*Maestoso - Allegro; Allegro moderato.

JULIO...

SINFONÍA N° 3 EN DO MENOR, OP. 78 "CON PIANO Y ÓRGANO"

Sinfonía N° 3 en Do menor, Op. 78 “Sinfonía con órgano”


harles Camille Saint-Saëns no puede ser otro que el arquetipo del cosmopolita cultivado. Músico honrado y respetado por cerca de sesenta años, fue también un brillante crítico musical y escritor de poemas, comedias, tratados de astronomía y filosofía. Lejos del apasionamiento de los compositores románticos de su época, su música resulta ecléctica, “clásica” en exceso. Algunos críticos musicales llegan a considerarlo "falto de inspiración pero, formalmente impecable". Homosexual declarado, casado por conveniencia, padre de dos niños fallecidos precozmente, su vida transcurrió más fuera que dentro de su Francia natal, viviendo largas temporadas en Argel —que le inspiró la Suite Algérienne Op. 60—, paraíso de los homosexuales en el siglo XIX —hoy día existen leyes en Argelia que penalizan la homosexualidad con multas y hasta 3 años de prisión—. Durante sus últimos años, fue asimismo, infatigable trotamundos, visitando entre otros lugares, la Indochina francesa, los Estados Unidos (en dos oportunidades) y Buenos Aires, en 1916, en ocasión del estreno del original en francés de su Sansón y Dalila en el Teatro Colón, cuyas representaciones dirigió.

Saint-Saëns es autor de una vastísima producción musical, gran parte de la cual no forma parte del repertorio corriente de orquestas e instrumentistas. Entre las obras que conservan el afecto del público, la Sinfonía N° 3 en Do menor, Op. 78, conocida también como la Sinfonía "con órgano", es característica de la claridad de escritura del compositor y de su agudo sentido de la proporción y la forma. Fue escrita por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres. El propio Saint-Saëns la dirigió en primera audición en mayo de 1886 en un programa londinense, el resto del cual fue dirigido por Sir Arthur Sullivan. En la misma velada, Saint-Saëns fue el solista del Concierto para piano N° 4 en Sol Mayor, Op. 58, de Ludwig Van Beethoven.

La partitura fue dedicada a Franz Liszt, con quien Saint-Saëns mantenía una cálida amistad y gracias a cuya generosa ayuda se estrenó en Weimar, en 1877, su ópera Sansón y Dalila. Algunos comentaristas han hallado en las solemnes y devotas páginas de la obra un implícito homenaje póstumo a Liszt. Si bien la dedicatoria puede ser tenida como último tributo del músico francés a su mentor, no existe conexión alguna entre la música y la muerte de Liszt. El genio húngaro murió dos meses después del estreno de la sinfonía, habiéndola escuchado en forma fragmentaria, pues el compositor tuvo la gentileza de ejecutársela en el piano.

Philip Hale, uno de los más distinguidos críticos norteamericanos, escribió luego de una ejecución de la sinfonía: "La Sinfonía en do menor de Saint-Saëns posee las mejores y más características cualidades de la música francesa: lógica construcción, lucidez, franqueza, eufonía. La artesanía es magistral. No existen vacilaciones. El compositor sabía exactamente lo que quería y como expresarlo...".

La Sinfonía "con órgano" fue la primera contribución a la forma, en la literatura sinfónica francesa, luego de las sinfonías de Berlioz, a la que pronto se unieron la Sinfonía en re menor de César Franck y las sinfonías de D'lndy y Chausson.

"La actitud de Saint-Saëns ante la tarea de escribir una sinfonía en la cual el órgano fuera utilizado como un miembro de la orquesta y no como un instrumento solista de actuación dominante —escribe George Jellinek—, no fue la de un reformista sino la de un maestro en el arte de orquestar que, por añadidura resultó ser un maestro organista".

En contraste con la ligera orquestación de sus anteriores sinfonías, la Sinfonía en do menor le obligó a utilizar los recursos de la orquesta moderna: tres flautas, dos oboes, corno inglés, dos clarinetes, dos fagotes, contrafagote, cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, órgano, piano a dos y cuatro manos, triángulo, platillos, bombo y cuerdas. La presencia del piano, cuya parte en la orquestación es substancial aunque no tan prominente como la del órgano, es una prueba más del ingenio del compositor, ya que le agrega otra excitante variedad de color tonal y un rítmico acento adicional en ciertas partes para las cuales ningún otro instrumento podía ser más adecuado. En los pasajes arpegiados del movimiento final es donde se hace notar el empleo particularmente feliz del piano. Haciendo justicia a César Franck, corresponde destacar que éste ya había utilizado el piano en Les Djinns, composición fechada un año antes que la Sinfonía N° 3 de Saint-Saëns, cuya estructura orquestal es similar a esta última. Por otra parte, fue Saint-Saëns quien se anticipó al maestro belga en la composición de una sinfonía en forma cíclica, es decir: estableciendo la unidad de la obra por medio del desarrollo del material temático, partiendo de uno o dos motivos generatrices. El tema principal de esta sinfonía, presentado primero con un efecto pulsante que recuerda el comienzo de la Sinfonía N° 8 en si menor, D. 759 (inconclusa) de Schubert, pasa por una serie de transformaciones magistralmente concebidas, que son citadas por Daniel Gregory Mason como ejemplos del "excesivo y casi desordenado talento del compositor". El tema tiene gran semejanza con el motivo del Dies Irae. Sin embargo, Saint-Saëns no hace ninguna mención de ésto en su detallado análisis, escrito para el estreno de la obra.

"La Sinfonía —preludia Saint-Saëns su nota analítica— está dividida en dos partes. Empero, incluye prácticamente los cuatro movimientos tradicionales: el primero sirve de instrumentación al adagio, y el scherzo está relacionado de la misma manera con el finale". Y el comentario prosigue así: "Primer Movimiento. - Luego de una introducción, adagio, de unos pocos compases de carácter quejumbroso, el cuarteto de cuerdas expone el tema inicial que es lúgubre y agitado (allegro moderato). La primera transformación de este tema conduce a un segundo motivo que se destaca por su mayor tranquilidad. Una segunda transformación del tema inicial incluye, de tanto en tanto, las notas quejumbrosas de la introducción. Gradualmente, episodios variados encalman el ambiente y preparan el adagio en re bemol mayor. El tema, en extremo apacible y contemplativo, pasa a los violines, a las violas y a los cellos, que actúan sostenidos por acordes del órgano. Luego de una variación a cargo de los violines, retorna la segunda transformación del tema inicial trayendo consigo un vago sentimiento de intranquilidad, alargado por armonías disonantes. Rápidamente, éstas abren camino al tema del adagio ejecutado esta vez por algunos violines, violas y cellos, acompañados por el órgano y con un persistente ritmo de trecillos. El primer movimiento concluye con una coda de carácter místico, en la cual se escuchan alternativamente los acordes de re bemol mayor y mí menor".

"Segundo movimiento. - Este comienza con una enérgica frase (allegro moderato) seguida inmediatamente por una tercera transformación del tema inicial del primer movimiento, aún más agitada que antes, y en la cual se va manifestando un espíritu fantástico que es francamente revelado en el presto. En este punto, el ritmo sincopado de la orquesta presta su acompañamiento a los arpegios y escalas, veloces como el rayo, que ejecuta el piano. El travieso alborozo es interrumpido por una expresiva frase de las cuerdas. La repetición del allegro moderato es seguida por un segundo presto; pero apenas ha comenzado cuando ya se escucha un nuevo tema, grave y austero (trombón, tuba y contrabajos), fuertemente contrastado con el fantástico espíritu que predomina en la música. La lucha por el poder finaliza con la derrota del diabólico e incansable elemento. La frase se eleva hacia la cúspide orquestal y allí descansa como en el azul de un claro cielo. Un maestoso en do mayor anuncia el triunfo del calmo y eminente pensamiento. El tema Inicial, totalmente transformado, es expuesto ahora por las cuerdas divididas y el piano, y repetido por el órgano con toda la potencia de la orquesta. Un episodio de carácter apacible y bucólico (oboe, flauta, corno inglés y clarinete) es repetido por dos veces. Una brillante coda en la cual el tema inicial, debido a una última transformación, se convierte en una figura a cargo del violín, pone fin a la obra. El ritmo de tres compases resulta ser, lógica y naturalmente, un extenso compás de tres tiempos; cada tiempo está representado por toda una nota, y doce cuartos forman el compás completo".

El interés por la Tercera Sinfonía de Saint-Saëns se renovó gracias al disco fonográfico, a partir del registro realizado en los primeros días de 1947 por Charles Munch con la Filarmónica de New York, con el que remató sendas ejecuciones públicas efectuadas en Boston y New York respectivamente y que representaron, asimismo, el debut del desaparecido director alsaciano en los Estados Unidos.

 

Sinfonie (»Orgelsinfonie«).

hr-Sinfonieorchester.

Iveta Apkalna.

Riccardo Minasi.