*Fragmento del primer movimiento.
El Impresionismo
na vez más, la situación reinante a la muerte de Wagner invita imperiosamente a contemplar las profundas relaciones entre el estado social y su expresión artística. Se ha iniciado, invisible aún para el grueso de los hombres, el camino hacia lo incierto, hacia los cambios y las luchas profundas que llenarán con amenazas de derrumbe el siglo XX. Es un proceso de descomposición, de disolución que sufre la época; y es exactamente lo mismo que vemos iniciarse en las artes, y muy especialmente en la música. Desde luego, esta calificación no encierra en ningún momento un juicio negativo, sólo que su arte tendrá otras características, otras bases, otros ideales y otras perspectivas que el arte de los siglos anteriores.
Después de Wagner hubo dos caminos: seguir sus huellas profundamente románticas llegando a cada vez mayores distancias de la vida cotidiana y real; o volver hacia ésta, buscar los temas artísticos en la vida misma, en sus luchas, en sus problemas. Ambas tendencias cobran importancia hacia fines del siglo XIX, existiendo desde entonces las ideas artísticas más opuestas a un mismo tiempo. Cada una tiene su nombre, que en algún momento de las últimas décadas llegó a ser la divisa del momento; llámense "impresionismo", "expresionismo", "neoclasicismo", "neorromanticismo", "naturalismo", "verismo", "cubismo", "surrealismo", "constructivismo", en la música "atonalismo", etc.
La tendencia que se impone más decididamente en el campo sinfónico e instrumental en general, después de la muerte de Wagner, es el impresionismo. Aunque éste no es en todo una continuación de Wagner (sus mismos creadores lo sentían, por el contrario, como una reacción contra él), concluye el alejamiento de la realidad que aquél había iniciado. El impresionismo es un arte sumamente fino, sensible, nostálgico, con un hálito de paraíso perdido; encuentra sus máximas expresiones en la pintura, la poesía y la música. En ésta significa la penúltima etapa ante la total desintegración que sobreviene poco después a manos de algunos artistas del nuevo siglo. Rodeado de otros, es Debussy el símbolo más puro del impresionismo musical.
Nació el 22 de agosto de 1862, en Saint-Germain en Laye. Siendo alumno del Conservatorio de París ganó en 1884 el apetecido "premio de Roma" por su cantata "L'enfant prodigue". Pero, contra la costumbre, las obras enviadas desde Roma por el becario no se ejecutan en París; Debussy ya ha emprendido el camino hacia su estilo tan propio y que tanto le alejó de los cánones vigentes. Durante diez años, de 1892 a 1902, trabaja en su obra principal, la ópera "Pelleas y Mélisande", que abre nuevos horizontes al arte dramático-musical. Lejos de la vida musical oficial y sin tener nunca ningún cargo en ella, vive Debussy entregado a su obra, que abarca todos los géneros: el teatro, con la ópera mencionada y con el misterio "El martirio de San Sebastián"; las formas orquestales, con el poema sinfónico "El mar", con el idilio "Preludio a la siesta de un fauno", con los tres "nocturnos" ("Fiestas", "Nubes" y "Sirenas", este último incluyendo un coro femenino), y con "Imágenes"; la música vocal, con la cantata que le hizo ganar el premio de Roma y con muchos lieder sobre versos de Baudelaire, de Verlaine y otros. Numerosa es su música instrumental, especialmente la que dedicó al piano ("Suite bergamasque", "Arabescas", "Preludios"); existen además sonatas y un cuarteto de cuerdas. La mayoría de sus obras refleja el más puro estilo impresionista, cuyas características no son fáciles de explicar; trátase de armonías suspendidas, de impresiones soñadoras, de la disolución de las líneas melódicas, del ablandamiento del ritmo, por no citar sino algunos de los rasgos del impresionismo; coinciden éstos, naturalmente, con las manifestaciones simultáneas en la poesía y especialmente en la pintura. Debussy, que solía pasar largas temporadas en la costa atlántica, volvió a París durante la primera guerra mundial y murió allí el 26 de marzo de 1918.
Pahlen, Kurt, (1949), Síntesis del saber musical, Emecé Editores
La Mer
l tríptico sinfónico "La Mer" supuso un nuevo salto adelante en el desarrollo del estilo de Claude Debussy, y un alejamiento de la estética de “Pélleas et Mélisande” que no todos sus seguidores comprendieron ni aceptaron. Fue compuesto en 1903, si bien no lo terminó hasta 1905. Consta de tres movimientos: De l'aube à midí sur la mer (Del alba al mediodía en el mar), Jeux de vagues (Juegos de olas) y Dialogue du vent et de la mer (Diálogo entre el viento y el mar), títulos que no tienen sin embargo, ninguna intención descriptiva. En esta obra Debussy supo como nunca captar la poesía de los instantes fugaces, primordiales para la corriente impresionista. Desde joven, el mar había ejercido gran influencia en Debussy, el tema del agua y sus constantes fluctuaciones aparece en numerosas composiciones suyas (“Sirenas”, “La Catedral Sumergida”, “Reflejos sobre el agua” de “Imágenes”, y sobre todo en “Pelléas et Mélisande”). La obra se estrenó el 15 de octubre de 1905 en los Conciertos Lamoureux. Esta fue la partitura orquestal más importante de Debussy y la más representativa en su estilo impresionista.
La mer
Malaysian Philharmonic