi)
Excelencia, ¿me voy?
CAVARADOSSI
¡Haz lo que quieras!
(Sigue pintando)
EL SACRISTÁN
(Indicando la cesta)
Llena esta la cesta...
¿Está haciendo penitencia?
CAVARADOSSI
No tengo hambre.
EL SACRISTÁN
(Irónico, frotándose las manos)
¡Cuánto lo lamento...!
(No puede contener un gesto de
alegría y una mirada ávida hacia el
cesto, que coge, y lo aparta un poco.
Después se pone a fumar tabaco)
Cierre cuando se vaya
CAVARADOSSI
(Pintando)
¡Vete!
EL SACRISTÁN
¡Me voy!
(se aleja por el fondo. Cavaradossi,
de espaldas a la capilla trabaja.
Angelotti, creyendo la iglesia vacía,
aparece por detrás de la cancela e
introduce a llave, para abrir)
Escena Cuarta
CAVARADOSSI
(al ruido de la cerradura, se vuelve)
¡Hay gente ahí dentro...!
(al movimiento que ha hecho
Cavaradossi, Angelotti, aterrado,
intenta refugiarse de nuevo en la
capilla pero, al levantar la vista,
ahoga un grito de alegría en su
pecho. Ha reconocido al pintor y
le extiende los brazos como a una
ayuda inesperada)
ANGELOTTI
¿Vos? ¡Cavaradossi!
¡Os manda el mismo Dios!
(Cavaradossi no reconoce a Angelotti
y permanece atónito en el andamio.
Angelotti se aproxima a él para que
pueda reconocerlo)
¿No me reconocéis?
(Con tristeza)
¡Tanto me ha cambiado la cárcel...!
CAVARADOSSI
(Mira fijamente a Angelotti y, al fin,
lo reconoce. Deja enseguida los
pinceles, baja del andamio y va
hacia Angelotti, mirando alrededor)
¡Angelotti! ¡El cónsul
de la extinta república romana!
(Corre a cerrar la puerta)
ANGELOTTI
(Con misterio. Andando al
encuentro de Cavaradossi)
¡Acabo de huir
del Castillo de Sant' Angelo...!
CAVARADOSSI
(Generosamente)
¡Contad conmigo!
VOZ DE TOSCA
(Desde fuera)
¡Mario!
(A la voz de Tosca, Cavaradossi hace
un gesto a Angelotti para que guarde
silencio)
CAVARADOSSI
¡Escondeos! Es una mujer celosa.
En un instante me desharé de ella.
VOZ DE TOSCA
¡Mario!
CAVARADOSSI
(Hacia la puerta desde donde
esta viniendo la voz)
¡Estoy aquí!
ANGELOTTI
(Afectado por la debilidad,
se apoya en el andamio y dice
dolorosamente)
¡Estoy al limite de mis fuerzas;
ya no puedo más...!
CAVARADOSSI
(Rápido, sube al andamio y
baja con la cesta y se la da
a Angelotti)
¡En esta cesta hay comida y vino!
ANGELOTTI
¡Gracias!
CAVARADOSSI
(Animando a Angelotti, lo empuja
hacia la capilla)
¡Rápido!
(Angelotti entra en la capilla)
Escena Quinta
VOZ DE TOSCA
(aún fuera, llamando impaciente)
¡Mario! ¡Mario! ¡Mario!
CAVARADOSSI
(Fingiendo calma, abre a Tosca)
¡Estoy aquí!
TOSCA
(Entra con violencia, aleja
bruscamente a Cavaradossi que
quiere abrazarla, y mira, suspicaz,
a su alrededor)
¿Por qué esta cerrado?
CAVARADOSSI
(Con simulada indiferencia)
Lo quiere el sacristán...
TOSCA
¿Con quién hablabas?
CAVARADOSSI
¡Contigo!
TOSCA
¡Otras cosas murmurabas...
¿Dónde está...?
CAVARADOSSI
¿Quién?
TOSCA
¡Con ella...! ¡Esa mujer!
He oído sus pasos inquietos
y el murmullo de sus ropas...
CAVARADOSSI
¡Estás soñando!
TOSCA
¿Vas a negarlo?
CAVARADOSSI
(En ademán de besarla)
¡Lo niego y te amo!
TOSCA
(En un dulce reproche)
¡Oh! Ante la Señora...
¡No, Mario mío!
Deja que antes le rece,
y que le ponga flores...
(se acerca a la Señora, coloca las
flores que le ha traído, se arrodilla y
reza con devoción, luego se santigua
y se levanta. A continuación le dice a
Cavaradossi, que se había preparado
para reiniciar el trabajo)
Ahora escúchame: esta noche canto,
aunque será breve...
Espérame a la salida del escenario
y nos vamos solos, a tu casa, solitos.
CAVARADOSSI
(ensimismado)
¿Esta noche?
TOSCA
Es luna llena
y el aroma de las flores, por la noche,
embriaga el corazón.
¿No estás contento?
(Va a sentarse sobre un peldaño,
junto a Cavaradossi)
CAVARADOSSI
(Todavía un poco distraído)
¡Mucho!
TOSCA
(Herida por ese acento)
¡Dímelo otra vez!
CAVARADOSSI
¡Mucho!
TOSCA
(Impaciente)
Lo dices con desgana.
¿No suspiras por nuestra casita que,
oculta en el bosque, nos espera?
Nuestro nido sagrado,
desconocido de todos,
lleno de amor y de misterio
¡A tu lado sentir,
bajo las silenciosas estrellas,
oír, el murmullo de la Naturaleza!
De los bosques, de los robles,
de las secas hierbas,
desde lo profundo
de las tumbas antiguas,
llega el aroma del tomillo.
La noche esconde murmullos
de minúsculos amores
y de pérfidos consejos
que enternecen los corazones.
Inmensos campos floridos: ¡palpitad!
¡Derrama voluptuosidad,
bóveda estrellada!
¡Arde en Tosca un amor loco!
(Reclinando la cabeza sobre
el hombro de Cavaradossi)
CAVARADOSSI
(vencido pero alerta)
¡Abrázame, sirena mía...!
(Mira hacia la puerta por
donde ha salido Angelotti)
TOSCA
¡Arde en la sangre de Tosca
un loco amor!
CAVARADOSSI
¡Sirena mía, iré!
Pero ahora, déjame trabajar.
TOSCA
(sorprendida)
¿Me echas?
CAVARADOSSI
Urge la obra, ya lo sabes.
TOSCA
(Impaciente, levantándose)
¡Me voy! ¡Ya me voy!
(Se aleja un poco, después se vuelve
para mirarlo, alza los ojos y ve el
cuadro. Muy agitada vuelve hacia
Cavaradossi)
¿Quién esa mujer rubia de ahí arriba?
CAVARADOSSI
(con calma)
La Magdalena. ¿te gusta?
TOSCA
¡Muy bella!
CAVARADOSSI
(Riendo e inclinándose)
¡Precioso elogio!
TOSCA
(Suspicaz)
¿Te estás riendo?
Esos ojos celestes los he visto antes...
CAVARADOSSI
(Con indiferencia)
¡Hay tantos por el mundo...!
TOSCA
(Intentando recordar)
Espera,... espera...
(Sube al andamio. Triunfante)
¡Es la Attavanti!
CAVARADOSSI
(Riendo)
¡Muy bien!
TOSCA
(Ciega de celos)
¿La estás viendo? ¡Te ama!
¿La amas tú?
(Sollozando)
¿Tú la amas...?
CAVARADOSSI
(procura calmarla)
Ha sido mera casualidad...
TOSCA
(Sin escucharlo, celosa)
Esos pasos y ese murmullo...
¡Ah!... ¡Aquí estaba ahora mismo!
CAVARADOSSI
¡Ven aquí!
TOSCA
¡Ah, la pícara!
(Amenazadora)
¡A mí! ¡A mí!
CAVARADOSSI
(Serio)
La vi ayer, pero fue pura casualidad...
A rezar viene aquí...
No ha visto que la he retratado.
TOSCA
¡Júralo!
CAVARADOSSI
(serio)
¡Lo juro!
TOSCA
(Aún con los ojos vueltos al cuadro)
¡Cuán fijamente me esta mirando!
CAVARADOSSI
(La empuja suavemente para
descender de las gradas. Tosca
baja de espaldas dándole la mano
a Cavaradossi, sin apartar la
mirada del cuadro, al que Mario
da la espalda)
¡Ven aquí!
TOSCA
De mí, sardónica, se ríe.
CAVARADOSSI
¡Tonterías!
(La atrae, mirándola fijamente)
TOSCA
(Insistente)
¡Ah, esos ojos...!
CAVARADOSSI
¿Qué ojos pueden compararse
a tus ardientes ojos negros?
Es en ellos donde mi ser se mira.
¡Ojos de tierno amor, de ira fieros...!
¿Qué ojos pueden compararse
a tus ojos negros...?
TOSCA
(Vencida, apoyando la cabeza en el
hombro de Cavaradossi)
¡Oh! ¡Cuán bien conoces
el arte de hacerte amar!
(Todavía insistiendo en su idea,
maliciosamente)
Pero... ¡píntale los ojos negros!
CAVARADOSSI
(Con ternura)
¡Celosa mía!
TOSCA
Si, lo siento; te atormento sin cesar.
CAVARADOSSI
¡Celosa mía!
TOSCA
¡Cierta estoy del perdón
si comprendes mi dolor!
CAVARADOSSI
¡Mi Tosca idolatrada!
¡Todo en ti me complace!
¡Tu ira audaz
y tu estremecimiento de amor!
TOSCA
Dime otra vez
la palabra que consuela...
¡Dímela otra vez!
CAVARADOSSI
Vida mía, amante inquieta,
te diré siempre: "Flora, ¡te amo!"
Ah, serena tu alma,
pues te diré siempre: "¡Te amo!"
TOSCA
(Desasiéndose)
¡Dios mío! ¡Cuántos pecados!
¡Me tienes toda despeinada!
CAVARADOSSI
¡Ahora, ve, déjame solo...1
TOSCA
Hasta tarde estarás aquí, trabajando.
Prometeme que, casualidad o suerte,
morena o rubia,
¡a rezar no vendrá mujer ninguna!
CAVARADOSSI
¡Te lo juro, mi amor! ¡Ve!
TOSCA
¡Cuánto me apremias!
CAVARADOSSI
(Con dulce reproche, viendo
despuntar, de nuevo, los celos)
¿Otra vez?
TOSCA
(Cayendo en sus brazos y
ofreciéndole su mejilla)
No... perdona...
CAVARADOSSI
(Jocoso)
¿Ante la Señora?
TOSCA
(Señalando a la Señora)
¡Es tan buena...!
(Lo besa y se apresura a salir, pero
mirando todavía el cuadro, le
dice con malicia:)
Pero... ¡píntale los ojos negros!
(Tosca, sale corriendo.)
Escena sexta
(En cuanto ella se ha marchado,
Cavaradossi, con precaución, abre
la puerta y mira hacia afuera.
Viéndolo todo tranquilo, corre o
la capilla. Angelotti aparece, de
pronto, detrás de la cancela)
CAVARADOSSI
(Abriendo la cancela a Angelotti,
que naturalmente, ha debido de oír
el diálogo anterior)
Es buena mi Tosca, pero creyente,
a su confesor nada le oculta;
por eso, me he callado.
Es lo más prudente.
ANGELOTTI
¿Estamos solos?
CAVARADOSSI
Sí. ¿Cuál es vuestro plan...?
ANGELOTTI
Según los acontecimientos,
huir o permanecer escondido en Roma...
Mi hermana...
CAVARADOSSI
¿La Attavanti?
ANGELOTTI
Sí... Ha escondido ropas de mujer ahí,
bajo el altar:
falda, velo, abanico...
(Mira alrededor con miedo)
Apenas anochezca
me lo pondré todo...
CAVARADOSSI
¡Ahora comprendo!
Ese hacer circunspecto,
y el fervor en el rezo
en una mujer tan joven y tan bella
me habían hecho sospechar
de un amor oculto...
¡Ahora comprendo!
¡Era amor de hermana!
ANGELOTTI
¡Ella todo lo ha arriesgado
para sustraerme a Scarpia, el canalla!
CAVARADOSSI
¿Scarpia?
¡Ese beato sátiro que explota
con prácticas devotas
su lujuria libertina,
y se vale de su lascivo talento
(Con fuerza creciente)
para hacer de confesor y verdugo...!
¡Aunque me cueste la vida, os salvaré!
Mas esperar a la noche es poco seguro
ANGELOTTI
¡Temo la luz del día...!
CAVARADOSSI
(Señalando)
La capilla da a un huerto mal cerrado;
luego hay un cañaveral que lleva
a través del campo a una villa mía.
ANGELOTTI
La conozco...
CAVARADOSSI
Aquí está la llave...
antes de la noche me reuniré con vos.
Llevaos las ropas de mujer
ANGELOTTI
(recoge las ropas, escondidas por su
hermana, desde debajo del altar)
¿Me las pongo?
CAVARADOSSI
No hace falta; el camino está libre...
ANGELOTTI
(A punto de salir)
¡Adiós!
CAVARADOSSI
(Corriendo hacia Angelotti)
En caso de peligro,
id al pozo del jardín.
¡El agua está en el fondo pero,
hacia la mitad del descenso,
hay un pequeño pasaje
que lleva a un antro oscuro,
refugio impenetrable y seguro...!
(se oye un cañonazo; ambos se
miran, muy nerviosos)
ANGELOTTI
¡El cañón del castillo!
CAVARADOSSI
¡Han descubierto la fuga!
¡Ahora, Scarpia suelta a sus esbirros!
ANGELOTTI
¡Adiós!
CAVARADOSSI
(Con súbita resolución)
Iré con vos. ¡Estaremos alerta!
ANGELOTTI
¡Oigo a alguien!
CAVARADOSSI
(Con entusiasmo)
¡Si nos atacan lucharemos!
(Salen rápidamente de la capilla.)
Escena Séptima
EL SACRISTÁN
(Entra corriendo gritando)
¡Gran júbilo, excelencia...!
(mira hacia el andamio y se queda
sorprendido por no encontrar,
tampoco esta vez, al pintor)
¡Ya no está! ¡Qué decepción!
¡El que reza por quien no cree,
se gana una indulgencia!
(Acuden, de todas partes, clérigos,
alumnos y cantores de la capilla.
Entran todos tumultuosamente)
¡Aquí, todos los del coro!
¡Rápido...!
(otros diáconos entran, más tarde y,
al fin, se agrupan todos)
LOS ALUMNOS
(Con máxima confusión)
¿Dónde?
EL SACRISTÁN
(Empujando a algunos clérigos)
A la sacristía.
ALGUNOS ALUMNOS
Pero, ¿qué ocurre?
EL SACRISTÁN
¿No lo sabéis?
(agitado)
Bonaparte..., el bandido.....
Bonaparte
OTROS ALUMNOS
(se acercan al sacristán y lo
rodean, mientras acuden otros
que se unen a los primeros)
Bueno, ¿qué ha pasado?
EL SACRISTÁN
¡Lo han desplumado, aplastado
y arrojado a Belcebú!
CORO
¡Quién lo ha dicho? ¡Es un sueño!
¡Es mentira!
EL SACRISTÁN
Es cierto;
¡acaba de llegar la noticia!
EL CORO
¡Festejemos la victoria!
EL SACRISTÁN
¡Y, esta noche,
gran desfile de antorchas,
noche de gala en el Palacio Farnesio,
y, un nuevo recital para la ocasión
de Flora Tosca!
¡Y, en las iglesias,
himnos al Señor!
¡Ahora, id a vestiros,
no hagáis más escándalo!
¡Vamos, vamos, a la sacristía!
CORO
(riendo y gritando alegremente, sin
hacerle caso al sacristán, que intenta
en vano dirigirlos hacia la sacristía)
¡Doble paga...! ¡Te Deum, Gloria...!
¡Viva el Rey...!
¡Festejemos la victoria!
¡Esta noche gran desfile de antorchas!
EL SACRISTÁN
¡Id a vestiros!
CORO
¡Noche de gala,
se festeja la victoria! etc.
Escena Octava
(Sus gritos llegan al máximo cuando,
una voz irónica rompe, bruscamente,
la algarabía de cantos y risas.
Escarpia; tras de él, entran Spoletta
y algunos de sus esbirros)
SCARPIA
(con gran autoridad)
¡Un jolgorio así en la Iglesia!
¡Qué poco respeto!
EL SACRISTÁN
(Balbuciendo, lleno de miedo)
Excelencia, el gran júbilo...
SCARPIA
Apresúrate para el Te Deum.
(Todos se alejan, cabizbajos; el
sacristán hace por escabullirse pero,
Scarpia, lo retiene, bruscamente)
¡Tú, quédate!
EL SACRISTÁN
(Amedrentado)
¡No me muevo!
SCARPIA
(A Spoletta)
¡Y, tú, ve, mira en cada esquina,
recoge cada huella!
SPOLETTA
¡Está bien!
(se marcha con dos esbirros)
SCARPIA
(A otros esbirros)
¡Ojo a las puertas,
pero sin levantar sospechas!
(Al sacristán)
Ahora te toca a ti...
Mide tus respuestas.
Un prisionero de Estado
ha huido hoy mismo
del Castillo Sant' Angelo...
(enérgico)
¡Y se ha refugiado aquí...!
EL SACRISTÁN
¡Misericordia!
SCARPIA
Quizá, aún esté aquí.
¿Dónde está la capilla Attavanti?
EL SACRISTÁN
¡Ésa es!
(Va hacia la cancela y la ve abierta)
¡Abierto! ¡Arcángeles!
¡Hay otra llave!
SCARPIA
Buen indicio... entremos.
(Entran en la capilla; después,
vuelven. Scarpia tiene entre las
manas un abanico cerrado que
agita nerviosamente.)
(Para sí)
¡Ha sido un grave error
ese disparo de cañón!
El pájaro ha volado pero, tras de sí,
dejó una prenda preciosa...
un abanico.
(Agitándolo con aire)
¿Qué cómplice urdió esta trama?
(se queda pensativo; después, mira,
atentamente, el abanico. En un
momento, se fija en un símbolo de
armas familiar y exclama con viveza)
¡La marquesa Attavanti!
¡Su escudo...!
(mira a su alrededor, escrutando
cada esquina de la iglesia. Sus ojos
se detienen en el andamio, sobre los
útiles del pintor, sobre el cuadro y el
rostro familiar de la Attavanti, con el
que está representada la Virgen)
¡Su retrato!
(Al sacristán)
¿Quién ha pintado esa tabla?
EL SACRISTÁN
(Todavía más invadido por el miedo)
El caballero Cavaradossi...
SCARPIA
¡Él!
(Uno de los esbirros que sigue a
Scarpia, vuelve de la capilla
llevando la cesta que Cavaradossi
le había dado a Angelotti)
EL SACRISTÁN
(mirándolo)
¡Dioses! ¡La cesta!
SCARPIA
(Continuando con sus reflexiones)
¡Él! ¡El amante de Tosca!
¡Un sospechoso!
¡Un revolucionario!
EL SACRISTÁN
(Que fue a mirar la cesta con
gran sorpresa exclama)
¡Vacía...! ¡Está vacía!
SCARPIA
¿Qué estás diciendo?
(Ve al esbirro con la cesta)
¿Qué pasa...?
EL SACRISTÁN
(Cogiendo la cesta)
Esta cesta estaba en la capilla
SCARPIA
¿La conoces?
EL SACRISTÁN
¡Claro!
(Nervioso y apresurado)
Es la cesta del pintor....
pero... no obstante...
SCARPIA
Escupe lo que sepas.
EL SACRISTÁN
(Muy asustado y casi y sollozando
le muestra la cesta vacía)
Yo, la dejé llena
de manjares exquisitos...
¡El almuerzo del pintor...!
SCARPIA
(Atento, inquisitivo, para
ganar terreno)
¡Habrá almorzado!
EL SACRISTÁN
¿En la capilla?
(Hace un gesto negativo con la mano)
No tenía la llave, ni pensaba comer,
según me dijo él mismo.
Por eso, yo la había puesto aparte...
para mí.
(Impresionado por el comportamiento
severo de Scarpia)
(Para sí)
¡Libérame, Señor!
(Muestra donde había dejado la
cesta y ahí la coloca otra vez)
SCARPIA
(Para si)
Está todo claro...
¡Las provisiones del sacristán
fueron para Angelotti!
(Viendo a Tosca, que entra aprisa)
¿Tosca? Que no me vea
(Apenas ve entrar a Tosca, se
esconde hábilmente tras la pila
del agua bendita haciendo señas
imperiosas de quedarse al sacristán,
el cuál, tremendamente incómodo, se
acerca al andamio del pintor)
¡Para inducir a un celoso a errar
Yago tenía un pañuelo,
y yo un abanico...!
Escena Novena
TOSCA
(Corre al andamio, en busca de
Cavaradossi y se sorprende de no
verlo, va buscarlo a la nave central
de la iglesia)
¡Mario! ¡Mario!
EL SACRISTÁN
(Que se encuentra al pie del andamio
acercándose a Tosca)
¿El pintor Cavaradossi?
¡Quién sabe dónde está!
Se ha esfumado, evaporado,
por arte de su propia brujería.
(Se escurre)
TOSCA
(Para sí, casi sollozando)
¿Me habrá engañado? ¡No, no...!
¡Él no puede traicionarme!
SCARPIA
(Rodea la columna y se presenta ante
la sorprendida Tosca. Sumerge los
dedos en la pila y se los ofrece, con
el agua bendita; fuera, suenan las
campanas que invitan a la iglesia)
Tosca divina la mano mía
la vuestra espera,
pequeña manita,
no por galantería
sino para ofreceros el agua bendita.
TOSCA
(Toca los dedos de Scarpia
y hace el signo de la cruz)
¡Gracias, señor!
(Poco a poco, entran en la iglesia
y van hacia la nave principal,
gente del pueblo, burgueses, criadas,
ciudadanos, etc.; después, un
cardenal, con el superior del
convento, se acerca al altar mayor.
La gente, vuelta hacia el altar, se
sitúa en la nave principal)
SCARPIA
¡Un noble ejemplo es el vuestro:
obtenéis el cielo llena de santo celo,
el magisterio del arte
que la fe reaviva!
TOSCA
(distraída y pensativa)
Sois muy amable...
SCARPIA
Las mujeres pías son escasas...
Vos sois una artista y sin embargo...
(Con intención)
a la iglesia venís a rezar.
TOSCA
(Sorprendida)
¿Qué queréis decir?
SCARPIA
Y, no hacéis como ciertas descaradas
(Indicando el retrato)
que tienen de Magdalena
rostro y vestidos...
(Con marcada intención)
¡e intrigas de amor!
TOSCA
(Con espontánea reacción)
¿Qué? ¿De amor? ¡Pruebas!
SCARPIA
(Le muestra el abanico)
¿Es un útil de pintor esto?
TOSCA
(Cogiéndolo)
¡Un abanico! ¿Dónde estaba?
SCARPIA
Ahí, sobre esa tarima.
Seguro que alguien ha venido
a perturbar a los amantes
¡y ella al huir, perdió las plumas...!
TOSCA
(Examinando el abanico)
¡La corona! ¡El blasón!
¡Es la Attavanti!
¡Lo sospechaba...!
SCARPIA
(Para sí)
¡Ha surtido efecto!
TOSCA
(Con gran sentimiento, conteniendo
apenas las lagrimas, se olvida
del lugar y de Scarpia)
¡Y yo que venía apenada a decirle:
"En vano el cielo se oscurece,
la enamorada Tosca está prisionera
de las fiestas reales"...!
SCARPIA
(Para sí)
¡Ya le ha prendido el veneno!
(Melifluo, a Tosca)
¡Oh! ¿Qué os ofende
dulce señora...?
Una rebelde lágrima
desciende
sobre las bellas mejillas
y las humedece.
Dulce señora
¿qué os ocurre?
TOSCA
¡Nada!
SCARPIA
(Insinuante, con marcada intención)
Daría la vida por enjugar ese llanto.
TOSCA
(Sin escucharlo)
¡Yo que tanto lloro y, mientras,
en brazos de otra mi amor burla!
SCARPIA
(Para si)
¡Muerde el veneno!
TOSCA
(Cada vez mas atormentada)
¿Dónde están?
¡Si pudiera coger a esos traidores!
¡Oh, qué sospecha!
¡De dobles amores
es nido la villa!
¡Traidor! ¡Traidor!
(Con inmenso dolor)
¡Mi bello nido, inundado de fango!
(Con rápida resolución)
¡Os sorprenderé!
(Vuela al cuadro, amenazante)
¡Tú no lo tendrás esta noche!
¡Lo juro!
SCARPIA
(Escandalizado, casi reprochándola)
¡En la iglesia!
TOSCA
Dios me perdonará...
¡Él ve que estoy llorando!
(Se va, muy agitada. Scarpia la
acompaña, fingiendo darle seguridad.
En cuanto Tosca ha salido, se vuelve
y desde la columna, hace un gesto)
SCARPIA
(A Spoletta, que sale de
detrás de la columna)
Tres esbirros... Una carroza...
¡Rápido, seguidla a donde vaya,
sin ser vistos...!
¡Preparaos!
SPOLETTA
Está bien. ¿Dónde nos reuniremos?
SCARPIA
¡En el Palacio Farnesio!
(Spoletta sale con tres esbirros)
(con sonrisa sardónica)
¡Vete, Tosca!
¡En tu corazón, anida Scarpia...!
¡Vete, Tosca!
¡Es Scarpia quien ha dado alas
al halcón de tus celos!
¡Qué prometedora es tu sospecha!
¡En tu corazón se anida Scarpia...!
¡Vete, Tosca!
(Sale el cortejo que acompaña
al cardenal desde el altar mayor,
los soldados suizos separan a la
gente que se dispone a los dos lados.
Scarpia se inclina y reza, al paso del
cardenal El cardenal bendice a la
gente que se inclina con reverencia)
PRIOR
Adjutorum nostrum in nomine Domini
CORO
qui fecit coelum et terram
PRIOR
sit numen Domini benedictum
CORO
et hoc nunc et usquem in saeculum.
SCARPIA
(Con ferocidad)
A dos objetos apunta mi deseo:
la cabeza del rebelde
y en otra aún más preciosa...
¡En esos ojos victoriosos ver la llama
languidecer con espasmos
entre mis brazos...!
¡El uno, al potro;
la otra, entre mis brazos...!
(Queda inmóvil mirando al vacío.
Toda la gente está vuelta hacia
el altar mayor, algunos arrodillados)
EL CORO
Te Deun laudamos:
Te Deum confitemur!
SCARPIA
(el canto desde el fondo de la iglesia
lo sacude, como despertándolo de un
sueño. Se recompone, hace la señal
de la cruz y dice:)
¡Tosca, me haces olvidar a Dios!
(Se arrodilla, devotamente)
CORO, SCARPIA
Te aeternum
Patrem omnis terra veneratur!
ACTO SEGUNDO
(La habitación de Scarpia, en el piso
superior del palacio Farnesio. Mesa
dispuesta. Una amplia ventana sobre
el patio del Palacio. Es de noche.
Scarpia está sentado a la mesa y
cena. Interrumpe la cena, reflexiona
y mira el reloj; está inquieto y
pensativo).
Escena Primera
SCARPIA
¡Tosca es un buen halcón!:
¡Seguro que a estas horas
mis secuaces han apresado a ambos!
Mañana, sobre el patíbulo,
verá la aurora
a Angelotti y al bello Mario,
pender del lazo.
(toca la campanilla, entra Sciarrone)
Tosca... ¿está en palacio?
SCIARRONE
Un chambelán ha salido
en su busca...
SCARPIA
(Señalando la ventana)
Abre. Se ha hecho tarde....
(Del piso inferior donde la reina
de Nápoles, María Carolina, está
dando una gran fiesta en honor de
Melas se oye sonar una orquesta).
Al recital, aún le falta la diva.
Ya tocan gavotas.
(A Sciarrone)
Tú esperarás a la Tosca a la entrada,
le dirás que yo la espero
en cuanto acabe el recital...
(Sciarrone va a irse)
O, mejor...
(Se levanta y va a escribir una nota)
Le darás esta nota.
(Sciarrone se va. Scarpia se sienta
otra vez a la mesa y se llena el vaso)
¡Ella vendrá por amor a su Mario!
¡Por el amor de su Mario...
a mi placer se entregará!
Los profundos amores
se igualan en las profundas miserias.
Sabe mejor la conquista violenta
que el melifluo consentimiento.
Yo no sé de suspiros
ni de lechosas albas lunares.
¡No sé tañer acordes de guitarra
ni horóscopos de flores,
(Con desdén)
ni poner ojos de pez
o arrullar como una tórtola!
(Se levanta sin alejarse de la mesa)
¡Deseo ardientemente!
La cosa deseada persigo,
me sacio, la tiro
y vuelvo a una nueva presa.
Dios creó beldades y vinos diversos.
¡Yo quiero degustar cuanto pueda
de la obra de Dios!
(Bebe. Entra Sciarrone)
SCIARRONE
Ha llegado Spoletta.
SCARPIA
(Muy excitado, gritando)
¡Que entre, ya era hora!.
(Sciarrone sale para llamar a
Spoletta, entra con él y se queda
cerca de la puerta del fondo)
Escena Segunda
SCARPIA
(se sienta y está muy ocupado en
cenar, al mismo tiempo, interroga
a Spoletta sin mirarlo)
Y bien, amigo mío,
¿cómo anduvo la caza...?
SPOLETTA
(un poco y asustado. Para sí)
¡Que San Ignacio me ayude!
(A Scarpia)
De la señora seguimos las huellas,
llegamos a una pequeña villa aislada,
entre las frondas perdida.
Ella entró y salió sola, bien pronto.
Entonces, salté rápido
el muro del jardín, con mis perros,
y entré en la casa...
SCARPIA
¡Muy bien Spoletta!
SPOLETTA
(Vacilando)
¡Husmeo...! ¡Escarbo...! ¡Fustigo...!
SCARPIA
(Percibe la indecisión de Spoletta
y se levanta recto, pálido de ira,
frunciendo el ceño)
¡Ah...! ¿Y Angelotti...?
SPOLETTA
¡No lo encontramos!
SCARPIA
(Enfureciéndose)
¡Ah, perro! ¡Ah, traidor!
¡Morro de basilisco,
(Gritando)
a la horca!
SPOLETTA
(Temblando, intentado aplacar la
cólera de Scarpia)
¡Jesús!
(Tímidamente)
Estaba el pintor...
SCARPIA
(Interrumpiéndolo)
¿Cavaradossi?
SPOLETTA
(Asiente con el gesto y añade
rápidamente)
Él sabe dónde se esconde el otro.
¡Cada gesto, cada palabra,
traicionaba su burlona ironía;
así que lo traje arrestado!
SCARPIA
(Suspirando de satisfacción)
¡Menos mal!
SPOLETTA
(Señala la antecámara)
Está allí.
(Scarpia pasea, meditando; de
momento, se para. Por la ventana,
abierta, se oye el recital, seguido de
los coros, en la sala de la reina.)
CORO
El canto de los hombres asciende
a través del espacio, de los cielos,
transmitido por cuerpos celestes,
como lo anunciaban los Evangelios,
viene hacia ti, ¡Oh! Rey de Reyes!
SCARPIA
(A Spoletta)
Traed aquí al caballero.
(Sale Spoletta)
(A Sciarrone)
Que vengan Roberti y el Juez Fiscal.
(Sale Sciarrone. Scarpia se sienta
de nuevo en la mesa)
Escena Tercera
(Spoletta y cuatro esbirros introducen
a Mario Cavaradossi; después,
entran Roberti, el Juez con un
escribano y Sciarrone.)
CAVARADOSSI
(Altivamente, avanzando con ímpetu)
¡Qué violencia...!
SCARPIA
(Con estudiada cortesía)
Caballero,
tened la bondad de acomodaros...
CAVARADOSSI
Quiero saber...
SCARPIA
(Señalando una silla en el lado
opuesto de la mesa)
Sentaos...
CAVARADOSSI
(Rechazándolo)
Estoy esperando.
SCARPIA
¡Así sea!
(Mira fijamente a Cavaradossi
antes de interrogarlo)
CORO, TOSCA
¡Este canto vuela hacia ti!
Que este himno de gloria vaya a ti,
Dios todopoderoso y victorioso.
Dios que existías
antes del comienzo de los tiempos.
Que este canto se eleve hacia ti,
junto con el cántico de los ángeles.
El canto de los hombres asciende, etc.
SCARPIA
Sabéis que un prisionero...
(Se oye la voz de Tosca que,
participa en el recital)
CAVARADOSSI
(Conmovido)
¡Su voz!
SCARPIA
(Que se había interrumpido
al oír la voz de tosca)
...¿Sabéis que un prisionero ha huido
hoy del Castillo de Sant' Angelo?
CAVARADOSSI
Lo ignoro.
SCARPIA
Y se sospecha que vos lo habéis escondido
en Sant' Andrea,
provisto de alimentos y ropas...
CAVARADOSSI
(Con resolución)
¡Mentiras!
SCARPIA
(Sigue manteniéndose calmado)
...y, guiado a una propiedad vuestra,
fuera de la ciudad...
CAVARADOSSI
¡Lo niego! ¿Las pruebas?
SCARPIA
(Melifluo)
Un súbdito fiel...
CAVARADOSSI
A los hechos. ¿quién me acusa?
(Irónico)
Vuestros esbirros en vano
han rastreado la villa.
SCARPIA
Señal de que está bien escondido
CAVARADOSSI
¡Sospechas de espía!
SPOLETTA
(Ofendido)
De nuestra búsqueda, él se reía...
CAVARADOSSI
¡Y me sigo riendo; aún más!
SCARPIA
(Con tono severo, levantándose)
¡Éste es un lugar de lágrimas!
(Amenazador)
¡Tened cuidado!
(Muy nervioso)
¡Ahora basta! ¡Responded!
(Se levanta y cierra, enfadado, la
ventana, para que no lo molesten los
cantos del piso de abajo; después, se
vuelve, imperioso, a Cavaradossi)
¿Dónde está Angelotti?
CAVARADOSSI
No lo sé.
SCARPIA
¿Negáis haberle dado alimentos?
CAVARADOSSI
¡Lo niego!
SCARPIA
¿Y ropas?
CAVARADOSSI
¡Lo niego!
SCARPIA
¿Y asilo en la villa?
¿Y que esté allí escondido?
CAVARADOSSI
(Con fuerza)
¡Lo niego! ¡Lo niego!
SCARPIA
(Astutamente, volviendo a serenarse)
Vamos, caballero: reflexionad.
No es nada sabia
esta obstinación vuestra.
¡Esa gran angustia,
la evitará una rápida confesión!
Yo os lo aconsejo; decid:
¿Dónde está, pues, Angelotti?
CAVARADOSSI
No lo sé.
SCARPIA
Por última vez: ¿dónde está?
CAVARADOSSI
¡No lo sé!
SPOLETTA
(Para sus adentros)
¡Oh, una buena cuerda!
Escena Cuarta
(Entra Tasca, afanosa)
SCARPIA
(Viendo a Tosca. Para sí)
¡Eso es!
TOSCA
(corre a abrazar a Cavaradossi)
Mario, ¿tú aquí?
CAVARADOSSI
(En voz baja a Tosca)
¡De cuanto allí has visto, calla,
o me matan!
(Tosca gesticula que ha entendido)
SCARPIA
(Con solemnidad)
Mario Cavaradossi,
tu testimonio el juez espera.
(A Roberti)
Primero, las formas ordinarias...
Luego... como yo os indique.
(Hace señas a Sciarrone para que
abra la puerta que da a la cámara de
tortura. El juez entra y los demás lo
siguen. Quedando Tosca y Scarpia.
Spoletta se retira, junto a la puerta.
Sciarrone cierra la puerta. Tosca
hace una señal de sorpresa y Scarpia
con gentileza la tranquiliza)
SCARPIA
(Con galantería)
Y, ahora, entre nosotros,
hablemos como buenos amigos.
Fuera ese aire de preocupación...
(indica a Tosca que se siente)
TOSCA
(Sentándose, con calma estudiada)
Preocupación, no tengo ninguna...
SCARPIA
¿La historia del abanico?
(Pasa detrás del canapé sobre el que
está sentada Tosca y se apoya; habla
todo el tiempo con galantería)
TOSCA
(Con simulada indiferencia)
Fueron mis estúpidos celos...
SCARPIA
¿La Attavanti no estaba en la villa?
TOSCA
No; él estaba solo.
SCARPIA
¿Solo?
(Preguntando con malicia)
¿Estáis bien segura?
TOSCA
Nada se le escapa a un celoso.
¡Solo! ¡Solo!
(Enfadándose)
SCARPIA
(Coge una silla, la pone frente a
Tosca, se sienta y la mira fijamente)
¿De verdad?
TOSCA
(Irritada)
¡Solo! ¡Sí!
SCARPIA
¡Cuánto fuego!
Parece que tuvierais miedo
de contradeciros.
(Volviéndose hacia la puerta de la
cámara de la tortura y llamando)
Sciarrone, ¿qué dice el caballero?
SCIARRONE
(Apareciendo en la puerta)
Lo niega todo.
SCARPIA
(En voz más alta)
Insistamos.
(Sciarrone vuelve a irse hacia la
cámara de tortura y cierra la puerta)
TOSCA
(Riendo)
¡Oh, es inútil!
SCARPIA
(Serio, paseando)
Lo veremos, señora.
TOSCA
(Lentamente, con sonrisa irónica)
Entonces, para complaceros,
¿debería mentir?
SCARPIA
No; pero la verdad podría abreviarle
una hora bastante penosa...
TOSCA
(Sorprendida)
¿Una hora penosa?
¿Qué queréis decir?
¿Qué está pasando en esa habitación?
SCARPIA
Es necesario que se respete la ley
TOSCA
¡Oh Dios! ¿Qué ocurre...?
SCARPIA
(Con expresión feroz y con
fuerza creciente)
¡Atado de manos y pies,
vuestro amante tiene
un cerco de acero en las sienes,
que a cada negativa,
lo salpica de sangre sin piedad!
TOSCA
(Se pone de pie)
No es verdad, ¡no es verdad!
¡Cara de demonio!
(Escucha con gran ansiedad,
asiendo nerviosamente con la
mano el respaldo del sofá)
LA VOZ DE CAVARADOSSI
¡Ay, de mí!
(gemido prolongado de Cavaradossi)
TOSCA
¿Un gemido? ¡Piedad...! ¡Piedad...!
SCARPIA
Está en vos salvarlo.
TOSCA
Bien pues... ¡cesad, cesad!
SCARPIA
(Se acerca a la puerta gritando)
¡Sciarrone, parad!
SCIARRONE
(Aparece en el umbral)
¿Del todo?
SCARPIA
Del todo.
(Sciarrone entra, de nuevo, en la
cámara de tortura, cerrando)
(A Tosca)
Y, ahora, la verdad...
TOSCA
¡Quiero verlo!
SCARPIA
¡No!
TOSCA
(Consigue acercarse a la puerta)
¡Mario!
LA VOZ DE CAVARADOSSI
(Dolorosamente)
¡Tosca!
TOSCA
¿Te torturan aún?
LA VOZ DE CAVARADOSSI
¡No, ten valor!
¡Calla, no me importa el dolor!
SCARPIA
(Acercándose a Tosca)
Vamos, Tosca, hablad.
TOSCA
(aliviada por las palabras de Mario)
¡No sé nada!
SCARPIA
¿No ha sido suficiente esta prueba?
¡Roberti, continuamos...!
(Hace amago de ir hacia la puerta)
TOSCA
(Se pone entre Scarpia y la puerta,
para impedir que dé la orden)
¡No! ¡Parad!
SCARPIA
¿Vos hablaréis?
TOSCA
¡No! ¡No! ¡Ah, monstruo...!
¡Lo torturas, lo matas!
SCARPIA
Lo tortura ese silencio vuestro,
mucho más que yo.
TOSCA
¿Te ríes...
de ese horrible castigo?
SCARPIA
(Con feroz ironía)
¡Nunca Tosca en escena,
ha sido más trágica!
(Tosca, seria, se aleja de Scarpia
que con un súbito ceño de ferocidad,
dirige la mirada a Spoletta)
SCARPIA
(Gritando a Spoletta)
¡Abrid la puerta,
que se oigan sus lamentos!
(Spoletta abre la puerta y se queda
firme, bajo el umbral)
LA VOZ DE CAVARADOSSI
¡Os desafío!
SCARPIA
(Gritando a Roberti)
¡Más fuerte! ¡Más fuerte...!
LA VOZ DE CAVARADOSSI
¡Os desafío!
SCARPIA
(A Tosca)
¡Hablad...!
TOSCA
¿Qué puedo decir?
SCARPIA
¡Vamos, venga...!
TOSCA
¡Ah, no sé nada! ¡Ah!
(Desesperada)
¿Debería mentir?
SCARPIA
(Insistiendo)
Decid, ¿Dónde esta Angelotti?,
Decid, ¿Dónde esta Angelotti?,
¡Vamos, hablad! ¿Dónde se esconde?
¡Vamos, hablad! ¿dónde está él?
TOSCA
¡No! ¡No!
¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡No puedo más!
¡Ah! ¡Qué horror!
¡Ah!
¡Cesad el martirio...!
Es demasiado sufrimiento...
¡No puedo más!
¡No puedo más!
LA VOZ DE CAVARADOSSI
¡Ay de mí!
TOSCA
(se vuelve, otra vez suplicante, a
Scarpia, que indica a Spoletta, con
n gesto, que deje acedarse a Tosca;
ella va hacia la puerta abierta e
impresionada a la vista de la terrible
escena, dice a Cavaradossi:)
Mario, ¿consientes que yo hable?
LA VOZ DE CAVARADOSSI
(Con voz quebrada)
¡No. No!
TOSCA
(Con insistencia)
Escucha, no puedo más...
LA VOZ DE CAVARADOSSI
Tonta, ¿qué sabes? ¿qué puedes decir?
SCARPIA
(Irritadísimo por las palabras
de Cavaradossi y temiendo que
por estas Tosca siga todavía
empeñada en callar grita a Spoletta)
Pero, ¡hacedlo callar!
(Spoletta entra en la cámara de
tortura y sale poco después; mientras,
Tosca, vencida por una terrible
conmoción, cae postrada en el
canapé. Con voz ahogada, se vuelve
a Scarpia que está silencioso.)
TOSCA
¿Pero qué os he hecho yo?
¡Es a mí a quien así torturáis!
¡Torturáis mi alma...!
Sí, ¡Torturáis mi alma...!
SPOLETTA
(gruñe plegarias, en voz baja)
Judex erge cum sedebit
quidquid latet apparebit
nil inultum remanebit.
nil inultum remanebit.
(Scarpia, aprovechándose del
abatimiento de Tosca, con un gesto,
indica que vuelva a comenzar el
suplicio. Un grito horrible se oye.
Tosca se levanta y con la voz
sofocada, le espeta a Scarpia)
TOSCA
En el pozo... en el jardín...
SCARPIA
¿Ahí esta Angelotti?
TOSCA
(Sofocada)
Sí.
SCARPIA
(Fuerte, hacia la cámara de tortura)
¡Basta, Roberti!
SCIARRONE
(Que ha abierto la puerta)
¡Se ha desmayado!
TOSCA
(A Scarpia)
¡Asesino!
Quiero verlo...
SCARPIA
¡Traedlo aquí...!
(Sciarrone vuelve a entrar y sale con
dos esbirros que llevan a Cavaradossi
desvanecido. Tosca corre hacia él,
pero el horror al ver a su amante
ensangrentado es tan intenso que se
cubre la cara. Luego, avergonzada
de su propia debilidad, se arrodilla
a su lado, besándolo y llorando.
Sciarrone, Roberti, el juez y el
escribano salen desde el fondo;
mientras, a un gesto de Scarpia,
Spoletta y los esbirros, se detienen.)
CAVARADOSSI
(Reponiéndose)
¡Flora!
TOSCA
(Cubriéndolo de besos)
Amor...
CAVARADOSSI
¿Eres tú?
TOSCA
(Cálidamente)
¡Cuánto has sufrido, alma mía!
¡Pero el Dios justo lo castigará!
CAVARADOSSI
Tosca, ¿has hablado?
TOSCA
No, amor...
CAVARADOSSI
¿De verdad?
SCARPIA
(A Spoletta, con autoridad)
En el pozo del jardín.
¡Ve, Spoletta!
(Sale Spoletta. Cavaradossi que lo
ha oído, se incorpora, amenazante,
contra Tosca; luego, las fuerzas lo
abandonan y se deja caer sobre el
canapé, exclamando reproches,
lleno de amargura, hacia Tosca)
CAVARADOSSI
¡Ah! ¡Me has traicionado!
TOSCA
(Suplicante)
¡Mario!
CAVARADOSSI
(Rechazando a Tosca, que estaba
abrazada a él)
¡Maldita!
(Sciarrone irrumpe, todo ansioso)
SCIARRONE
Excelencia, ¡qué noticia!
SCARPIA
(Sorprendido)
¿Qué significa ese aire afligido?
SCIARRONE
¡Un mensaje de derrota!
SCARPIA
¿Qué derrota? ¿Cómo? ¿Dónde?
SCIARRONE
En Marengo.
SCARPIA
(Impaciente, gritando)
¡Estúpido!
SCIARRONE
¡Bonaparte ha vencido!
SCARPIA
¿Y Melas?
SCIARRONE
No; ¡Melas se ha dado a la fuga!
(Cavaradossi que, con ansia
creciente, ha oído las palabras de
Sciarrone, encuentra fuerzas para
levantarse, amenazante, frente a
Scarpia.)
CAVARADOSSI
¡Victoria! ¡Victoria!
¡Llega el día de la venganza
que hace a los cobardes temblar!
¡Vuelve la libertad!
¡Que tiemblen los tiranos!
TOSCA
(Intentando calmarlo)
¡Mario, calla! ¡Ten piedad de mí!
CAVARADOSSI
De este sufrimiento mártir,
me veréis regocijarme...
Tu corazón tiembla...
¡Oh Scarpia, carnicero!
(Tosca, aferrándose a Cavaradossi,
intenta, con palabras entrecortadas,
hacerlo callar; mientras, Scarpia
responde a Cavaradossi con una
sonrisa sarcástica.)
SCARPIA
¡Bravuconea, grita!
¡Vamos, descúbreme
la vileza profunda de tu alma!
¡Ve, moribundo,
el patíbulo te espera!
(Irritado por las palabras de
Cavaradossi, grita a los esbirros)
¡Lleváoslo de aquí!
(Sciarrone y los esbirros se apoderan
de Cavaradossi y lo arrastran hacia
la puerta. Tosca intenta mantenerse
sujeta a él aunque, en vano; la
rechazan brutalmente.)
TOSCA
¡Mario...! ¡Contigo...!
(Los esbirros se llevan a Cavaradossi
les sigue Sciarrone; Tosca intenta
seguirlos, pero Scarpia se coloca
delante de la puerta y la cierra,
rechazando a Tosca)
SCARPIA
¡Vos no!
(quedan solamente, Scarpia y Tosca.)
Escena Quinta
TOSCA
(Con un gemido)
¡Salvadlo!
SCARPIA
¿Yo...? ¡Vos!
(se acerca a la mesa, ve su cena
dejada a medias, y vuelve sereno
y sonriente)
Mi pobre cena se ha interrumpido.
(ve a Tosca, abatida, inmóvil, todavía
junto a la puerta)
¿Así, decaída...?
Vamos, mi bella señora, sentaos aquí.
¿Queréis que busquemos juntos
la manera de salvarlo?
(Tosca lo mira; Scarpia sonríe todo
el tiempo, y se sienta, indicando, al
mismo tiempo a Tosca, que se siente)
Entonces sentaos... y hablemos.
(Limpia un vaso con la servilleta
y después lo mira a la luz
del candelabro)
Y mientras, un sorbo:
Es vino de España...
(Llena el vaso y se lo da a Tosca)
Un sorbito,
(Gentilmente)
para que os recobréis.
TOSCA
(Mirando fijamente a Scarpia,
se acerca a la mesa, se sienta
sosteniéndole la mirada, luego, con
profundo desprecio, le pregunta:)
¿Cuánto?
SCARPIA
(Imperturbable)
¿Cuánto?
(Se ríe)
TOSCA
¡El precio...!
SCARPIA
Dicen que soy venal pero,
a mujer bella
(Insinuante y con intención)
no me vendo por dinero.
Si la fe jurada
he de traicionar...
quiero otro tipo de recompensa.
¡Esperaba este momento!
¡Ya me consumía
el amor de la diva!
¡Mas ahora te miro,
ante mí,
como no te había visto nunca!
(Muy excitado, se levanta)
¡Ese llanto tuyo era lava
para mis sentidos y, tu mirada,
que disparaba odio sobre mí,
mi deseo aún más brutalizaba!
Ágil, como un leopardo,
te lanzaste sobre tu amante;
¡y en ese instante he jurado
que serías mía...! ¡Mía!
(Se acerca extendiendo sus brazos
a Tosca; ella, que había escuchado,
inmóvil, las palabras lascivas de
Scarpia, se levanta, impetuosa,
y se refugia detrás del canapé)
TOSCA
¡Ah!
SCARPIA
(Casi persiguiéndola)
¡Sí, te haré mía...!
TOSCA
(Horrorizada corre hacia la ventana)
¡Ah!
¡Antes prefiero tirarme!
SCARPIA
(Con frialdad)
¡En prenda me queda tu Mario...!
TOSCA
¡Ah, miserable...!
¡Qué horrible comercio!
(Le viene la idea de acercarse hasta
la reina y corre hacia la puerta)
SCARPIA
(Que le adivina el pensamiento, se
aleja de ella)
No voy a violentarte.
Eres libre. Vete, si quieres...
(Tosca con un grito de alegría hace
mención de salir, Scarpia con un gesto
y riendo la retiene)
pero, la esperanza es vana, ¡la Reina
concedería su gracia a un cadáver!
(Tosca retrocede, asustada y,
mirando a Scarpia, se deja caer en
el canapé; luego, retira su mirada,
con un gesto de absoluto odio.)
(Con acento amable y convencido)
¡Cómo me odias!
TOSCA
(Con mucho odio y desprecio)
¡Ah! ¡Dios...!
SCARPIA
(Acercándose)
¡Así, así te quiero!
TOSCA
(Con repugnancia)
¡No me toques, demonio!
¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio,
abyecto, vil!
(Huye de él, horrorizada)
SCARPIA
¿Qué importa?
(Acercándose más)
¡Espasmos de ira...
espasmos de amor!
TOSCA
¡Vil!
SCARPIA
¡Mía!
(Intenta agarrarla)
TOSCA
(Se resguarda tras la mesa)
¡Vil!
SCARPIA
(Siguiéndola)
¡Mía...!
TOSCA
¡Socorro! ¡Socorro!
(Un lejano redoble de tambores va
acercándose; luego se aleja.)
SCARPIA
(deteniéndose)
¿Lo oyes? Es el tambor.
Se prepara la última escolta
de los condenados.
¡El tiempo pasa!
(Tosca, después de haber escuchado
con ansiedad, se aleja de la ventana
y se apoya sobre el canapé.)
¿Sabes qué oscura obra, ahí abajo,
se completa?
Ahí... ¡se prepara un patíbulo...!.
(Tosca hace un movimiento de
desesperación y de espanto)
A tu Mario, por tu deseo,
no le queda sino una hora de vida.
(Con frialdad, se apoya en un ángulo
de la mesa, sin dejar de mirar a
Tosca. Esta, abatida por el dolor se
deja caer en el canapé. Con frialdad
Scarpia se sirve café y lo toma
mientras continúa mirando a Tosca)
TOSCA
(Con muchísimo dolor)
He vivido del arte, he vivido del amor,
¡nunca le he hecho mal a nadire...!
Con mano furtiva
cuantas miserias he conocido,
he socorrido...
Siempre, con fe sincera, mi plegaria
en los santos templos, elevé.
Siempre, con fe sincera,
he llevado flores al altar.
(Levantándose)
En la hora del dolor, ¿por qué,
por qué Señor, por qué
me pagas de esta manera?
He dado joyas
para el manto de la Señora,
y he dado mi canto a las estrellas,
que brillaban tan radiantes.
En la hora del dolor, ¿por qué,
por qué Señor, por qué
me pagas de esta manera?
(Sollozando)
SCARPIA
(acercándose de nuevo a Tosca)
¡Decídete!
TOSCA
¡Queréis que os lo pida de rodillas?
(Arrodillándose ante Scarpia)
¡Ves,
(Solloza)
mis manos juntas extiendo hacia ti!
(Levanta las manos juntas)
mira... ves...
(Con acento desesperado)
Y, a merced de una palabra tuya,
vencida, espero...
(Abatida)
SCARPIA
Eres demasiado bella, Tosca,
y demasiado apasionada.
Cedo.
¡Por un mísero precio:
tú me pides una vida;
yo te pido un instante!
TOSCA
(Levantándose, con sensación de
enorme desprecio)
¡Quita! ¡Quita! ¡Me repugnas!
¡Vete! ¡Vete!
(Llaman a la puerta)
SCARPIA
¿Quién está ahí?
SPOLETTA
(Entra, muy apurado y sin aliento)
Excelencia, Angelotti,
ante nuestra llegada, se ha suicidado.
SCARPIA
Bueno, que se le lleve muerto
a la horca.
¡Y el otro prisionero?
SPOLETTA
¿El caballero Cavaradossi?
¡Todo está listo, Excelencia!
TOSCA
(Para sí)
¡Que Dios me ayude!
SCARPIA
(A Spoletta)
Espera.
(Despacio a Tosca)
¿Y bien?
(Tosca gesticula un sí y, llorando de
vergüenza, se esconde la cara
tras el cojín del canapé )
(A Spoletta)
Escucha...
TOSCA
(Interrumpiendo, de pronto)
¡Pero libre al instante, lo quiero...!
SCARPIA
(A Tosca)
Hay que disimular.
No puedo dar gracia públicamente.
Es necesario que todos
den por muerto al caballero.
(Señala a Spoletta)
Este hombre se encargará de ello.
TOSCA
¿Quién me lo asegura?
SCARPIA
La orden que voy a darle
estando vos aquí presente.
(A Spoletta)
Spoletta: cierra.
(Spoletta cierra rápidamente la
puerta; luego, vuelve junto a Scarpia)
He cambiado de opinión...
Que el prisionero sea fusilado...
(Tosca se estremece, aterrorizada)
Atención...
(Mira fijamente a Spoletta que
asiente con la cabeza, su respuesta da
entender el pensamiento de Scarpia)
Como hicimos con el Conde Palmieri.
SPOLETTA
Una ejecución...
SCARPIA
(Súbito, con marcada intención)
¡Simulada...!
¡Como le sucedió a Palmieri...!
¿Has comprendido bien?
SPOLETTA
Sí, comprendo.
SCARPIA
Ve.
TOSCA
(Tosca que ha escuchado con avidez)
Quiero avisarle yo misma.
SCARPIA
Está bien.
(A Spoletta y señalando a Tosca)
La dejarás pasar...
Y, recuerda, a la hora cuarta...
(Remarcando con intención)
SPOLETTA
(Con intención)
Sí, como Palmieri...
(Spoletta se va. Scarpia, escucha
a Spoletta alejarse; luego, transformando
su rostro y su gesto, se acerca, con gran
pasión, a Tosca.)
SCARPIA
Yo he mantenido mi promesa...
TOSCA
(Deteniéndolo)
Todavía no.
Quiero un salvoconducto
para huir del Estado, con él
SCARPIA
(Con galantería)
¿Queréis, pues, partir?
TOSCA
(Con acento convencido)
Sí; ¡para siempre!
SCARPIA
Si ese es vuestro deseo....
(Va al escritorio; se pone a escribir,
y pregunta a Tosca)
¿Y qué camino escogeréis?
(Mientras Scarpia escribe,
Tosca se ha acercado a la
mesa y descubre, un cuchillo
afilado y de punta; echa un
vistazo a Scarpia que, en ese
momento, esta ocupado en su
escrito. Con infinita precaución,
intenta apoderarse del cuchillo,
respondiendo a las preguntas de
Scarpia a quien, ella, está vigilando
atentamente.)
TOSCA
¡La más corta!
SCARPIA
¿Civitavecchia?
TOSCA
Sí.
(Finalmente ha podido coger
el cuchillo sin dejar de vigilar a
Scarpia. El ha terminado de escribir
el salvoconducto, le pone el sello,
pliega el papel y, hecho esto,
abriendo los brazos, se acerca
a Tosca para abrazarla.)
SCARPIA
Tosca, ¡por fin mía!
(Mas su voluptuoso acento se torna
un grito terrible: Tosca lo ha
apuñalado en el pecho. Grita)
¡Maldita!
TOSCA
(Gritando)
¡Este es el beso de Tosca!
SCARPIA
(Con voz ahogada)
¡Ayuda...! ¡Me muero...!
(Scarpia extiende el brazo hacia
Tosca acercándose, perdiendo
estabilidad, en acto de pedir ayuda.
Tosca lo rehuye pero él está a
punto de tocarla; ella lo rechaza
horrorizada. Scarpia cae, gritando,
con la voz ahogada por la sangre.)
¡Socorro! ¡Me muero!
¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Me muero...!
TOSCA
(Con odio a Scarpia)
¿Te ahoga la sangre?
(Mirándolo fijamente debatirse
inútilmente, intenta ponerse en pie,
agarrándose al canapé)
¡Te ha dado muerte una mujer!
¿Me has torturado lo suficiente?
¿Me oyes aún? ¡Habla!
¡Mírame! ¡Soy Tosca...! ¡Oh, Scarpia!
SCARPIA
(Hace un ultimo esfuerzo; después
cae desplomado, ahogándose)
¡Socorro! ¡Ayuda...!
TOSCA
(Inclinándose hacia él)
¿Te sofoca la sangre?
¡Muere maldito! ¡Muere! ¡Muere!
(Scarpia queda inmóvil)
¡Está muerto...!
¡Ahora lo perdono...!
¡Y ante él temblaba toda Roma...!
(Sin perder de vista el cadáver,
Tosca va hacia la mesa, deja el
cuchillo, coge una botella de agua,
humedece una servilleta y se lava
los dedos. Después, va al espejo y
se ordena los cabellos. Busca el
salvoconducto en el escritorio; no
lo encuentra. Se vuelve y lo ve en la
mano del muerto; levanta el brazo
de Scarpia y luego lo deja caer inerte.
Le coge el papel y se lo esconde en
su pecho. Apaga el candelabro y,
ya para salir, se detiene viendo
encendida una de las velas sobre
el escritorio, se acerca a cogerla,
enciende la otra a la izquierda de
la cabeza de Scarpia. Levantándose,
mira otra vez a su alrededor,
descubre un crucifijo y lo lleva
religiosamente para posarlo sobre
el pecho de Scarpia. Después se
levanta y sale con mucha precaución,
cerrando la puerta tras de sí.)
ACTO TERCERO
Escena Primera
(La terraza del castillo de
Sant'Angelo. Una casamata; sobre
ella, una lámpara, un grueso libro
de registro y útiles de escribir. Un
banco y una silla. En una de las
paredes de la casamata, un crucifijo
con una lámpara enfrente. A la
derecha una pequeña escalera por
la que se asciende a la terraza. Al
fondo, el Vaticano. Aún es de noche.
Cielo sereno lleno de estrellas. Se
oye, a lo lejos, las campanillas de
un rebaño y la voz de un pastor)
LA VOZ DEL PASTOR
Yo te doy
tantos suspiros,
como hojas
lleva el viento.
Tú me desprecias;
yo, quebrantado;
¡luz de oro,
muero por ti...
(Poco a poco, se va viendo la luz
incierta y gris que precede al alba.
Las campanas de las iglesias suenan
por maitines Un carcelero con una
linterna sube por la escalera, va a
la casamata y enciende una lámpara,
después la lámpara de la mesa;
mira al patio para ver aparecer el
destacamento de soldados que traerá
al condenado. Se encuentra con un
centinela que recorre la terraza
e intercambia algunas palabras
Después vuelve a la casamata se
sienta y espera medio dormido.
El destacamento de soldados y un
sargento de la guardia suben a la
terraza acompañando a Cavaradossi.
El sargento conduce a Cavaradossi
dentro de la casamata. A la vista
del sargento el carcelero se levanta
y lo saluda. El sargento tiende un
papel al carcelero, abre el registro
y escribe mientras interroga)
Escena Segunda
EL CARCELERO
¿Mario Cavaradossi?
(Mario asiente. El carcelero da una
pluma al sargento)
Tomad.
(El sargento firma el registro,
después sale con los soldados y
desciende por la escalera)
(A Cavaradossi)
Os queda una hora.
Si necesitáis un sacerdote...
CAVARADOSSI
No; pero os pido una última gracia.
EL CARCELERO
Si puedo...
CAVARADOSSI
Dejo en el mundo
a una persona querida. Consentid
que le escriba unas palabras.
(Quitándose del dedo un anillo)
El único resto
de mi riqueza es este anillo.
Si me prometéis entregarle
mi último adiós
el anillo es vuestro...
EL CARCELERO
(Titubea un poco; luego, acepta y,
señalándole que se siente a la mesa,
va a sentarse sobre el banco)
Escribid...
CAVARADOSSI
(Permanece pensativo, después,
se pone a escribir pero, después
de algunas líneas, le invaden los
recuerdos, y cesa de escribir)
(pensando)
Y brillaban las estrellas
y olía la tierra...
chirriaba la puerta del huerto
y unos pasos hacían florecer la arena...
Entraba ella fragante
y caía entre mis brazos...
¡Oh dulces besos, lánguidas caricias!
Mientras yo estremecido
las bellas formas iba desvelando...
Para siempre desvanecido
mi sueño de amor...
Ese tiempo ha acabado...
¡y voy a morir desesperado!
¡Y jamás he amado tanto la vida!
(Rompe en sollozos y se coge la
cabeza entre las manos. De la
escalera viene Spoletta acompañado
por el sargento y seguido de Tosca.
El sargento lleva una linterna.
Spoletta indica a Tosca dónde se
encuentra Cavaradossi; luego con
el carcelero y el sargento baja,
no sin antes indicar a un centinela
que vigile al prisionero.)
Escena Tercera
(Tosca, muy agitada, ve a Mario
que está llorando, se precipita
hacia él, y muy emocionada
para hablar, le levanta la cabeza
de las manos y le presenta el
salvoconducto. Al ver a Tosca,
Cavaradossi se levanta sorprendido,
después lee el papel que ella le
presenta)
CAVARADOSSI
(Leyendo)
Un salvoconducto para Flora Tosca...
...y para el caballero que la acompaña.
TOSCA
(Leyendo junto a él, con voz
ansiosa y convulsa)
...y para el caballero que la acompaña
(A Cavaradossi, exultante)
¡Eres libre!
CAVARADOSSI
(Mira el papel y ve la firma
mirando a Tosca con intención)
¡Scarpia...!
¿Escarpia ha cedido?
Su primera clemencia es ésta...
TOSCA
¡Y la última!
(Coge el salvoconducto y lo pone
en una bolsa)
CAVARADOSSI
¿Qué quieres decir?
TOSCA
(Enfureciéndose)
Tu sangre o mi amor quería.
Eran en vano ruegos y llantos.
En vano, loca de horror,
a la Señora me volví, y a los santos...
El impío monstruo decía:
¡Ya a los cielos el patíbulo
levanta los brazos!
Redoblaban los tambores...
Reía, el impío monstruo reía,
¡ya dispuesto a caer sobre su presa!
"¿Eres mía?" Sí,
prometí satisfacer sus deseos.
Al lado, brillaba una hoja de metal.
Escribió el documento liberador,
y cuando venía dispuesto
al horrible abrazo...
yo esa hoja le clavé en el corazón.
CAVARADOSSI
¿Tú?
¿Con tu propia mano lo has matado?
¿Tú, pía, tú benigna... y por mí?
TOSCA
¡Tenía las manos bañadas en sangre!
CAVARADOSSI
(Cogiendo amorosamente entre
las suyas las manos de Tosca)
¡Oh dulces manos, mansas y puras!
¡Manos elegidas para buenas obras,
para acariciar niños, para coger rosas,
para rezar, juntas, por las desventuras!
¿En vosotras, hechas para amar,
puso la justicia sus armas sagradas?
Vosotras disteis muerte,
¡oh manos victoriosas!
¡oh dulces manos mansas y puras!
TOSCA
(Liberando sus manos)
Escucha... se acerca la hora.
Yo ya he recogido
(Enseñando una bolsa)
oro y joyas, un coche esta preparado...
Pero, antes... ríe amor..
antes, serás fusilado...
Fingidamente, con armas descargadas,
simulado suplicio.
¡Al disparo, cae;
los soldados se irán
y nosotros estaremos a salvo!
Iremos a Civitavecchia,
una tartana y... ¡hacia el mar!
CAVARADOSSI
¡Libres!
TOSCA
¡Libres!
CAVARADOSSI
¡Huiremos por mar!
TOSCA
¿Quién se duele ya en la tierra?
¿Sientes los efluvios de las rosas?
¿No te parece que las cosas
esperan todas enamoradas al sol...?
CAVARADOSSI
(Con la emoción más tierna)
Amargo, sólo por ti, me era el morir.
En ti, la vida cobra todo su esplendor.
En mi ser, la alegría y el deseo
nacen de ti, como la llama del calor.
Veré del cielo su fulgor y oscuridad
en tus ojos reveladores,
y la belleza de todas las cosas,
sólo de ti tomarán voz y color.
TOSCA
El amor, que supo salvar tu vida,
será guía en la tierra y faro en el mar...
¡Qué bello será el mundo!
¡Hasta que juntos nos disolvamos
en las esferas celestes,
como las altas nubes
sobre el mar,
(Fijamente como en una visión)
a la caída del sol...!
(Permanecen emocionados,
silenciosos. Tosca mira a su
alrededor, inquieta.)
¡Aún no vienen...!
(Se vuelve a Cavaradossi, con
ternura)
¡Ten cuidado!
Al oír el disparo, es necesario que,
inmediatamente, caigas...
CAVARADOSSI
(asegurándoselo)
No temas,
caeré al momento y con naturalidad.
TOSCA
(Insistente)
¡Ten cuidado de no hacerte daño!
Con escénica ciencia,
yo sabré qué hacer después...
CAVARADOSSI
(La interrumpe, atrayéndola hacia sí)
Háblame como antes me hablabas...
¡Es tan dulce el sonido de tu voz...!
TOSCA
(Se abandona, casi extasiada
después, animándose poco a poco)
Unidos y exultantes
irán por el mundo nuestros amores,
armonía de colores...
CAVARADOSSI
(animándose)
¡Armonía de cantos difundiremos!
TOSCA, CAVARADOSSI
(Con gran entusiasmo)
Triunfantes...
De nueva esperanza
palpita el alma
en celestial,
creciente ardor.
Y, en armónico vuelo,
ya el alma va
al éxtasis del amor
TOSCA
Tus ojos cerraré con mil besos
y mil nombres de amor te diré.
Escena Última
(Mientras, por la escalera ha
subido un pelotón de soldados
mandado por un oficial. Siguen
Spoletta, el sargento y el carcelero.
Spoletta da las instrucciones
pertinentes. El cielo se hace mas
luminoso; ya ha amanecido. Suenan
las 4 de la mañana. El carcelero se
acerca a Cavaradossi y quitándose
la gorra le indica al oficial)
EL CARCELERO
¡Es la hora!
CAVARADOSSI
Estoy listo.
(El carcelero coge el registro de los
condenados y se va por la escalera)
TOSCA
(A Cavaradossi con voz bajísima y riendo
a escondidas)
Tenlo en mente:
al primer disparo... al suelo...
CAVARADOSSI
(En voz baja, riendo él también)
Al suelo
TOSCA
No te levantes hasta que yo te llame.
CAVARADOSSI
¡No, mi amor!
TOSCA
Y, cae bien.
CAVARADOSSI
(Sonriendo)
Como la Tosca en el teatro.
TOSCA
(Viendo sonreír a Cavaradossi)
No te rías...
CAVARADOSSI
(Serio)
¿Así?
TOSCA
Así.
(Cavaradossi sigue al oficial después
de haberse despedido de Tosca, que
se sitúa a la izquierda de la casamata
de manera que puede observar todo
lo que sucede en la terraza. Ve al
oficial y al sargento conducir a
Cavaradossi junto al muro, frente a
ella. El sargento pretende poner la
venda sobre los ojos de Cavaradossi
pero él, sonriendo, la rechaza. Estos
preparativos impacientan a Tosca.)
TOSCA
¡Qué larga es la espera!
¿Por qué tardan tanto...?
Ya sale el sol...
¿Por qué tardan tanto...?
Es una comedia, lo sé,
pero esta angustia, ¡eterna parece!
(El oficial y el sargento disponen el
pelotón de soldados, impartiéndoles
las ordenes pertinentes.)
¡Ahí está! ¡Aprestan las armas!
¡Qué bello es mi Mario!
(Viendo al oficial que va a bajar
el sable se tapa los oídos para no
oír la detonación; después hace
señas a Cavaradossi para que caiga.
El oficial baja sable, los saldados
disparan y Cavaradossi cae.)
¡Así, muere!
(Viéndolo en tierra le envía con
la mano un beso)
¡He ahí un artista!
(El sargento se acerca al caído y
lo observa. Spoletta también se
ha acercado para impedir que el
sargento le dé el tiro de gracia;
cubre a Cavaradossi con una manta.
El oficial alinea a los soldados, el
sargento retira al centinela del
fondo; luego, todos, precedidos
por Spoletta, descienden por la
escalera. Tosca, agitadísima teme
que Cavaradossi, por impaciencia,
se mueva o hable antes de tiempo.
Habla en voz baja a Cavaradossi:)
¡Oh Mario, no te muevas!
Se marchan... ¡calla!
Se van... bajan...
(Viendo desierta la terraza, va
a escuchar junta a la boca de la
escalera; se detiene temerosa, con
mucha ansiedad, pareciéndole que
los soldados estuvieran volviendo
a la terraza. De nuevo, se vuelve a
Cavaradossi, con voz baja:)
No te muevas aún...
(Escucha si se han alejado todos.
Va al parapeto y con cautela observa
lo que ocurre debajo. Después corre
hacia Cavaradossi)
¡Rápido! ¡levántate! ¡Mario!, ¡Mario!
¡Levántate rápido, vayámonos!
¡Levántate...! ¡Mario! ¡Mario!
(Se inclina, para ayudar a
Cavaradossi a levantarse; de pronto,
da un grito sofocado de terror, de
sorpresa y se mira las manos
ensangrentadas)
¡Ah!
(Se arrodilla, retira, rápidamente,
la manta y se pone en pie, lívida,
aterrorizada.)
¡Muerto! ¡Muerto!
(Con palabras descompuestas, con
suspiros, sollozando, se arroja sobre
el cuerpo de Cavaradossi, casi sin
creer el horrible destino.)
¡Oh Mario! ¿Muerto? ¿Tú...? ¿Así?
¿Terminar así...? ¿Tu pobre Flora!
(Mientras, desde el patio y desde la
escalera llegan, primero confusas y
poco a poco más cerca, las voces de
Sciarrone, de Spoletta y de algunos
soldados:)
VOCES CONFUSAS
¡Ah!
LA VOZ DE SCIARRONE
¿Dices que apuñalado?
VOCES CONFUSAS
¿Scarpia?
LA VOZ DE SCIARRONE
¡Scarpia!
LA VOZ DE SPOLETTA
¡La mujer es Tosca!
VOCES MÁS CERCANAS
¡Que no huya!
VOZ DE SPOLETTA, SCIARRONE
(Más cerca)
¡Atentos! ¡Cerrad todas las salidas!
¡Cerrad todas las salidas!
(Spoletta aparece en la escalera
mientras Sciarrone, detrás de él,
le grita, señalando a Tosca)
SCIARRONE
¡Es ella!
SPOLETTA
(Arrojándose sobre Tosca)
¡Ah Tosca!
¡Pagarás muy cara su vida...!
(Tosco se alza en pie y rechaza
a Spoletta violentamente,
respondiéndole:)
TOSCA
¡Con la mía!
(Esa reacción inesperada repele a
Spoletta y Tosca, rápida, escapa
de él, pasa ante Sciarrone todavía
en la escalera, sube al parapeto y
se arroja al vacío, gritando:)
¡Oh Scarpia, ante Dios...!
(Sciarrone y algunos se precipitan
hacia el parapeto y se quedan
mirando hacia abajo Spoletta se
a quedado petrificado, pálido.)
FIN DE LA ÓPERA
ATTO PRIMO
(La Chiesa di Sant'Andrea della Valle.
A destra la Cappella Attavanti. A sinistra
un impalcato; su di esso un gran quadro
coperto da tela. Attrezzi vari da pittore.
Un paniere. Entra Angelotti vestito da
prigioniero, lacero, sfatto, tremante dalla
paura, entra ansante, quasi correndo.
Dà una rapida occhiata intorno)
Scena Prima
ANGELOTTI
Ah! Finalmente! Nel terror mio stolto
Vedea ceffi di birro in ogni volto.
(torna a guardare attentamente intorno
a sé con più calma a riconoscere il luogo.
Dà un sospiro di sollievo vedendo la
colonna con la pila dell'acqua santa e
la Madonna)
La pila... la colonna...
"A piè della Madonna"
mi scrisse mia sorella...
(vi si avvicina, cerca ai piedi della Madonna
e ne ritira, con un soffocato grido di gioia,
una chiave)
Ecco la chiave!...
ed ecco la Cappella!
(addita la Cappella Attavanti, febbrilmente
introduce la chiave nella serratura, apre la
cancellata, penetra nella Cappella, richiude
e scompare).
Scena Seconda
SAGRESTANO
(appare dal fondo: va da destra a sinistra,
accudendo al governo della chiesa:
avrà in mano un mazzo di pennelli, e
parlando ad alta voce come se
rivolgesse la parola a qualcuno)
E sempre lava!...
Ogni pennello è sozzo
peggio d'un collarin d'uno scagnozzo.
Signor pittore... Tò!...
(guarda verso l'impalcato dove sta il
quadro, e vedendolo deserto, esclama
sorpreso)
Nessuno! -
Avrei giurato che fosse ritornato
il Cavalier Cavaradossi.
(depone i pennelli, sale sull'impalcato,
guarda dentro il paniere, e dice:)
No, sbaglio.
Il paniere è intatto.
(scende dall'impalcato. Suona l'Angelus.
Il Sagrestano si inginocchia e prega
sommesso:)
Angelus Domini nuntiavit Mariae,
Et concepit de Spiritu Sancto.
Ecce ancilla Domini,
Fiat mihi secundum verbum tuum.
Et Verbum caro factum est,
Et habitavit in nobis...
Scena Terza
CAVARADOSSI
(dalla porta laterale, vedendo
il Sagrestano in ginocchio)
Che fai?
SAGRESTANO
(alzandosi)
Recito l'Angelus.
(Cavaradossi sale sull' impalcato e scopre
il quadro. È una Maria Maddalena a grandi
occhi azzurri con una gran pioggia di
capelli dorati. Il pittore vi sta dinanzi muto
attentamente osservando. Il Sagrestano,
volgendosi verso Cavaradossi e per
dirigergli la parola, vede il quadro
scoperto e dà un grido di meraviglia)
SAGRESTANO
Sante ampolle!
Il suo ritratto!
CAVARADOSSI
(volgendosi al Sagrestano)
Di chi?
SAGRESTANO
Di quell'ignota
che i dì passati a pregar qui venìa...
(con untuosa attitudine accennando verso
la Madonna dalla quale Angelotti trasse
la chiave)
Tutta devota - e pia.
CAVARADOSSI
(sorridendo)
È vero. E tanto ell'era
infervorata nella sua preghiera
ch'io ne pinsi, non visto,
il bel sembiante.
SAGRESTANO
(Fra sè, scandalizzato)
(Fuori, Satana, fuori!)
CAVARADOSSI
(al Sagrestano)
Dammi i colori!
(Il Sagrestano eseguisce. Cavaradossi
dipinge con rapidità e si sofferma spesso
a riguardare il proprio lavoro: il
Sagrestano va e viene, portando
una catinella entro la quale continua
a lavare i pennelli. A un tratto Cavaradossi
si ristà di dipingere; leva di tasca un
medaglione contenente una miniatura
e gli occhi suoi vanno dal medaglione al
quadro).
Recondita armonia
di bellezze diverse!...
È bruna Floria,
l'ardente amante mia...
SAGRESTANO
(a mezza voce, come brontolando)
Scherza coi fanti
e lascia stare i santi!
(s'allontana per prendere l'acqua
onde pulire i pennelli)
CAVARADOSSI
E te, beltade ignota,
cinta di chiome bionde!
Tu azzurro hai l'occhio,
Tosca ha l'occhio nero!
SAGRESTANO
(ritornando dal fondo e sempre
scandalizzato:)
Scherza coi fanti
e lascia stare i santi!
(riprende a lavare i pennelli)
CAVARADOSSI
L'arte nel suo mistero
le diverse bellezze insiem confonde;
ma nel ritrar costei
il mio solo pensiero,
il mio solo pensiero,
Tosca, sei tu!
(continua a dipingere)
SAGRESTANO
(Fra sè, in disparte)
Queste diverse gonne
che fanno concorrenza alle Madonne
mandan tanfo d'Inferno.
(asciuga i pennelli lavati, non senza
continuare a borbottare)
Scherza coi fanti
e lascia stare i santi!
Ma con quei cani di volterriani
nemici del santissimo governo
non s'ha da metter voce!...
(pone la catinella sotto l'impalcato ed i
pennelli li colloca in un vaso, presso al
pittore)
Scherza coi fanti
e lascia stare i santi!
(accennando a Cavaradossi)
Già sono impenitenti tutti quanti!
Facciam piuttosto il segno della croce.
(a Cavaradossi)
Eccellenza, vado?
CAVARADOSSI
Fa il tuo piacere!
(continua a dipingere)
SAGRESTANO
(indicando il cesto)
Pieno è il paniere...
Fa penitenza?
CAVARADOSSI
Fame non ho.
SAGRESTANO
(con ironia, stropicciandosi le mani)
Ah!... Mi rincresce!...
(ma non può trattenere un gesto di gioia e
uno sguardo di avidità verso il cesto che
prende ponendolo un po' in disparte.
fiuta due prese di tabacco)
Badi, quand'esce chiuda.
CAVARADOSSI
(dipingendo)
Va!...
SAGRESTANO
Vo!
(s'allontana per il fondo Cavaradossi,
volgendo le spalle alla Cappella, lavora.
Angelotti, credendo deserta la chiesa,
appare dietro la cancellata e introduce
la chiave per aprire).
Scena Quarta
CAVARADOSSI
(al cigolio della serratura si volta)
Gente là dentro!...
(al movimento fatto da Cavaradossi,
Angelotti, atterrito, si arresta come
per rifugiarsi ancora nella Cappella,
ma, alzati gli occhi, un grido
di gioia, che egli soffoca tosto timoroso,
erompe dal suo petto. Egli ha riconosciuto
il pittore e gli stende le braccia
come ad un aiuto insperato)
ANGELOTTI
Voi? Cavaradossi!
Vi manda Iddio!
(Cavaradossi non riconosce
Angelotti e rimane attonito
sull'impalcato. Angelotti si avvicina
di più onde farsi riconoscere)
Non mi ravvisate?
(con tristezza)
Il carcere m'ha dunque assai mutato!
CAVARADOSSI
(Guarda fiso il volto di Angelotti e,
riconoscendolo, depone rapido tavolozza
e pennelli e scende dall'impalcato verso
Angelotti, guardandosi cauto intorno)
Angelotti! Il Console
della spenta repubblica romana!
(corre a chiudere la porta a destra)
ANGELOTTI
(con mistero. Andando
incontro a Cavaradossi)
Fuggii pur ora
da Castel Sant'Angelo!...
CAVARADOSSI
(generosamente)
Disponete di me!
VOCE DI TOSCA
(Da fuori)
Mario!
(alla voce di Tosca, Cavaradossi fa
un rapido cenno ad Angelotti
di tacere)
CAVARADOSSI
Celatevi! È una donna... gelosa.
Un breve istante e la rimando.
VOCE DI TOSCA
Mario!
CAVARADOSSI
(verso la porta da dove
viene la voce di Tosca)
Eccomi!
ANGELOTTI
(colto da un accesso di debolezza
si appoggia all'impalcato e dice
dolorosamente:)
Sono stremo di forze,
più non reggo...
CAVARADOSSI
(rapidissimo, sale sull'impalcato,
ne discende col paniere e lo dà
ad Angelotti)
In questo panier v'è cibo e vino!
ANGELOTTI
Grazie!
CAVARADOSSI
(incoraggiando Angelotti,
lo spinge verso la Cappella)
Presto!
(Angelotti entra nella Cappella.)
Scena Quinta.
VOCE DI TOSCA
(chiamando ripetutamente stizzita)
Mario! Mario! Mario!
CAVARADOSSI
(fingendosi calmo apre a Tosca)
Son qui!
TOSCA
(entra con una specie di violenza,
allontana bruscamente Cavaradossi
che vuole abbracciarla e guarda
sospettosa intorno a sé)
Perché chiuso?
CAVARADOSSI
(con simulata indifferenza)
Lo vuole il Sagrestano...
TOSCA
A chi parlavi?
CAVARADOSSI
A te!
TOSCA
Altre parole bisbigliavi.
Ov'è?...
CAVARADOSSI
Chi?
TOSCA
Colei!... Quella donna!...
Ho udito i lesti
passi ed un fruscio di vesti...
CAVARADOSSI
Sogni!
TOSCA
Lo neghi?
CAVARADOSSI
(fa per baciarla)
Lo nego e t'amo!
TOSCA
(con dolce rimprovero)
Oh! Innanzi alla Madonna...
No, Mario mio,
lascia pria che la preghi,
che l'infiori...
(si avvicina lentamente alla Madonna
dispone con arte, intorno ad essa, i fiori
che ha portato con sé, si inginocchia e
prega con molta devozione, segnandosi,
poi s'alza. A Cavaradossi, che intanto si è
avviato per riprendere il lavoro)
Ora stammi a sentir - stasera canto,
ma è spettacolo breve. - Tu m'aspetti
sull'uscio della scena
e alla tua villa andiam soli, soletti.
CAVARADOSSI
(che fu sempre soprappensieri)
Stasera!
TOSCA
È luna piena
e il notturno effluvio floreal
inebria il cor! -
Non sei contento?
(si siede sulla gradinata
presso a Cavaradossi)
CAVARADOSSI
(ancora un po' distratto e peritoso)
Tanto!
TOSCA
(colpita da quell'accento)
Tornalo a dir!
CAVARADOSSI
Tanto!
TOSCA
(stizzita)
Lo dici male:
Non la sospiri la nostra casetta
che tutta ascosa nel verde ci aspetta?
Nido a noi sacro, ignoto al mondo inter,
pien d'amore e di mister?
Al tuo fianco sentire
per le silenziose
stellate ombre, salir
le voci delle cose!...
Dai boschi e dai roveti,
dall'arse erbe, dall'imo
dei franti sepolcreti
odorosi di timo,
la notte escon bisbigli
di minuscoli amori
e perfidi consigli
che ammolliscono i cuori.
Fiorite, o campi immensi, palpitate
aure marine nel lunare albor,
piovete voluttà, volte
stellate!
Arde a Tosca folle amor!
(reclinando la testa sulla
spalla di Cavaradossi)
CAVARADOSSI
(vinto, ma vigilante)
Mi avvinci nei tuoi lacci mia sirena...
(guarda verso la parte
d'onde uscì Angelotti)
TOSCA
Arde Tosca nel sangue
il folle amor!
CAVARADOSSI
Mia sirena, verrò!
Or lasciami al lavoro.
TOSCA
(sorpresa)
Mi discacci?
CAVARADOSSI
Urge l'opra, lo sai!
TOSCA
(stizzita, alzandosi)
Vado! Vado!
(s'allontana un poco da Cavaradossi,
poi voltandosi per guardarlo, alza gli occhi
vede il quadro, ed agitatissima ritorna verso
Cavaradossi)
Chi è quella donna bionda lassù?
CAVARADOSSI
(calmo)
La Maddalena. Ti piace?
TOSCA
È troppo bella!
CAVARADOSSI
(ridendo ed inchinandosi)
Prezioso elogio!
TOSCA
(sospettosa)
Ridi?
Quegli occhi cilestrini già li vidi...
CAVARADOSSI
(con indifferenza)
Ce n'è tanti pel mondo!...
TOSCA
(cercando di ricordare)
Aspetta... Aspetta...
(sale sull'impalcato. Trionfante)
E l'Attavanti!...
CAVARADOSSI
(ridendo)
Brava!...
TOSCA
(vinta dalla gelosia)
La vedi? T'ama?
Tu l'ami?
(piangendo)
Tu l'ami?...
CAVARADOSSI
(procura di calmarla)
Fu puro caso...
TOSCA
(non ascoltandolo, con ira gelosa)
Quei passi e quel bisbiglio...
Ah! Qui stava pur ora!
CAVARADOSSI
Vien via!
TOSCA
Ah, la civetta!
(minacciosa)
A me, a me!
CAVARADOSSI
(serio)
La vidi ieri, ma fu puro caso...
A pregar qui venne...
Non visto la ritrassi.
TOSCA
Giura!
CAVARADOSSI
(serio)
Giuro!
TOSCA
(sempre con gli occhi rivolti al quadro)
Come mi guarda fiso!
CAVARADOSSI
(la spinge dolcemente a scendere dalla
gradinata. Essa discende all'indietro
tenendo alto le sue mani in quelle di
Cavaradossi. Tosca scendendo ha
sempre la faccia verso il quadro cui
Mario dà le spalle)
Vien via!
TOSCA
Di me beffarda, ride.
CAVARADOSSI
Follia!
(la tiene presso di sé fissandola in viso)
TOSCA
(con dolce rimprovero)
Ah, quegli occhi!...
CAVARADOSSI
Quale occhio al mondo può star di paro
all'ardente occhio tuo nero?
È qui che l'esser mio s'affissa intero.
Occhio all'amor soave, all'ira fiero!
Qual altro al mondo può star di paro
all'occhio tuo nero!...
TOSCA
(rapita, appoggiando la testa
alla spalla di Cavaradossi)
Oh, come la sai bene
l'arte di farti amare!
(Sempre insistendo nella sua idea
maliziosamente)
Ma... falle gli occhi neri!...
CAVARADOSSI
(teneramente)
Mia gelosa!
TOSCA
Sì, lo sento... ti tormento senza posa.
CAVARADOSSI
Mia gelosa!
TOSCA
Certa sono - del perdono
se tu guardi al mio dolor!
CAVARADOSSI
Mia Tosca idolatrata,
ogni cosa in te mi piace;
l'ira audace
e lo spasimo d'amor!
TOSCA
Dilla ancora
la parola che consola...
Dilla ancora!
CAVARADOSSI
Mia vita, amante inquieta,
dirò sempre: "Floria, t'amo!"
Ah ! l'alma acquieta,
sempre "t'amo!" ti dirò!
TOSCA
(sciogliendosi, paurosa d'esser vinta)
Dio! quante peccata!
M'hai tutta spettinata!
CAVARADOSSI
Or va, lasciami!
TOSCA
Tu fino a stasera stai fermo al lavoro.
E mi prometti: sia caso o fortuna,
sia treccia bionda o bruna,
a pregar non verrà donna nessuna!
CAVARADOSSI
Lo giuro, amore!... Va!
TOSCA
Quanto m'affretti!
CAVARADOSSI
(con dolce rimprovero vedendo
rispuntare la gelosia)
Ancora?
TOSCA
(cadendo nelle sue braccia e
porgendogli la guancia)
No - perdona!...
CAVARADOSSI
(scherzoso)
Davanti alla Madonna?
TOSCA
(accennando alla Madonna)
È tanto buona!
(si baciano. Avviandosi ad uscire
e guardando ancora il quadro,
maliziosamente gli dice:)
Ma falle gli occhi neri!...
(fugge rapidamente.)
Scena Sesta
(Appena uscita Tosca, Cavaradossi sta
ascoltandone i passi allontanarsi, poi
con precauzione socchiude l'uscio e
guarda fuori. Visto tutto tranquillo,
corre alla Cappella. Angelotti appare
subito dietro la cancellata)
CAVARADOSSI
(aprendo la cancellata ad Angelotti,
che naturalmente ha dovuto udire
il dialogo precedente)
È buona la mia Tosca, ma credente
al confessor nulla tiene celato,
ond'io mi tacqui.
È cosa più prudente.
ANGELOTTI
Siam soli?
CAVARADOSSI
Sì. Qual è il vostro disegno?...
ANGELOTTI
A norma degli eventi, uscir di Stato
o star celato in Roma...
Mia sorella...
CAVARADOSSI
L'Attavanti?
ANGELOTTI
Sì... ascose un muliebre
abbigliamento là sotto l'altare...
Vesti, velo, ventaglio...
(si guarda intorno con paura)
Appena imbruni
indosserò quei panni...
CAVARADOSSI
Or comprendo!
Quel fare circospetto
e il pregante fervore
in giovin donna e bella
m'avean messo in sospetto
di qualche occulto amor!
Or comprendo!
Era amor di sorella!
ANGELOTTI
Tutto ella ha osato
onde sottrarmi a Scarpia, scellerato!
CAVARADOSSI
Scarpia?
Bigotto satiro che affina
colle devote pratiche la foia
libertina e strumento
al lascivo talento!
(con forza crescente)
fa il confessore e il boia!
La vita mi costasse, vi salverò!
Ma indugiar fino a notte è mal sicuro...
ANGELOTTI
Temo del sole!...
CAVARADOSSI
(indicando)
La cappella mette
a un orto mal chiuso, poi c'è un canneto
che va lungi pei campi a una mia villa.
ANGELOTTI
M'è nota...
CAVARADOSSI
Ecco la chiave... - innanzi sera
io vi raggiungo, - portate con voi
le vesti femminili...
ANGELOTTI
(raccoglie in fascio le vestimenta
sotto l'altare)
Ch'io le indossi?
CAVARADOSSI
Per or non monta, il sentier è deserto...
ANGELOTTI
(per uscire)
Addio!
CAVARADOSSI
(accorrendo verso Angelotti)
Se urgesse il periglio,
correte al pozzo del giardin.
L'acqua è nel fondo,
ma a mezzo della canna,
un picciol varco
guida ad un antro oscuro,
rifugio impenetrabile e sicuro!
(un colpo di cannone; i due si
guardano agitatissimi)
ANGELOTTI
Il cannon del castello!...
CAVARADOSSI
Fu scoperta la fuga!
Or Scarpia i suoi sbirri sguinzaglia!
ANGELOTTI
Addio!
CAVARADOSSI
(con subita risoluzione)
Con voi verrò! Staremo all'erta!
ANGELOTTI
Odo qualcun!
CAVARADOSSI
(con entusiasmo)
Se ci assalgon, battaglia!
(escono rapidamente dalla Cappella.)
Scena Settima
SAGRESTANO
(entra correndo tutto scalmanato gridando)
Sommo giubilo, Eccellenza!...
(guarda verso l'impalcato e rimane
sorpreso di non trovarvi neppure
questa volta il pittore)
Non c'è più! Ne son dolente!...
Chi contrista un miscredente
si guadagna un'indulgenza!
(accorrono da ogni parte chierici,
allievi e cantori della Cappella.
Tutti costoro entrano tumultuosamente)
Tutta qui la cantoria!
Presto !...
(altri allievi entrano in ritardo
e alla fine si radunano tutti)
ALLIEVI
(colla massima confusione)
Dove?
SAGRESTANO
(spinge alcuni chierici)
In sagrestia...
ALCUNI
Ma che avvenne?
SAGRESTANO
Nol sapete?
(affannoso)
Bonaparte... scellerato...
Bonaparte...
ALTRI ALLIEVI
(si avvicinano al sagrestano e lo
attorniano, mentre accorrono
altri che si uniscono ai primi)
Ebben? Che fu?
SAGRESTANO
Fu spennato, sfracellato,
è piombato a Belzebù!
CORO
Chi lo dice? È sogno!
È fola!
SAGRESTANO
È veridica parola;
or ne giunse la notizia!
CORO
Si festeggi la vittoria!
SAGRESTANO
E questa sera
gran fiaccolata
veglia di gala a Palazzo Farnese,
ed un'apposita nuova cantata
con Floria Tosca!...
E nelle chiese
inni al Signore!
Or via a vestirvi,
non più clamor!
Via... via... in sagrestia!
TUTTI
(ridendo e gridando gioiosamente, senza
badare al Sagrestano che inutilmente li
spinge a urtoni verso la sagrestia)
Doppio soldo... Te Deum... Gloria!
Viva il Re!...
Si festeggi la vittoria!
Questa sera gran fiaccolata!
SAGRESTANO
Or via a vestirvi!
CORO
Serata di gala!
Si festeggi la vittoria! Ecc.
Scena Ottava
(Le loro grida e le loro risa sono al
colmo, allorché una voce ironica
tronca bruscamente quella gazzarra
volgare di canti e risa. È Scarpia:
dietro a lui Spoletta e alcuni sbirri)
SCARPIA
(con grande autorità)
Un tal baccano in chiesa!
Bel rispetto!
SAGRESTANO
(balbettando impaurito)
Eccellenza! il gran giubilo...
SCARPIA
Apprestate per il te Deum.
(tutti s'allontanano mogi; anche il
Sagrestano fa per cavarsela, ma
Scarpia bruscamente lo trattiene)
Tu resta!
SAGRESTANO
(impaurito)
Non mi muovo!
SCARPIA
(a Spoletta)
E tu va, fruga ogni angolo,
raccogli ogni traccia
SPOLETTA
Sta bene!
(fa cenno a due sbirri di seguirlo)
SCARPIA
(ad altri sbirri )
Occhio alle porte,
senza dar sospetti!
(al Sagrestano)
Ora a te!
Pesa le tue risposte.
Un prigionier di Stato
fuggì pur ora da
Castel Sant'Angelo...
(energico)
S'è rifugiato qui...
SAGRESTANO
Misericordia!
SCARPIA
Forse c'è ancora.
Dov'è la Cappella degli Attavanti?
SAGRESTANO
Eccola.
(va al cancello e lo vede socchiuso)
Aperta! Arcangeli!
E un'altra chiave!
SCARPIA
Buon indizio... Entriamo.
(entrano nella Cappella, poi ritornano:
Scarpia, assai contrariato, ha fra le
mani un ventaglio chiuso che agita
nervosamente)
(fra sé)
Fu grave sbaglio
quel colpo di cannone! Il mariolo
spiccato ha il volo, ma lasciò una preda...
preziosa...
un ventaglio.
(agitandolo in aria)
Qual complice il misfatto preparò?
(resta alquanto pensieroso, poi
guarda attentamente il ventaglio;
ad un tratto egli vi scorge uno
stemma, e vivamente esclama:)
La marchesa Attavanti!...
Il suo stemma!...
(guarda intorno, scrutando ogni
angolo della chiesa: i suoi occhi si
arrestano sull'impalcato, sugli arnesi
del pittore, sul quadro... e il noto viso
dell'Attavanti gli appare riprodotto
nel volto della santa)
Il suo ritratto!
(al sagrestano)
Chi fe' quelle pitture?
SAGRESTANO
(ancor più invaso dalla paura)
Il cavalier Cavaradossi...
SCARPIA
Lui!
(uno degli sbirri che seguì Scarpia,
torna dalla Cappella portando
il paniere che Cavaradossi diede
ad Angelotti)
SAGRESTANO
(vedendolo)
Numi! Il paniere!
SCARPIA
(seguitando le sue riflessioni)
Lui! L'amante di Tosca!
Un uom sospetto!
Un volterrian!
SAGRESTANO
(che avrà esaminato il paniere, con
gran sorpresa esclama:)
Vuoto?... Vuoto!...
SCARPIA
Che hai detto?
(vede lo sbirro col paniere)
Che fu?...
SAGRESTANO
(prendendo il paniere)
Si ritrovò nella Cappella questo panier.
SCARPIA
Tu lo conosci?
SAGRESTANO
Certo!
(è esitante e pauroso)
È il cesto del pittor...
ma... nondimeno...
SCARPIA
Sputa quello che sai.
SAGRESTANO
(sempre più impaurito e quasi
piangendo gli mostra il paniere vuoto)
Io lo lasciai ripieno
di cibo prelibato...
Il pranzo del pittor!...
SCARPIA
(attento, inquirente per
scoprir terreno)
Avrà pranzato!
SAGRESTANO
Nella Cappella?
(facendo cenno di no colla mano)
Non ne avea la chiave
né contava pranzar... disse egli stesso.
Onde l'avea già messo...
al riparo.
(impressionato dal severo e silente
contegno di Scarpia)
(fra sè)
Libera me Domine!
(mostra dove aveva riposto il paniere
e ve lo lascia)
SCARPIA
(fra sè)
Or tutto è chiaro...
la provvista del sacrista
d'Angelotti fu la preda!
(scorgendo Tosca che entra nervosissima)
Tosca? Che non mi veda.
(appena vista entrare Tosca, si è abilmente
nascosto dietro la colonna ov'è la pila
dell'acqua benedetta, facendo imperioso
cenno di rimanere al Sagrestano; il quale,
tremante, imbarazzato, si reca vicino al
palco del pittore)
Per ridurre un geloso allo sbaraglio
Iago ebbe un fazzoletto...
ed io un ventaglio!...
Scena Nona
TOSCA
(Va dritta all'impalcato, ma non trovandovi
Cavaradossi, sempre in grande agitazione
va a cercarlo nella navata principale della
chiesa)
Mario! Mario!
SAGRESTANO
(che si trova ai piedi dell'impalco,
avvicinandosi a Tosca)
Il pittor Cavaradossi?
Chi sa dove sia?
Svanì, sgattaiolò
per sua stregoneria.
(se la svigna)
TOSCA
(Fra sè, quasi piangendo)
Ingannata? No!... no!...
Tradirmi egli non può!
SCARPIA
(ha girato la colonna e si presenta a
Tosca, sorpresa del suo subito apparire.
Intinge le dita nella pila e le offre l'acqua
benedetta; fuori suonano le campane
che invitano alla chiesa)
Tosca gentile
la mano mia
la vostra aspetta, piccola manina,
non per galanteria
ma per offrirvi l'acqua benedetta.
TOSCA
(tocca le dita di Scarpia e si
fa il segno della croce)
Grazie, signor!
(Poco a poco entrano in chiesa e
vanno nella navata principale,
popoloni, borghesi, ciociari,
trasteverine, soldati, pecorari,
ciociari, medicanti, ecc; poi, un Cardinale
col Capitolo, si reca all'altare maggiore,
la folla, rivolta verso l'altare maggiore
si accalca nella navata principale)
SCARPIA
Un nobile esempio è il vostro.
Al cielo piena di santo zelo
attingete dell'arte il magistero
che la fede ravviva!
TOSCA
(distratta e pensosa)
Bontà vostra...
SCARPIA
Le pie donne son rare...
Voi calcate la scena...
(con intenzione)
E in chiesa ci venite per pregar...
TOSCA
(sorpresa)
Che intendete?...
SCARPIA
E non fate come certe sfrontate
(indica il ritratto)
che han di Maddalena
viso e costumi...
(con intenzione marcata)
e vi trescan d'amore!
TOSCA
(scatta pronta)
Che? D'amore? Le prove!
SCARPIA
(mostrandole il ventaglio)
È arnese da pittore questo?
TOSCA
(lo afferra)
Un ventaglio? Dove stava?
SCARPIA
Là su quel palco.
Qualcun venne
certo a sturbar gli amanti
ed essa nel fuggir perdé le penne!...
TOSCA
(esaminando il ventaglio)
La corona! Lo stemma!
È l'Attavanti!
Presago sospetto!...
SCARPIA
(Fra sè)
Ho sortito l'effetto!
TOSCA
(con grande sentimento, trattenendo
a stento le lagrime, dimentica del
luogo e di Scarpia)
Ed io venivo a lui tutta dogliosa
per dirgli: invan stasera, il ciel s'infosca...
l'innamorata Tosca è prigioniera...
...dei regali tripudi."
SCARPIA
(Fra sè)
Già il veleno l'ha rosa!
(mellifluo a Tosca)
O che v'offende,
dolce signora?...
Una ribelle
lagrima scende
sovra le belle
guancie e le irrora;
dolce signora,
che mai v'accora?
TOSCA
Nulla!
SCARPIA
(Insinuante, con marcata intenzione)
Darei la vita per asciugar quel pianto.
TOSCA
(non ascoltandolo)
Io qui mi struggo e intanto
d'altra in braccio le mie smanie deride!
SCARPIA
(Fra sè)
Morde il veleno!
TOSCA
(con grande amarezza)
Dove son?
Potessi coglierli, i traditori!
Oh qual sospetto!
Ai doppi amori
è la villa ricetto!
Traditor! Traditor!
(con immenso dolore)
Oh mio bel nido insozzato di fango!
(con pronta risoluzione)
Vi piomberò inattesa!
(rivolta al quadro, minacciosa)
Tu non l'avrai stasera.
Giuro!
SCARPIA
(scandalizzato, quasi rimproverandola)
In chiesa!
TOSCA
Dio mi perdona...
Egli vede ch'io piango!
(piange dirottamente; Scarpia la sorregge
accompagnandola all'uscita, fingendo
di rassicurarla. Appena uscita Tosca,
ritorna presso la colonna e fa un cenno)
SCARPIA
(A Spoletta que sbuca di dietro
la colonna)
Tre sbirri... Una carrozza...
Presto!... seguila
dovunque vada!... non visto!...
provvedi!
SPOLETTA
Sta bene! Il convegno?
SCARPIA
Palazzo Farnese!
(Spoletta parte rapidamente con tre sbirri)
(con un sorriso sardonico)
Va, Tosca!
Nel tuo cuor s'annida Scarpia!...
Va, Tosca!
È Scarpia che scioglie a volo
il falco della tua gelosia.
Quanta promessa nel tuo pronto sospetto!
Nel tuo cuor s'annida Scarpia!...
Va, Tosca!
(esce il corteggio che accompagna il
Cardinale all'altare maggiore: i soldati
svizzeri fanno far largo alla folla,
che si dispone su due ali Scarpia
s'inchina e prega al passaggio del
Cardinale Il Cardinale benedice la
folla che reverente s'inchina)
CAPITOLO
Adjutorum nostrum in nomine Domini
FOLLA
Qui fecit coelum et terram
CAPITOLO
Sit nomen Domini benedictum
FOLLA
Et hoc nunc et usquem in saeculum.
SCARPIA
(con ferocia)
A doppia mira tendo il voler,
né il capo del ribelle
è la più preziosa. Ah di quegli occhi
vittoriosi veder la fiamma
illanguidir con spasimo d'amore,
fra le mie braccia...
L'uno al capestro,
l'altra fra le mie braccia...
(resta immobile guardando nel
vuoto Tutta la folla è rivolta verso
l'altare maggiore; alcuni s'inginocchiano)
FOLLA
Te Deum laudamus:
Te Dominum confitemur!
SCARPIA
(Il canto sacro dal fondo della chiesa
lo scuote, come svegliandolo da un
sogno. Si rimette, fa il segno della
croce guardandosi intorno, e dice:)
Tosca, mi fai dimenticare Iddio!
(s'inginocchia e prega devotamente)
TUTTI, SCARPIA
Te aeternum Patrem
omnis terra veneratur!
ATTO SECONDO
(La camera di Scarpia al piano
superiore del Palazzo Farnese.
Tavola imbandita. Un'ampia finestra
verso il cortile del Palazzo. È notte.
Scarpia è seduto alla tavola e vi cena.
Interrompe a tratti la cena per riflettere.
Guarda l'orologio: è smanioso
e pensieroso)
Scena Prima
SCARPIA
Tosca è un buon falco!...
Certo a quest'ora
i miei segugi le due prede azzannano!
Doman sul palco
vedrà l'aurora
Angelotti e il bel Mario
al laccio pendere.
(suona campanella, entra Sciarrone)
Tosca è a palazzo?...
SCIARRONE
Un ciambellan ne uscia
pur ora in traccia...
SCARPIA
(accenna la finestra)
Apri. Tarda è la notte...
(dal piano inferiore - ove la Regina di
Napoli, Maria Carolina, dà una grande
festa in onore di Melas - si ode il suonare
di un'orchestra)
Alla cantata ancor manca la Diva,
e strimpellan gavotte.
(a Sciarrone)
Tu attenderai la Tosca in sull'entrata;
le dirai ch'io l'aspetto
finita la cantata...
(Sciarrone fa per andarsene)
O meglio...
(si alza e va a scrivere in fretta un biglietto)
Le darai questo biglietto.
(Sciarrone esce. Scarpia
torna alla tavola e si versa da bere)
Ella verrà... per amor del suo Mario!
Per amor del suo Mario...
al piacer mio
s'arrenderà. Tal dei profondi amori,
è la profonda miseria.
Ha più forte sapore la conquista violenta
che il mellifluo consenso.
Io di sospiri e di lattiginose
albe lunari poco mi appago.
Non so trarre accordi di chitarra,
né oroscopo di fior
(sdegnosamente)
né far l'occhio di pesce,
o tubar come tortora!
(s'alza, ma non si allontana dalla tavola)
Bramo.
La cosa bramata perseguo,
me ne sazio e via la getto...
volto a nuova esca.
Dio creò diverse beltà
e vini diversi... Io vo' gustar
quanto più posso dell'opra divina!
(beve. Entra Sciarrone)
SCIARRONE
Spoletta è giunto.
SCARPIA
(eccitatissimo, gridando)
Entri. In buon punto!
(Sciarrone esce per chiamare Spoletta,
che accompagna nella sala, rimanendo
poi presso la porta del fondo)
Scena Seconda
SCARPIA
(si siede e tutt'occupato a cenare,
interroga intanto Spoletta senza
guardarlo)
O galantuomo,
come andò la caccia?...
SPOLETTA
(avanzandosi un poco ed impaurito. Fra sè)
Sant'Ignazio m'aiuta!
(A Scarpia)
Della signora seguimmo la traccia.
Giunti a un'erma villetta
tra le fratte perduta...
ella v'entrò. N'esci sola ben presto.
Allor scavalco lesto
il muro del giardin coi miei cagnotti
e piombo in casa...
SCARPIA
Quel bravo Spoletta!
SPOLETTA
(esitando)
Fiuto!... razzolo!... frugo!...
SCARPIA
(si avvede dell'indecisione di Spoletta e
si leva ritto, pallido d'ira, le ciglia
corrugate)
Ah! L'Angelotti?...
SPOLETTA
Non s'è trovato.
SCARPIA
(furente)
Ah cane! Ah traditore!
Ceffo di basilisco,
(gridando)
alle forche!
SPOLETTA
(tremante, cerca di scongiurare
la collera di Scarpia)
Gesù!
(timidamente)
C'era il pittor...
SCARPIA
(interrompendolo)
Cavaradossi?
SPOLETTA
(accenna di sì, ed aggiunge
pronto:)
Ei sa dove l'altro s'asconde...
Ogni suo gesto, ogni accento
tradìa tal beffarda ironia,
ch'io lo trassi in arresto!
SCARPIA
(con sospiro di soddisfazione)
Meno male!
SPOLETTA
(accenna all'anticamera)
Egli è là.
(Scarpia passeggia meditando: ad
un tratto si arresta: dall'aperta
finestra odesi la Cantata eseguita
dai Cori nella sala della Regina)
CORO INTERNO
Sale, ascende l'uman cantico,
Varca spazi, varca cieli,
Per ignoti soli empirei,
Profetati dai Vangeli,
A te giunge o re dei re,
SCARPIA
(A Spoletta:)
Introducete il Cavaliere.
(Spoletta esce)
(a Sciarrone)
A me Roberti e il Giudice del Fisco.
(Sciarrone esce. Scarpia siede
di nuovo a tavola.)
Scena Terza
(Spoletta e quattro sbirri introducono
Mario Cavaradossi. Poi Roberti, esecutore
di Giustizia, il Giudice del Fisco con uno
Scrivano e Sciarrone)
CAVARADOSSI
(altero, avanzandosi con impeto)
Tal violenza!...
SCARPIA
(con studiata cortesia)
Cavalier,
vi piaccia accomodarvi...
CAVARADOSSI
Vo' saper...
SCARPIA
(accennando una sedia al lato
opposto della tavola)
Sedete...
CAVARADOSSI
(rifiutando)
Aspetto.
SCARPIA
E sia!
(guarda fisso Cavaradossi,
prima di interrogarlo)
CORO, TOSCA
Questo canto voli a te.
A te quest'inno di gloria
voli a te, Sommo Iddio della vittoria.
Dio che fosti innanzi
ai secoli
Alle cantiche degli angeli
Quest'inno di gloria or voli a te!
Sale, ascende l'uman cantico, ecc
SCARPIA
V'è noto che un prigione...
(odesi la voce di Tosca che prende
parte alla Cantata)
CAVARADOSSI
(commosso)
La sua voce!...
SCARPIA
(che si era interrotto all'udire la
voce di Tosca, riprende)
... v'è noto che un prigione
oggi è fuggito da Castel Sant'Angelo?
CAVARADOSSI
Ignoro.
SCARPIA
Eppur, si pretende che voi
l'abbiate accolto in Sant'Andrea,
provvisto di cibo e di vesti...
CAVARADOSSI
(risoluto)
Menzogna!
SCARPIA
(continuando a mantenersi calmo)
... e guidato
ad un vostro podere suburbano...
CAVARADOSSI
Nego. Le prove?
SCARPIA
(mellifluo)
Un suddito fedele...
CAVARADOSSI
Al fatto. Chi mi accusa?
(ironico)
I vostri sbirri
invan frugar la villa.
SCARPIA
Segno che è ben celato.
CAVARADOSSI
Sospetti di spia!
SPOLETTA
(offeso, interviene)
Alle nostre ricerche egli rideva...
CAVARADOSSI
E rido ancor!
SCARPIA
(terribile, alzandosi)
Questo è luogo di lacrime!
(minaccioso)
Badate!
(nervosissimo)
Or basta! Rispondete!
(Si alza e chiude stizzito la finestra
per non essere disturbato dai canti
che hanno luogo al piano sottostante;
poi si volge imperioso a Cavaradossi)
Dov'è Angelotti?
CAVARADOSSI
Non lo so.
SCARPIA
Negate avergli dato cibo?
CAVARADOSSI
Nego!
SCARPIA
E vesti?
CAVARADOSSI
Nego!
SCARPIA
E asilo nella villa?
E che là sia nascosto?
CAVARADOSSI
(con forza)
Nego! nego!
SCARPIA
(Astutamente, ritornando calmo)
Via, Cavaliere, riflettete:
saggia non è cotesta
ostinatezza vostra.
Angoscia grande,
pronta confessione
eviterà! Io vi consiglio, dite:
dov'è dunque Angelotti?
CAVARADOSSI
Non lo so.
SCARPIA
Ancor, l'ultima volta: dov'è?
CAVARADOSSI
Nol so!
SPOLETTA
(Fra di sè)
O bei tratti di corda!
Scena Quarta
(Tosca, entra affannosa.)
SCARPIA
(vedendo Tosca. Fra sè)
Eccola!
TOSCA
(vede Cavaradossi e corre ad abbracciarlo)
Mario, tu qui?
CAVARADOSSI
(sommessamente a Tosca)
Di quanto là vedesti, taci,
o m'uccidi!
(Tosca accenna che ha capito)
SCARPIA
(con solennità)
Mario Cavaradossi,
qual testimone il Giudice vi aspetta.
(a Roberti)
Pria le forme ordinarie...
Indi... ai miei cenni...
(Fa cenno a Sciarrone di aprire l'uscio
che dà alla camera della tortura. Il
Giudice vi entra e gli altri lo seguono,
rimanendo Tosca e Scarpia. Spoletta
si ritira presso alla porta in fondo alla sala.
Sciarrone chiude l'uscio. Tosca fa un
atto di grande sorpresa: Scarpia,
studiatamente gentile, la rassicura)
SCARPIA
(con galanteria)
Ed or fra noi
da buoni amici.
Via quell'aria sgomentata...
(accenna a Tosca di sedere)
TOSCA
(siede con calma studiata)
Sgomento alcun non ho...
SCARPIA
La storia del ventaglio?
(passa dietro al canapè sul quale è
seduta Tosca e vi si appoggia,
parlando sempre con galanteria)
TOSCA
(con simulata indifferenza)
Fu sciocca gelosia...
SCARPIA
L'Attavanti non era dunque alla villa?
TOSCA
No: egli era solo.
SCARPIA
Solo?
(indagando con malizia)
Ne siete ben sicura?
TOSCA
Nulla sfugge ai gelosi.
Solo! solo!
(con insistenza stizzosa)
SCARPIA
(prende una sedia, la porta di fronte a
Tosca, vi si siede e la guarda fissamente)
Davver?
TOSCA
(irritata)
Solo, sì!
SCARPIA
Quanto fuoco!
Par che abbiate paura
di tradirvi.
(rivolgendosi verso l'uscio della
camera della tortura chiamando)
Sciarrone, che dice il Cavalier?
SCIARRONE
(apparendo sul limitare dell'uscio )
Nega.
SCARPIA
(a voce più alta verso l'uscio aperto)
Insistiamo.
(Sciarrone rientra nella camera della
tortura, chiudendone l'uscio)
TOSCA
(ridendo)
Oh, è inutil!
SCARPIA
(serissimo, si alza e passeggia)
Lo vedremo, signora.
TOSCA
(lentamente, con sorriso ironico)
Dunque, per compiacervi,
si dovrebbe mentir?
SCARPIA
No, ma il vero potrebbe abbreviargli
un'ora assai penosa...
TOSCA
(sorpresa)
Un'ora penosa?
Che vuol dir?
Che avviene in quella stanza?
SCARPIA
È forza che si adempia la legge.
TOSCA
Oh! Dio!... Che avvien!
SCARPIA
(con espressione di ferocia e con
forza crescente)
Legato mani e piè
il vostro amante ha un cerchio uncinato
alle tempia,
che ad ogni niego ne sprizza
sangue senza mercè!
TOSCA
(balza in piedi)
Non è ver, non è ver!
Sogghigno di demone...
(ascolta con grande ansietà, le mani
nervosamente avvinghiate alla
spalliera del canapè)
LA VOCE DI CAVARADOSSI
Ahimè!
(gemito prolungato de Cavaradossi)
TOSCA
Un gemito? Pietà, pietà!
SCARPIA
Sta in voi di salvarlo.
TOSCA
Ebben... ma cessate!, cessate!
SCARPIA
(va presso all'uscio. Gridando)
Sciarrone, sciogliete!
SCIARRONE
(si presenta sul limitare)
Tutto?
SCARPIA
Tutto.
(Sciarrone entra di nuovo nella
camera della tortura, chiudendo)
(a Tosca)
Ed or la verità...
TOSCA
Ch'io lo veda!
SCARPIA
No!
TOSCA
(riesce ad avvicinarsi all'uscio)
Mario!
LA VOCE DI CAVARADOSSI
(dolorosamente)
Tosca!
TOSCA
Ti fanno male ancor?
LA VOCE DI CAVARADOSSI
No, Coraggio! Taci!
Sprezzo il dolor!
SCARPIA
(avvicinandosi a Tosca)
Orsù, Tosca, parlate.
TOSCA
(rinfrancata dalle parole di Cavaradossi)
Non so nulla!
SCARPIA
Non vale quella prova?
Roberti, ripigliamo...
(fa per avvicinarsi all'uscio)
TOSCA
(si mette fra l'uscio e Scarpia,
per impedire che dia l'ordine)
No! Fermate!
SCARPIA
Voi parlerete?
TOSCA
No!, No! Ah... mostro!
Lo strazi... l'uccidi!
SCARPIA
Lo strazia quel vostro
silenzio assai più.
TOSCA
Tu ridi...
all'orrida pena?
SCARPIA
(con feroce ironia)
Mai Tosca alla scena
più tragica fu!
(Tosca, inorridita, si allontana da
Scarpia che, preso da subitaneo
senso di ferocia, si rivolga a Spoletta)
SCARPIA
(gridando a Spoletta)
Aprite le porte
che n'oda i lamenti!
(Spoletta apre l'uscio e
ritto sulla soglia)
LA VOCE DI CAVARADOSSI
Vi sfido!
SCARPIA
(gridando a Roberti)
Più forte! Più forte!
LA VOCE DI CAVARADOSSI
Vi sfido!
SCARPIA
(a Tosca)
Parlate...
TOSCA
Che dire?
SCARPIA
Su, via!
TOSCA
Ah! non so nulla! Ah!
(disperata)
dovrei mentir?
SCARPIA
(insistendo)
Dite dov'è Angelotti?
Dite dov'è Angelotti?
parlate, su, via, dove celato sta?
Su, via parlate! Ov'è?
TOSCA
No! No!
Ah! Ah! Ah! Più non posso!
Ah! Che orror!
Ah!
Cessate il martir!
È troppo il soffrir!
Ah! Non posso più!
Ah! Non posso più!
LA VOCE DI CAVARADOSSI
Ahimè!
TOSCA
(si rivolge ancora supplichevole a Scarpia,
il quale fa cenno a Spoletta di lasciare
avvicinare Tosca: questa va presso all'uscio
aperto ed esterrefatta alla vista dell'orribile
scena, si rivolge a Cavaradossi col
massimo dolore:)
Mario, consenti ch'io parli?
LA VOCE DI CAVARADOSSI
(spezzata)
No, no.
TOSCA
(con insistenza)
Ascolta, non posso più...
LA VOCE DI CAVARADOSSI
Stolta, che sai?... che puoi dir?...
SCARPIA
(irritantissimo per le parole di Cavaradossi
e temendo che da queste Tosca sia
ancora incoraggiata a tacere, grida
terribile a Spoletta:)
Ma fatelo tacere!
(Spoletta entra nella camera della tortura
e n'esce poco dopo, mentre Tosca, vinta
dalla terribile commozione, cade prostrata
sul canapè e con voce singhiozzante si
rivolge a Scarpia che sta impassibile e
silenzioso.)
TOSCA
Che v'ho fatto in vita mia?
Son io che così torturate!...
Torturate l'anima...
Sì, l'anima mi torturate!
SPOLETTA
(brontolando in attitudine di preghiera)
Judex ergo, cum sedebit,
Quidquid latet apparebit,
Nil inultum remanebit.
Nil inultum remanebit.
(Scarpia, profittando dell'accasciamento
di Tosca, va presso la camera della tortura
e fa cenno di ricominciare il supplizio -
un grido orribile si fa udire - Tosca si alza
di scatto e subito con voce soffocata dice
rapidamente a Scarpia:)
TOSCA
Nel pozzo... nel giardino...
SCARPIA
Là è Angelotti?...
TOSCA
(soffocato)
Sì.
SCARPIA
(forte, verso la camera della tortura)
Basta, Roberti.
SCIARRONE
(che ha aperto l'uscio)
E svenuto!
TOSCA
(a Scarpia)
Assassino!
Voglio vederlo.
SCARPIA
Portatelo qui!...
(Sciarrone rientra e subito appare
Cavaradossi svenuto, portato dai birri
che lo depongono sul canapè. Tosca
corre a lui, ma l'orrore della vista
dell'amante insanguinato è così forte,
ch'essa sgomentata si copre il volto per
non vederlo - poi, vergognosa di questa
sua debolezza, si inginocchia presso di
lui, baciandolo e piangendo. Sciarrone,
il Giudice, Roberti, lo Scrivano escono
dal fondo, mentre, ad un cenno di Scarpia,
Spoletta ed i birri si fermano)
CAVARADOSSI
(riavendosi)
Floria!
TOSCA
(coprendolo di baci)
Amore...
CAVARADOSSI
Sei tu?
TOSCA
(caldamente)
Quanto hai penalo anima mia!..
Ma il giusto Iddio lo punirà!
CAVARADOSSI
Tosca, hai parlato?
TOSCA
No, amor...
CAVARADOSSI
Davvero?...
SCARPIA
(a Spoletta con autorità)
Nel pozzo del giardino.
Va, Spoletta!
(Spoletta esce: Cavaradossi, che
ha udito, si leva minaccioso contro
Tosca; poi le forze l'abbandonano e
si lascia cadere sul canapè, esclamando
con rimprovero pieno di amarezza
verso Tosca:)
CAVARADOSSI
M'hai tradito!
TOSCA
(supplichevole)
Mario!
CAVARADOSSI
(respingendo Tosca che si
abbraccia stretta a lui)
Maledetta!
(Sciarrone, irrompe tutto affannoso)
SCIARRONE
Eccellenza! quali nuove!...
SCARPIA
(sorpreso)
Che vuol dir quell'aria afflitta?
SCIARRONE
Un messaggio di sconfitta...
SCARPIA
Che sconfitta? Come? Dove?
SCIARRONE
A Marengo...
SCARPIA
(impazientito, gridando)
Tartaruga!
SCIARRONE
Bonaparte è vincitor!
SCARPIA
Melas...
SCIARRONE
No! Melas è in fuga!...
(Cavaradossi, che con ansia
crescente ha udito le parole di
Sciarrone, trova nel proprio
entusiasmo la forza di alzarsi
minaccioso in faccia a Scarpia)
CAVARADOSSI
Vittoria! Vittoria!
L'alba vindice appar
che fa gli empi tremar!
Libertà sorge,
crollan tirannidi!
TOSCA
(Cercando disperatamente di calmarlo)
Mario, taci, pietà di me!
CAVARADOSSI
Del sofferto martir
me vedrai qui gioir...
Il tuo cor trema,
o Scarpia, carnefice!
(Tosca, disperatamente aggrappandosi
a Cavaradossi, tenta, con parole
interrotte, di farlo tacere, mentre
Scarpia risponde a Cavaradossi con
un sarcastico sorriso)
SCARPIA
Braveggia, urla!
T'affretta a palesarmi
il fondo dell'alma ria!
Va! Moribondo,
il capestro t'aspetta!
(ed irritato per le parole di
Cavaradossi, grida ai birri:)
Portatemelo via!
(Sciarrone ed i birri s'impossessano
di Cavaradossi e lo trascinano verso
la porta - Tosca con un supremo sforzo
tenta di tenersi stretta a Cavaradossi,
ma invano: essa è brutalmente respinta)
TOSCA
Mario... con te...
(i birri conducono via Cavaradossi;
li segue Sciarrone: Tosca si avventa
per seguir Cavaradossi, ma Scarpia si
colloca innanzi la porta e la chiude,
respingendo Tosca)
SCARPIA
Voi no!
(Rimangano solamente Scarpia e Tosca)
Scena Quinta.
TOSCA
(come un gemito)
Salvatelo!
SCARPIA
Io?... Voi!
(si avvicina alla tavola, vede la sua cena
lasciata a mezzo e ritorna calmo e
sorridente)
La povera mia cena fu interrotta.
(vede Tosca abbattuta, immobile,
ancora presso la porta)
Così accasciata?...
Via, mia bella signora,
sedete qui. Volete che cerchiamo
insieme il modo di salvarlo?
(Tosca si scuote e lo guarda: Scarpia
sorride sempre e si siede, accennando
in pari tempo di sedere a Tosca)
E allor... sedete... e favelliamo.
(forbisce un bicchiere col tovagliolo,
quindi lo guarda a traverso la luce
del candelabro)
E intanto un sorso.
È vin di Spagna...
(riempie il bicchiere e lo porge a Tosca)
Un sorso
(con gentilezza)
per rincorarvi.
TOSCA
(siede in faccia a Scarpia, guardandolo
fissamente. Appoggiando i gomiti sul tavolo,
si sorregge il viso, e coll'accento del più
profondo disprezzo chiede a Scarpia:)
Quanto?
SCARPIA
(imperturbabile, versandosi da bere)
Quanto?
(ride)
TOSCA
Il prezzo!...
SCARPIA
Già Mi dicon venal,
ma a donna bella
(insinuante e con intenzione)
non mi vendo a prezzo di moneta.
Se la giurata fede
devo tradir...
ne voglio altra mercede.
Quest'ora io l'attendeva!
Già mi struggea
l'amor della diva!
Ma poc'anzi
ti mirai
qual non ti vidi mai!
(eccitatissimo, si alza)
Quel tuo pianto era lava ai sensi miei
e il tuo sguardo
che odio in me dardeggiava,
mie brame inferociva!...
Agil qual leopardo
ti avvinghiasti all'amante;
Ah! In quell'istante
t'ho giurata mia!... Mia!
(si avvicina, stendendo le braccia verso
Tosca: questa, che aveva ascoltato
immobile, impietrita, le lascive paro
le di Scarpia, s'alza di scatto e si rifugia
dietro il canapè)
TOSCA
Ah!
SCARPIA
(quasi inseguendola)
Sì, t'avrò!...
TOSCA
(inorridita corre alla finestra)
¡Ah!
Piuttosto giù mi avvento!
SCARPIA
(freddamente)
In pegno il Mario tuo mi resta!...
TOSCA
Ah! miserabile...
l'orribile mercato!
(le balena l'idea di recarsi presso
la Regina e corre verso la porta)
SCARPIA
(che ne indovina il pensiero, si
tira in disparte)
Violenza non ti farò.
Sei liberai. Va pure.
(Tosca con un grido di gioia fa per
uscire: Scarpia con un gesto e ridendo
ironicamente la trattiene)
Ma è fallace speranza... la Regina
farebbe grazia ad un cadavere!
(Tosca retrocede spaventata, e fissando
Scarpia si lascia cadere sul canapè: poi
stacca gli occhi da Scarpia con un gesto
di supremo disgusto e di odio)
(con accento convinto e con compiacenza)
Come tu m'odii!
TOSCA
(con tutto l'odio e il disprezzo)
Ah! Dio!...
SCARPIA
(avvicinandosele)
Così ti voglio!
TOSCA
(esasperata)
Non toccarmi, demonio!
T'odio, t'odio, t'odio,
abbietto, vile!
(fugge da Scarpia inorridita)
SCARPIA
Che importa?!
(avvicinandosele ancor più)
Spasimi d'ira...
spasimi d'amore!
TOSCA
Vile!
SCARPIA
Mia!
(cerca di afferrarla)
TOSCA
(si ripara dietro la tavola)
Vile!
SCARPIA
(inseguendola)
Mia!
TOSCA
Aiuto! Aiuto!
(un lontano rullo di tamburi a poco
a poco s'avvicina, poi si dilegua lontano)
SCARPIA
(fermandosi)
Odi? È il tamburo. S'avvia.
Guida la scorta
ultima ai condannati.
Il tempo passa!
(Tosca, dopo aver ascoltato con ansia
terribile, si allontana dalla finestra e
si appoggia, estenuata, al canapè)
Sai... quale oscura opra
laggiù si compia?
Là... si drizza un patibolo!...
(Tosca fa un movimento di disperazione
e di spavento)
Al tuo Mario, per tuo voler,
non resta che un'ora di vita.
(freddamente si appoggia ad un angolo
della tavola, continuando a guardare Tosca.
Tosca affranta dal dolore si lascia cadere
sul canapè. Freddamente Scarpia, si versa
del caffè e lo assorbe mentre continua a
guardare Tosca)
TOSCA
(nel massimo dolore)
Vissi d'arte, vissi d'amore,
non feci mai male ad anima viva!...
Con man furtiva
quante miserie conobbi, aiutai...
Sempre con fe' sincera,
la mia preghiera
ai santi tabernacoli salì.
Sempre con fe' sincera
diedi fiori agli altar.
(alzandosi)
Nell'ora del dolore
perché, perché Signore,
perché me ne rimuneri così?
Diedi gioielli
della Madonna al manto,
e diedi il canto agli astri,
al ciel, che ne ridean più belli.
Nell'ora del dolore, perché,
perché Signore, perché
me ne rimuneri così?
(singhiozzando)
SCARPIA
(avvicinandosi di nuovo a Tosca)
Risolvi!
TOSCA
Mi vuoi supplice ai tuoi piedi!
(inginocchiandosi innanzi a Scarpia)
Vedi,
(singhiozza)
le man giunte io stendo a te!
(alzando le mani giunte)
Ecco... vedi...
(con accento disperato)
e mercè d'un tuo detto,
vinta, aspetto...
(avvilita)
SCARPIA
Sei troppo bella, Tosca,
e troppo amante.
Cedo.
A misero prezzo tu,
a me una vita,
io, a te chieggo un istante!
TOSCA
(alzandosi, con un senso
di gran disprezzo)
Va! - Va! - Mi fai ribrezzo!
Va! - Va!
(bussano alla porta)
SCARPIA
Chi è là?
SPOLETTA
(entrando tutto frettoloso e trafelato)
Eccellenza, l'Angelotti
al nostro giungere si uccise.
SCARPIA
Ebbene, lo si appenda
morto alle forche!
E l'altro prigionier?
SPOLETTA
Il Cavalier Cavaradossi?
È tutto pronto, Eccellenza!
TOSCA
(Fra sè)
Dio m'assisti!
SCARPIA
(a Spoletta)
Aspetta.
(piano a Tosca)
Ebbene?
(Tosca accenna di sì col capo e dalla
vergogna piangendo affonda la testa
fra i cuscini del canapè)
(a Spoletta)
Odi...
TOSCA
(interrompendo subito Scarpia)
Ma libero all'istante lo voglio!
SCARPIA
(a Tosca)
Occorre simular.
Non posso far grazia aperta.
Bisogna che tutti
abbian per morto il cavalier.
(accenna a Spoletta)
Quest'uomo fido provvederà.
TOSCA
Chi mi assicura?
SCARPIA
L'ordin ch'io gli darò
voi qui presente.
(a Spoletta)
Spoletta: chiudi.
(Spoletta frettolosamente chiude la
porta, poi ritorna presso Scarpia)
Ho mutato d'avviso...
Il prigionier sia fucilato.
(Tosca scatta atterrita)
Attendi...
(fissa con intenzione Spoletta che accenna
replicatamente col capo di indovinare il
pensiero di Scarpia)
Come facemmo col Conte Palmieri...
SPOLETTA
Un'uccisione...
SCARPIA
(Subito con marcata intenzione)
... simulata!... Come
avvenne del Palmieri!
Hai ben compreso?
SPOLETTA
Ho ben compreso.
SCARPIA
Va.
TOSCA
(che ha ascoltato avidamente, interviene)
Voglio avvertirlo io stessa.
SCARPIA
E sia.
(a Spoletta, indicando Tosca)
Le darai passo.
Bada: all'ora quarta...
(marcando intenzionalmente)
SPOLETTA
(con intenzione)
Sì. Come Palmieri...
(Spoletta esce. Scarpia, ritto presso
la porta, ascolta Spoletta allontanarsi, poi
trasformato nel viso e nei gesti si avvicina
con grande passione a Tosca)
SCARPIA
Io tenni la promessa...
TOSCA
(arrestandolo)
Non ancora.
Voglio un salvacondotto onde fuggir
dallo Stato con lui.
SCARPIA
(con galanteria)
Partir dunque volete?
TOSCA
(con accento convinto)
Sì, per sempre!
SCARPIA
Si adempia il voler vostro.
(va allo scrittoio; si mette a scrivere,
interrompendosi per domandare a Tosca:)
E qual via scegliete?
(Mentre Scarpia scrive, Tosca si è
avvicinata alla tavola e con la mano
tremante prende il bicchiere di vino di
Spagna versato da Scarpia, ma nel portare il
bicchiere alle labbra, scorge sulla tavola un
coltello affilato ed a punta; dà un'occhiata
a Scarpia che in quel momento è occupato
a scrivere - e con infinite precauzioni cerca
d'impossessarsi del coltello, rispondendo
alle domande di Scarpia ch'essa sorveglia
attentamente)
TOSCA
La più breve!
SCARPIA
Civitavecchia?
TOSCA
Sì.
(Finalmente ha potuto prendere il coltello,
che dissimula dietro di sé appoggiandosi
alla tavola e sempre sorvegliando Scarpia.
Questi ha finito di scrivere il salvacondotto,
vi mette il sigillo, ripiega il foglio: quindi
aprendo le braccia si avvicina a Tosca
per avvincerla a sé)
SCARPIA
Tosca, finalmente mia!...
(ma l'accento voluttuoso si cambia in un
grido terribile - Tosca lo ha colpito in
pieno petto. Gridando)
Maledetta!
TOSCA
(gridando)
Questo è il bacio di Tosca!
SCARPIA
(con voce strozza)
Aiuto! muoio!
(Scarpia stende il braccio verso Tosca
avvicinandosi barcollante in atto di aiuto.
Tosca lo sfugge ma ad un tratto si trova
presa fra Scarpia e la tavola e,
vedendo che sta per essere
toccata da lui, lo respinge
inorridita. Scarpia cade)
Soccorso! Muoio!
Soccorso! Aiuto! Muoio!
TOSCA
(con odio a Scarpia)
Ti soffoca il sangue?
(Fissando a Scarpia que si dibatte
inutilmente e cerca di rialzarsi,
aggrappandosi al canapè)
E ucciso da una donna!
M'hai assai torturata!...
Odi tu ancora? Parla!...
Guardami!... Son Tosca!... O Scarpia!
SCARPIA
(fa un ultimo sforzo,
poi cade riverso soffocato )
Soccorso, aiuto!
TOSCA
(piegandosi sul viso di Scarpia)
Ti soffoca il sangue?
Muori dannato! Muori, Muori!
(Scarpia rimane rigido)
È morto!
Or gli perdono!
E avanti a lui tremava tutta Roma!
(senza togliere lo sguardo dal cadavere
di Scarpia, va al tavolo, vi depone il cotello,
prende una bottiglia d'acqua e inzuppando
un tovagliolo si lava le dita, poi si ravvia i
apelli guardandosi allo specchio e Quindi
cerca il salvacondotto sullo scrittoio; non
trovandolo. Lo cerca ancora, finalmente
vede il salvacondotto nella mano raggrinzita
di Scarpia. Solleva il braccio di Scarpia, che
poi lascia cadere inerte, dopo aver tolto il
salvacondotto che nasconde in petto.
Si avvia per uscire, ma si pente, va a
prendere le due candele che sono sulla
mensola a sinistra e le accende al
candelabro sulla tavola spegnendo poi
questo. Colloca una candela accesa a destra
della testa di Scarpia. Mette l'altra candela
a sinistra . Cerca di nuovo intorno e
vedendo un crocefisso va a staccarlo dalla
parete e portandolo religiosamente si
inginocchia per posarlo sul petto di Scarpia.
Si alza e con grande precauzione esce,
ichiudendo dietro a sé la porta)
ATTO TERZO
Scena Prima
(La piattaforma di Castel Sant'Angelo. A
sinistra, una casamatta: vi è collocata una
avola, sulla quale stanno una lampada, un
grosso registro e l'occorrente per scrivere:
una panca, una sedia. Su di una parete della
casamatta un crocifisso: davanti a questo
è appesa un lampada. A destra, L'apertura
di una piccola scala per la quale si ascende
alla piattafrma. Nel fondo il Vaticano e San
Pietro. E ancora notte. Cielo sereno,
scintillante di stelle. Si odono, lontano, la
campanelle di un armento e la voce d'un
pastore)
LA VOCE DI UN PASTORE
Io de' sospiri.
Ve ne rimanno tanti
Pe' quante foje
Ne smoveno li venti.
Tu me disprezzi.
Io me ci accoro,
lampena d'oro
Me fai morir!
(poco a poco si vede a luce incerta
e grigia che precede l'alba: le campane
delle chiese suonano mattutino
Un Carceriere con una lanterna sale
dalla scala, va alla casamatta e vi accende
la lampada sospesa davanti al crocifisso,
poi quella sulla tavola. Poi va in fondo alla
piattaforma e guarda giù nel cortile sotto
stante per vedere se giunge il picchetto dei
soldati, col condannato. Si incontra con
una sentinella che percorre tutt'all'intorno
la piattaforma e scambiate colla stessa
alcune parole, ritorna alla casamatta,
siede ed aspetta mezzo assonnato. Più
tardi un picchetto, comandato da un
Sergente di guardia, sale sulla piattaforma
accompagnando Cavaradossi: il picchetto si
arresta e il Sergente conduce Cavaradossi
nella casamatta, Alla vista del sergente il
carceriere s'alza salutandolo; il sergente
consegna un foglio al carceriere;. questi
esamina il foglio, apre il registro e vi
scrive mentre interroga:)
Scena Seconda
CARCERIERE
Mario Cavaradossi?
(Cavaradossi china il capo, assentendo.
Il Carceriere porge la penna al Sergente)
A voi.
(Il Sergente firma il registro, poi
parte coi soldati, scendendo per
la scala)
(A Cavaradossi)
Vi resta un'ora...
Un sacerdote i vostri cenni attende.
CAVARADOSSI
No! Ma un'ultima grazia io vi richiedo...
CARCERIERE
Se posso...
CAVARADOSSI
Io lascio al mondo
una persona cara. Consentite
ch'io le scriva un sol motto.
(togliendosi dal dito un anello)
Unico resto
di mia ricchezza è questo anel!...
Se promettete di consegnarle
il mio ultimo addio,
esso è vostro...
CARCERIERE
(tituba un poco, poi accetta e facendo
cenno a Cavaradossi di sedere alla
tavola, va a sedere sulla panca)
Scrivete...
CAVARADOSSI
(rimane alquanto pensieroso, quindi
si mette a scrivere... ma dopo tracciate
alcune linee è invaso dalle rimembranze,
e si arresta dallo scrivere)
(pensando)
E lucevan le stelle...
ed olezzava la terra...
stridea l'uscio dell'orto...
e un passo sfiorava la rena...
Entrava ella, fragrante,
mi cadea fra le braccia...
Oh! dolci baci, o languide carezze,
mentr'io fremente
le belle forme disciogliea dai veli!
Svanì per sempre
il sogno mio d'amore...
L'ora è fuggita...
E muoio disperato!
E non ho amato mai tanto la vita!...
(scoppia in singhiozzi, coprendosi il volto
colle mani. Dalla scala viene Spoletta,
accompagnato dal Sergente e seguito da
Tosca: il Sergente porta una lanterna -
Spoletta accenna a Tosca ove trovasi
Cavaradossi, poi chiama a sé il Carceriere:
con questi e col Sergente ridiscende, non
senza aver prima dato ad una sentinella,
che sta in fondo, l'ordine di sorvegliare il
prigioniero).
Scena Terza
(Tosca che in questo frattempo è rimasta
agitatissima, vede Cavaradossi che piange:
si slancia presso a lui, e non potendo
parlare per la grande emozione gli solleva
con le due mani la testa, presentandogli in
pari tempo il salvacondotto: Cavaradossi,
alla vista di Tosca, balza in piedi
sorpreso, legge il foglio che gli
presenta Tosca)
CAVARADOSSI
(legge)
Franchigia a Floria Tosca...
... e al cavaliere che l'accompagna.
TOSCA
(leggendo insieme a lui con voce
affannosa e convulsa)
... e al cavaliere che l'accompagna.
(a Cavaradossi con un grido d'esultanza)
Sei libero!
CAVARADOSSI
(guarda il foglio; ne vede la firma
guardando Tosca con intenzione)
Scarpia!...
Scarpia che cede? La prima
sua grazia è questa...
TOSCA
E l'ultima!
(riprende il salvacondotto e lo ripone
in una borsa)
CAVARADOSSI
Che dici?
TOSCA
(scattando)
Il tuo sangue o il mio amore volea...
Fur vani scongiuri e pianti.
Invan, pazza d'orror,
alla Madonna mi volsi e ai santi...
L'empio mostro dicea:
già nei cieli
il patibol le braccia leva!
Rullavano i tamburi...
Rideva, l'empio mostro...
rideva...
già la sua preda pronto a ghermir!
"Sei mia!" - Sì.
Alla sua brama mi promisi.
Lì presso luccicava una lama...
Ei scrisse il foglio liberator,
venne all'orrendo amplesso...
Io quella lama gli piantai nel cor.
CAVARADOSSI
Tu!?...
di tua man l'uccidesti?
tu pia, tu benigna, - e per me!
TOSCA
N'ebbi le man tutte lorde di sangue!
CAVARADOSSI
(prendendo amorosamente fra le
sue le mani di Tosca)
O dolci mani mansuete e pure,
o mani elette a bell'opre e pietose,
a carezzar fanciulli, a coglier rose,
a pregar, giunte, per le sventure,
dunque in voi, fatte dall'amor secure,
giustizia le sue sacre armi depose?
Voi deste morte,
o man vittoriose,
o dolci mani mansuete e pure!...
TOSCA
(svincolando le mani)
Senti... l'ora è vicina;
Io già raccolsi
(mostrando la borsa)
oro e gioielli... una vettura è pronta.
Ma prima... ridi amor...
prima sarai fucilato - per finta -
ad armi scariche...
Simulato supplizio.
Al colpo... cadi.
I soldati sen vanno... -
e noi siam salvi!
Poscia a Civitavecchia... una tartana...
e via pel mar!
CAVARADOSSI
Liberi!
TOSCA
Liberi!
CAVARADOSSI
Via pel mar!
TOSCA
Chi si duole
in terra più? Senti effluvi di rose?!...
Non ti par che le cose
aspettan tutte innamorate il sole?...
CAVARADOSSI
(colla più tenera commozione)
Amaro sol per te m'era morire,
da te la vita prende ogni splendore,
all'esser mio la gioia ed il desire
nascon di te, come di fiamma ardore.
Io folgorare i cieli e scolorire
vedrò nell'occhio tuo rivelatore,
e la beltà delle cose più mire
avrà sol da te voce e colore.
TOSCA
Amor che seppe a te vita serbare,
ci sarà guida in terra,
e in mar nocchier...
e vago farà il mondo riguardare.
Finché congiunti alle celesti sfere
dileguerem, siccome alte sul mare
a sol cadente,
(fissando come in una visione)
nuvole leggere!...
(rimangono commossi, silenziosi: poi
Tosca, chiamata dalla realtà delle
cose, si guarda attorno inquieta)
E non giungono...
(si volge a Cavaradossi con
premurosa tenerezza)
Bada!...
al colpo egli è mestiere
che tu subito cada...
CAVARADOSSI
(La rassicura)
Non temere
che cadrò sul momento, e al naturale.
TOSCA
(insistendo)
Ma stammi attento di non farti male!
Con scenica scienza
io saprei la movenza...
CAVARADOSSI
(la interrompe, attirandola a sé)
Parlami ancora come dianzi parlavi,
è così dolce il suon della tua voce!
TOSCA
(si abbandona quasi estasiata,
quindi poco a poco accalorandosi)
Uniti ed esulanti
diffonderem pel mondo i nostri amori,
armonie di colori...
CAVARADOSSI
(esaltandosi)
Armonie di canti diffonderem!
TOSCA, CAVARADOSSI
(con grande entusiasmo)
Trionfal,
di nova speme
l'anima freme
in celestial
crescente ardor.
Ed in armonico vol
già l'anima va
all'estasi d'amor.
TOSCA
Gli occhi ti chiuderò con mille baci
e mille ti dirò nomi d'amor.
Scena Ultima
(Frattanto dalla scaletta è salito un
drappello di soldati: lo comanda un
Ufficiale, il quale schiera i soldati
nel fondo: seguono Spoletta, il
Sergente, il Carceriere. Spoletta dà le
necessarie istruzioni. Il cielo si fa più
luminoso; è l'alba: suonano le 4 del mattino.
Il Carceriere si avvicina a Cavaradossi
e togliendosi il berretto gli indica
l'Ufficiale)
CARCERIERE
L'ora!
CAVARADOSSI
Son pronto.
(il carceriere prende il registro dei
condannati e scende per la scaletta)
TOSCA
(a Cavaradossi, con voce bassissima
e ridendo di soppiatto)
Tieni a mente...
al primo colpo... giù...
CAVARADOSSI
(sottovoce, ridendo esso pure)
Giù.
TOSCA
Non rialzarti innanzi ch'io ti chiami.
CAVARADOSSI
No, amore!
TOSCA
E cadi bene.
CAVARADOSSI
(sorridendo)
Come la Tosca in teatro.
TOSCA
(vedendo sorridere Cavaradossi)
Non ridere...
CAVARADOSSI
(serio)
Così?
TOSCA
Così.
(Cavaradossi segue l' Ufficiale dopo
aver salutato Tosca, la quale si
colloca a sinistra, nella casamatta,
in modo però da poter spiare quanto
succede sulla piattaforma. Essa vede
l'Ufficiale ed il Sergente che conducono
Cavaradossi presso il muro di faccia a lei;
il Sergente vuol porre la benda agli occhi
di Cavaradossi: questi, sorridendo,
rifiuta. - Tali lugubri preparativi
stancano la pazienza di Tosca.)
TOSCA
Com'è lunga l'attesa!
Perché indugiano ancor?...
Già sorge il sole...
Perché indugiano ancora?...
è una commedia,
lo so... ma questa angoscia eterna pare!...
(l' Ufficiale e il Sergente dispongono
il plotone dei soldati, impartendo gli
ordini relativi)
Ecco!... Apprestano l'armi...
Com'è bello il mio Mario!
(vedendo l'Ufficiale che sta per abbassare
la sciabola, si porta le mani agli orecchi
per non udire la detonazione; poi fa cenno
con la testa a Cavaradossi di cadere,
L'ufficiale abbassa la sciabola, i soldati
sparano e Cavaradossi cade)
Là! Muori!
(vedendolo a terra gli invia colle
mani un bacio)
Ecco un artista!
(il sergente si avvicina al caduto e lo
osserva attentamente: Spoletta pure si è
avvicinato; allontana il Sergente impedendo
gli di dare il colpo di grazia, quindi copre
Cavaradossi con un mantello. L'Ufficiale
allinea i soldati: il Sergente ritira la
sentinella che sta in fondo, poi tutti,
preceduti da Spoletta, scendono la scala.
Tosca è agitatissima: essa sorveglia questi
movimenti temendo che Cavaradossi, per
impazienza, si muova o parli prima del
momento opportuno; a voce repressa
verso Cavaradossi)
O Mario, non ti muovere...
S'avviano... taci!
Vanno... scendono.
(vista deserta la piattaforma, va ad
ascoltare presso l'imbocco della scaletta:
vi i arresta trepidante, affannosa, parendole
ad un tratto che i soldati anziché
allontanarsi, ritornino sulla piattaforma
i nuovo si rivolge a Cavaradossi con voce
bassa)
Ancora non ti muovere...
(ascolta si sono tutti allontanati,
va al prospetto e cautamente
sporgendosi, osserva di sotto. Poi
corre verso Cavaradossi)
Presto, su! Mario! Mario,
su presto! Andiamo!...
Su!... Su! Mario! Mario!
(si china per aiutare Cavaradossi
a rialzarsi: a un tratto dà un grido
soffocato di terrore, di sorpresa
e si guarda le mani colle quali ha
sollevato il mantello)
Ah!
(si inginocchia, toglie rapidamente
il mantello e balza in piedi livida,
atterrita)
Morto! Morto!
(con incomposte parole, con sospiri,
singhiozzi si butta sul corpo di
Cavaradossi, quasi non credendo
all'orribil destino)
O Mario... morto... tu.. così... Finire
così!! Così?... povera Floria tua!
(intanto dal cortile al disotto del
parapetto e su dalla piccola scala
arrivano prima confuse, poi sempre
più vicine le voci di Sciarrone, di
Spoletta e di alcuni soldati)
VOCI CONFUSE
Ah!...
LA VOCE DI SCIARRONE
vi dico pugnalato!
VOCI CONFUSE
Scarpia?
LA VOCE DI SCIARRONE
Scarpia.
LA VOCE DI SPOLETTA
La donna è Tosca!
VARIE VOCI PIÙ VICINE
Che non sfugga!
LA VOCE DI SPOLETTA, SCIARRONE
(più vicine)
Attenti agli sbocchi delle scale!
Attenti agli sbocchi delle scale!
(Spoletta apparisce dalla scala,
mentre Sciarrone dietro a lui
gli grida additando Tosca:)
SCIARRONE
È lei!
SPOLETTA
(gettandosi su Tosca)
Ah! Tosca, pagherai
ben cara la sua vita!...
(Tosca balza in piedi e invece di sfuggire
Spoletta, lo respinge violentemente,
rispondendogli:)
TOSCA
Colla mia!
(all'urto inaspettato Spoletta dà
addietro e Tosca rapida gli sfugge,
passa avanti a Sciarrone ancora sulla
scala e correndo al parapetto si getta
nel vuoto gridando:)
O Scarpia, avanti a Dio!
(Sciarrone ed alcuni soldati, saliti
confusamente, corrono al parapetto
e guardano giù. Spoletta rimane
esterrefatto, allibito.)
FINE DELL'OPERA
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Tosca. Benoît Jacquot (Director).
E lucevan le stelle.
Roberto Alagna (Mario Cavaradossi).